Entre la preocupación y la frustración a partir de la vida entre pantallas

Columnista Invitada

Por Yessica Núñez Berber

La vida entre pantallas como docente, ha implicado investigar y aprender el manejo de herramientas tecnológicas que me permitan dar continuidad al proceso de enseñanza aprendizaje, conocer y saber  utilizar plataformas groupware, ya que, si bien conocía el manejo de plataformas como Moodle, por disposición institucional ahora debo trabajar con G Suite for Education.

La dinámica ha sido desde buscar información, tomar cursos, preguntar, consultar cuáles son las funciones de cada una de las herramientas que la compañía de Google ofrece, pero también, fue darme cuenta que esas herramientas no son del todo pertinentes para atender las necesidades que la modalidad virtual requiere.

Por otro lado, me encuentro de frente con emociones de preocupación y frustración, ¿a qué me refiero? Me preocupa el abaratamiento que se ha hecho, de parte de las autoridades, respecto de las exigencias académicas, al llegar éstas al mínimo indispensable, todo en aras de la solicitud de ser “empáticos” con los estudiantes porque la dinámica escolar en la virtualidad les ha generado estrés. El estrés no solo lo sufren los estudiantes, lo padecemos también los docentes, pero al parecer los profesores no contamos o al menos, no interesa el sentir o el esfuerzo que ha implicado prepararnos para atender en las mejores condiciones posibles la actividad docente en la modalidad virtual.

Me preocupa que se olvida que son jóvenes en formación, que la institución está obligada a brindar una educación integral, lo cual implica forjar el carácter, la responsabilidad, la honestidad, formar en la cultura del esfuerzo. Es preciso reconocer que la mayoría de los estudiantes prefieren tener clases presenciales porque para ellos es más fácil que el profesor les brinde una clase expositiva, que explique y exponga el tema, que les evite tener que leer, que no les pida “tantas” actividades; por ejemplo, quieren aprender y conocer sobre historia sin leer una página, o bien, quieren que los vídeos tengan una duración de tres a cinco minutos; porque si es “muy largo”, pierden la atención, el interés. 

La contingencia y la puesta en marcha del proceso de enseñanza-aprendizaje y que éste migre a la virtualidad; para los docentes nos ha implicado más horas de trabajo para la preparación de materiales, para atender la plataforma, atender el correo electrónico, así como cumplir con el trabajo administrativo solicitado por las autoridades educativas. Claro, todo ello después de haber aprendido a manejar las plataformas digitales.

Sin embargo, la frustración llega cuando los estudiantes no remiten su actividad o, la envían sin atender lo solicitado. Recibes la actividad, la revisas, le respondes haciendo alguna observación, pero, el estudiante se molesta y te responde con un comentario en la plataforma señalando que, no entiende qué pasa, que si se esforzó mucho, por qué eres capaz de decirle que no atendió todo lo solicitado; no son capaces de reconocer que la actividad la realizaron sin tener cuidado de leer las instrucciones, que no revisaron el material de apoyo, ellos simplemente se molestan.

La dinámica y la indicación de parte de las autoridades educativas es que sólo le solicites al estudiante una actividad por semana; por ejemplo, puede ser una línea de tiempo, o un esquema de llaves, o un meme; se les pide a los estudiantes que por favor te elaboren un de esos productos en los que  pueda representar que al menos revisó el material de apoyo y  se refleje que ha logrado la comprensión del tema abordado. Pero, un porcentaje de los estudiantes te envían como producto una línea de tiempo que se encuentra en la web, o te envían un texto corrido que copiaron y pegaron. Pareciera que no les interesa ni siquiera revisar el material.

Por otro lado, se ha vuelto una constante que muchos de los productos que te envían los estudiantes se encuentran en la web, o bien, que son copias de actividades de otros compañeros, es decir, tienen tiempo y disposición para plagiar, eso sí saben y pueden hacerlo; por lo que, esas acciones te hacen pensar que sí tuvieron el tiempo y las condiciones de equipo y de conectividad para navegar en internet y buscar, encontrar y seleccionar, o bien, compartirse entre ellos el producto que envían. Por lo tanto, si tienen la capacidad y las condiciones para usar un dispositivo móvil, para utilizar un motor de búsqueda, para navegar en la web, para consultar páginas electrónicas, pero, ¿por qué no lo hacen para desarrollar la tarea solicitada? ¿por qué no actuar con responsabilidad, compromiso y honestidad? ¿por qué negarse la oportunidad de aprender?

