Aprende en casa II: ¿continuidad al aprendizaje o a la institución escolar?

Cátedra AMIDI

Por Janneth Trejo-Quintana /@jannetito 

Durante estos meses de confinamiento no han faltado reflexiones en torno a las repercusiones que la crisis sanitaria tendrá, entre otros ámbitos, en el educativo. La mayoría de los textos señalan las carencias del sistema escolar y lo mal preparados que estamos frente a contingencias de esta naturaleza. Aunque desde hace décadas se ha discutido, nunca se había hecho tan evidente la pertinencia de vincular la educación y la comunicación, la escuela y los media. Cabe destacar que el vínculo supera por mucho la visión meramente instrumental de los medios y las tecnologías de comunicación en el ámbito educativo.

Ante la imposibilidad de continuar las clases presenciales debido a la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, el gobierno mexicano planteó continuar las clases de educación básica a través de la televisión. En principio, el uso de este recurso parece conveniente por el grado de penetración que tiene, aunque eso no significa que tal estrategia alcanzó a cubrir las necesidades de todo el estudiantado mexicano. Aún así, en el contexto actual, la televisión aparece como una de las herramientas más útiles para sociabilizar el conocimiento. Sin embargo, la estrategia planteada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), denominada Aprende en Casa, tiene importantes limitaciones en términos pedagógicos y didácticos.

A pesar de lo anterior, dada la crisis que nos aqueja como sociedad es difícil contemplar una solución eficiente y eficaz que cubra las expectativas de todos los actores que conforman la comunidad escolar. Por ello, se espera que en el corto y mediano plazo especialistas analicen con detenimiento diferentes aspectos de la estrategia con que la SEP respondió al enorme reto de mantener activa a la institución escolar durante la pandemia. Esta tarea requerirá de tiempo y esfuerzos desde distintos frentes. En este texto se plantea uno de dichos esfuerzos, a partir del trabajo de investigación sobre Alfabetización Mediática y Digital en educación básica en México que se desarrolla actualmente en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM. Así, con base en observaciones y entrevistas a diferentes actores que integran la comunidad educativa, a continuación se muestran algunas pinceladas de la complejidad que ha entrañado para madres y padres de familia, profesorado y, desde luego, estudiantes de educación básica, las clases a distancia en el marco del programa Aprende en Casa II.

La familia: carga de género, escolaridad y acceso

Históricamente, las mujeres madres de familia son quienes suelen asumir la mayor parte de responsabilidad en el acompañamiento escolar de los niños, niñas y adolescentes.Esta situación no cambió en el contexto de la pandemia, incluso se hizo más evidente, más aguda. En las observaciones hechas durante septiembre y octubre, los padres son quienes, por lo regular, trabajan fuera de casa; mientras que las madres emplean gran parte de su tiempo, además de en el trabajo doméstico, en preparar a sus hijos e hijas para conectarse a las videollamadas o ver la clase en la televisión, en revisar sus actividades, en hacer las tareas, así como en enviarlas al profesor o profesora.

Para las mujeres que salen a trabajar fuera de casa, resulta más complicado dar dicho acompañamiento a sus hijos o hijas, y en esos casos la abuela o algún otro familiar queda a cargo. De cualquier modo, un hecho recurrente es que quienes acompañan a los estudiantes con frecuencia tienen problemas para comprender las lecciones y las tareas que les asignan. En especial cuando los niños o niñas están en los últimos grados de primaria o en secundaria. De acuerdo con las indagaciones hechas, esto se debe a que es común que las madres y padres o el familiar que está a cargo tienen pocos años de escolaridad. Esto, aunado a las carencias de dispositivos y conexión a internet, las cuales dificultan que el acompañamiento sea próximo, afectuoso y lejos de la frustración para las personas involucradas.

El profesorado: más trabajo y apego a indicaciones

De acuerdo con las observaciones y entrevistas hechas hasta ahora, las experiencias de las y los profesores de los diferentes niveles educativos son distintas. Esto sucede no sólo porque las prácticas didácticas y pedagógicas son evidentemente diferentes en preescolar, en primaria y en secundaria, sino también porque las dinámicas que el profesorado propone a sus estudiantes están estrechamente relacionadas con las decisiones de quienes dirigen la escuela donde laboran. En esta primera inmersión en el campo se encontró que la mayoría de los profesores y profesoras deben apegarse a las indicaciones de sus directivas y directivos, de modo que para algunos no resulta prioritario seguir las clases emitidas en los canales de televisión, más bien están obligados a dar clases mediante plataformas de videoconferencia, aun cuando menos de la mitad del estudiantado tiene posibilidades de conectarse a internet.

En otros casos, se les pide a las y los profesores que, además de seguir con puntualidad las clases impartidas por la SEP en radio o televisión, agreguen actividades y guías de ejercicios. Estos son dos ejemplos de las formas en las que están trabajando algunos de los profesores y profesoras entrevistadas.

