Desigualdad y el teatro de la educación a distancia

Columna MAROMA

Por Jhoanna Manríquez / integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud 

Ante el nuevo panorama consecuente de la pandemia por COVID-19, tanto niñes como adultes nos hemos visto en la forzosa y, en ciertos casos, penosa necesidad de alejarnos de los escenarios que nos ofrecían ingresos, espacios de esparcimiento  como  la escuela, el trabajo, el parque, la convivencia con amistades y parientes.

Los efectos más significativos en los adultes es la pérdida del empleo,  lo que trae afectaciones a los familiares de estos desempleades, principalmente los niños, que de muchas maneras sufren las consecuencias. En primer lugar han dejado de ir a la escuela, han dejado de ver a sus amigos, no tienen su propio espacio lúdico y de expresión  lejos de la mirada parental. En el mejor de los casos las clases se han colado a la cocina, a la sala, a la habitación.  En el peor ni siquiera tienen un dispositivo en el cual conectarse a la educación que por mucho tiempo se presumió como gratuita, nada más lejano de la realidad actual. 

  • Una lista de útiles de mínimo $500 pesos.
  • Es primordial tener una conexión a internet, el servicio más barato está en $350 pesos mensual, con una calidad bajísima que no soporta las llamadas por Zoom o Meet.
  • Es necesario un dispositivo en el que se pueda manejar la Suite de Google, el más barato oscila entre los $2500 y $3000 pesos.
  • Muchas de las actividades que envían los maestros tienen anexos imprimibles. Unos $20 pesos de impresiones por semana aproximadamente.
  • La razón de los imprimibles es porque a muchos de los niñes no les ha entregado completo el paquete de libros gratuitos de la SEP.
  • Algunos padres que no tienen la oportunidad de estar con sus hijes en los horarios escolares han tenido que pagar clases particulares. Unos $ 50 pesos por sesión, mínimo.
  • En la mayoría de las escuelas les han pedido alguna Guía escolar que cuesta entre $300 y $350 pesos.
  • Los recibos de la luz se han disparado no por el uso excesivo de la electricidad, hay personas que no trabajan ni estudian en línea y se han visto afectadas.

El gasto en el primer mes del ciclo escolar asciende a $4,230 pesos por niñe en una escuela pública. 

La depresión y la ansiedad, han sido los trastornos que han devenido después de todo y desafortunadamente cada uno ha de solucionarlo solo, ya que no existe apoyo por parte del gobierno para que el internet tenga por lo menos un costo más bajo y tampoco la electricidad, ni siquiera se ha preocupado por  entregar los libros completos. 

Les niñes están siendo afectades por la falta de  materiales y espacios adecuados para su educación, soportan el estrés que provoca la situación a sus padres y tutores y se ven sobre cargados por una planeación escolar que ha de cumplirse a pesar de no haber un protocolo para hacer esto más llevadero. Muchas de las actividades son incomprensibles sin el acompañamiento de un profesor y los padres terminan haciendo los trabajos porque hay que cumplir en tiempo y forma.

 Les niños también sienten ansiedad, depresión, ante un panorama en el que lo único que tenemos por seguro es  la incertidumbre.

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Maroma es un observatorio de la niñez y la juventud. Somos un grupo interdisciplinario de personas involucradas en los sectores académicos, comunitarios, públicos y privados con fines de gestión y bienestar para la niñez y juventud que busca incidir en políticas públicas y movimientos sociales con un enfoque de innovación social.

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