Las autoridades educativas insisten y piden a los profesores que seamos empáticos. La empatía, no significa regalar una calificación para que el joven acredite un semestre, con eso, lo único que le enseñas son corruptelas, al otorgarles un puntaje, una evaluación aprobatoria sin haber trabajado, sin haberse esforzado por realizarlas, se les está formando en la cultura de violentar la norma como parte de sus actividades académicas, se les muestra que, con el pretexto de sentirse estresado por la contingencia sanitaria, todo le es y será dado. Sin embargo, la realidad que vivimos en el día a día, nos demanda compromiso, esfuerzo, responsabilidad, trabajo, respeto, nos exige una vida enmarcada por la cultura de la legalidad.

Mientras que, como sociedad somos capaces de reconocer que vivimos y sufrimos una descomposición social que nos tiene padeciendo inseguridad, corrupción, violencia; por otro lado, no reconocemos que los jóvenes son sujetos que se están formando en las instituciones educativas, que ese proceso formativo les requiere de su parte esfuerzo, dedicación, participación, compromiso y responsabilidad con su propio desarrollo educativo. También debemos reconocer la obligación que tenemos de fomentar el respeto a las instituciones y las normas, no atropellar e invisibilizar el trabajo y el esfuerzo que una parte de la comunidad estudiantil realiza al cumplir en tiempo y forma con sus actividades y tareas escolares y, quienes se sienten violentados al darse cuenta que se les ha regalado calificación a sus compañeros que no hicieron nada, a aquellos estudiantes que no asumieron su obligación ni actuaron con responsabilidad. Un porcentaje de estudiantes piden que seamos exigentes, que no seamos tolerantes ante la indiferencia y la apatía de algunos de sus compañeros. 

Las autoridades y los profesores tenemos el compromiso de forjar el carácter de los jóvenes bachilleres, de abonar al fortalecimiento de valores como la responsabilidad, la honestidad, el respeto; no debemos asumir solo su formación en áreas disciplinares, es por ello la exhortación a trabajar unidos y no dejarnos llevar por la tentación de hacer aun más laxo el trabajo académico de los estudiantes, no abaratemos más el proceso formativo, ya hemos reducido al mínimo el nivel de exigencia en la calidad de las actividades de aprendizaje y, con eso, lo único que se provoca es generar en ellos indiferencia hacia la búsqueda del conocimiento, desánimo por el deseo de aprender, corromper el proceso de enseñanza-aprendizaje. 

El tiempo aciago que estamos viviendo, no significa que debamos relajarnos, por el contrario, nos exige fortalecernos, esforzarnos, prepararnos para afrontar los retos implícitos, insistamos y demos a los estudiantes ese mensaje, no les enseñemos a sentarse y esperar que el otro venga a resolver, que el otro asuma el compromiso que a ellos les corresponde.

 Por otro lado, como parte de mis estudios de doctorado, desarrollé una investigación sobre la apropiación tecnológica y la domesticación escolar del teléfono celular en jóvenes de preparatoria y, efectivamente, puedo señalar que los estudiantes de bachillerato saben y les gusta utilizar los dispositivos móviles, que es una tecnología significativa par ellos, que han aprendido a manejarla para resolver necesidades tanto de recreación, de socialización y de información, así como para atender y cumplir con tareas y actividades escolares, condiciones que sin duda alguna, son una excelente oportunidad para aprovechar esas habilidades en el enriquecimiento de las actividades escolares. 

Sin embargo, los dispositivos móviles por sí solos no les resuelven las tareas, es necesario que ellos deseen hacerlas, que asuman su compromiso y responsabilidad con el proceso de enseñanza-aprendizaje que tienen como estudiantes de un programa académico. No les castremos sus capacidades al facilitarles e impedirles que pongan en juego sus habilidades, por el contrario, insistamos en recordarles que para lograr los objetivos es necesario el esfuerzo continuo, que ninguna adversidad será mayor que sus aptitudes, que con las actividades del día a día vamos abonando y fortaleciendo las propias facultades. 

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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