En cualquier caso, el profesorado se siente rebasado por la cantidad de trabajo que en estas circunstancias debe atender desde casa. Desde preparar y dar las clases, pasando por responder —casi a cualquier hora del día— a las preguntas de madres y padres de familia, así como de su propio alumnado, hasta atender la carga administrativa que solicitan los directivos —que no es necesariamente la que pide la SEP— y, desde luego, corregir y evaluar las tareas, ocuparse de que todos o la mayoría de las y los estudiantes cuenten con los materiales para hacer las actividades, aunque no las puedan enviar por correo electrónico o mensajería instantánea, sino hasta el periodo de evaluaciones estipulado por la SEP.

El alumnado: diversidad de experiencias

Durante este ejercicio de observación se han registrado experiencias de algunos niños y niñas de primaria y secundaria, algunos son de escuelas públicas y otros de privadas. Aunque resulta francamente difícil encontrar regularidades en la experiencia que cada uno de ellos y ellas vive al tomar sus clases a distancia debido a la cuarentena que deben guardar, se puede inferir que tales experiencias están influidas por factores como los siguientes:

  • Acceso que tienen a dispositivos como televisión digital, equipo de cómputo, conexión a internet, impresora y cualquier dispositivo para conectarse a servicios de videoconferencias.
  • Espacios adecuados para tomar las clases desde su casa o en el lugar de trabajo de alguno de los padres, madres, tutores o tutoras.
  • Sus hábitos de estudio.
  • El tipo de acompañamiento que reciben.
  • Desde luego, las condiciones socioeconómicas y emocionales que el o la escolar encuentra en su seno familiar.

La relación entre estudiantes y profesor o profesora es clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Esto no ha dejado de ser cierto en estos meses de pandemia que han orillado a que dicho proceso esté mediado por pantallas de teléfono móvil, tabletas, computadoras o de televisión. Se debe subrayar que esta última estaba lejos de convertirse en la protagonista en la interacción entre docente y estudiante. Aunque también hay que aceptar que en el contexto actual esta interacción no necesariamente cumple con su fin último: lograr el aprendizaje.

De acuerdo con lo registrado hasta el momento, aunque el material televisado tenga cierto grado de calidad —según la opinión de algunos profesores entrevistados—, buena parte de los niños, niñas y adolescentes observados no aceptan ni aprehenden a la televisión como un recurso pedagógico, como un instrumento que les acerca a su cotidianidad escolar ya conocida. Pueden pasar más de un par de horas viendo alguna serie de su agrado, alguna película popular entre sus contemporáneos, pero les parece cansado y aburrido pasar esas mismas dos horas atendiendo cuatro diferentes asignaturas que corresponderían a sus clases prepandémicas.

Por otra parte, están las clases a través de videoconferencias, las cuales guardan un estrecho —acaso extraño— parecido con sus clases presenciales. Observaciones hechas tanto del lado del profesorado como del lado de algunas y algunos estudiantes permiten advertir que se está frente a una «clase tradicional», donde el profesor prepara más o menos de la misma forma la lección correspondiente, de modo que, dicta, lee el libro de texto, lanza preguntas a quienes ve que están distraídos. En tanto, los niños y niñas intentan dar consistencia a sus experiencias previas, intentan seguir las indicaciones del o la profesora como lo harían en el aula, no es nada extraño que de vez en vez se escuche una vocecita que pregunta «¿maestra, puedo ir al baño?».

Definitivamente, la contingencia sanitaria terminó por desvelar los vacíos, vicios y hasta las incongruencias del sistema educativo. Para llegar a conclusiones hace falta mucho trabajo de observación y análisis, pero se vislumbra una estrategia gubernamental que se concentra en que la institución escolar resista a una crisis que no es nueva porque desde hace tiempo se le cuestiona en sus propósitos fundamentales, sus métodos y la vigencia de los mismos. La educación como valor social no parece ser cuestionada, aunque no sucede lo mismo con el andamiaje administrativo y operativo que se ha construido a lo largo del tiempo. Los diferentes actores que conforman la comunidad educativa están experimentando situaciones tan complejas que difícilmente reparan en el aprendizaje en sí mismo, o en los tipos de aprendizajes pertinentes para los niños, niñas y adolescentes contemporáneos. En general, las sociedades han planteado una escuela que enseña para la propia escuela y no para la vida.

Para seguir aprendiendo

Janneth Trejo-Quintana (@jannetito). Doctora en Ciencia Social por El Colegio de México, candidata al Sistema Nacional de Investigadores. Fue profesora invitada en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde realizó una estancia postdoctoral. Actualmente es investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.

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Catedra UNESCOAMIDI
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