Las sombras en el pavimento

Columna Maroma

Desayunaba en un lugar de Providencia (colonia de la ciudad de Guadalajara, Jalisco), con un cupón de 200 pesos que una amiga me había regalado, y que pensé sería buena idea canjear y compartir con el “changuito” (es mi compañera de vida, ella tiene dos años). Mientras tomaba el café, hablaba con una amiga de que me sentía rara en ese lugar, esa “atención” que mereces por estar en un lugar así, demasiada amabilidad muy cercana al vasallaje, de verdad me sentía extraña, yo puedo servirme el café sola, pensaba.

Terminamos de comernos ese cupón, y agarramos camino. Tomamos camino por la calle de José María Heredia, de la avenida Providencia con rumbo a López Mateos, yo notaba que la policía pasaba constantemente, incluso, pensé que por mi colonia era difícil verles “por acá andan todos” me dije a mí misma. “Changuito” tiene la costumbre como todxs lxs niñxs de dos años, a juntar cosas del piso, y deslizar sus manos por las paredes. Sus piernas deben medir entre 30 a 35 CM, sus pasos son cortos y el tiempo es lento, cuando jugamos a alcanzar los pedazos de sol que quedan en el pavimento.

La policía volvía a pasar, “changuito” y yo seguíamos jugando, el camino ya parecía un poco más largo de lo que calculé, quizá solo era el juego, y que la cabeza estaba en otro lado, nos detuvimos un momento para guiarnos con el celular, y la patrulla ya no solo paso, se detuvo justo al lado de nosotras y se dirigió a mí.

    – Esperas a alguien– me preguntó uno de ellos.

Y yo contesté que no entendía el porqué de la pregunta, (desde hace años, la policía no me da confianza,no me ha hecho más que en varias ocasiones sentir temor) continúo la interrogación, pero no hice más que contestar sus preguntas con las mías,

    – ¿Por qué el interrogatorio? Le dije, mientras cargaba a “changuito” y me aferraba fuerte.

    Porque soy policía- me dijo.

No hice más que llenarme más de rabia, abrió la puerta de la patrulla y salió, él y su compañero, yo sólo agarre más fuerte a “changuito” y di un ligero paso para atrás, levanté la cabeza.

     – Te voy a explicar cómo están las cosas, en esta colonia hay muchas cámaras, y hay muchos robos y es muy raro que una persona con tus “características” esté caminando sola por ahí (en ese momento, recordé que mis amigxs siempre dicen que mis características son: tener buen sentido del humor, ser propositiva, escuchar, solidaria, sorora, alegre, poco paciente, entregada y buena en el arte, pero ellos no sabían  eso de mí, para ellos mis características eran 1.67, morena, gorda, cansada, cabello castaño, ropa casual, acompañada de una niña de dos años, con un celular no lujoso en la mano, y una bolsita a la que apenas le cabía un par de pañales y mis pertenencias personales).

El interrogatorio seguía… ¡déjame en paz, esto es discriminación!  Es lo que el nudo en la garganta me dejaba decir. Pero ellos lo escucharon con ironía. Me pidió mi identificación y me dijo que tenía que revisar mi bolsa. También me negué, yo solo pensaba en ella, “changuito”, que me tomaba del cuello y los miraba como cuestionando todo.

      Vete para allá que traigo a la niña, le dije, y si te acercas más voy gritar.

      Solo estoy haciendo mi trabajo.

      Pues deberías hacer más que cuidar a la burguesía de peligrosas mujeres con sus hijas.

Efectivamente, la policía me reafirmó el pensamiento de la mañana, ¿qué hacía ahí? los territorios sí tienen fronteras, los nombres de las calles te marcan la etiqueta, la no pertenencia.

  • Nos vamos a ir solo porque traes a la niña, pero ya vete.
  • Es lo que más quiero hacer.

Patrulla 1319, es todo lo que pude ver entre suspiros de alivio, porque sí, temí por mi hija, por mí, por todxs los que son detenidos, sin motivo, lxs desaparacidxs, tengo rabia, coraje, indignación y más afirmación en la lucha.

Alcanzar los pedazos del sol en pavimento, pero acá donde calienta más, donde pega en la espalda, acá con los sospechosos, los presuntos culpables, los que traemos el coraje en la garganta y la identificación en la cartera para cuando a estos hijos del patriarcado se les ocurra pedirla.

Hablé con la gente que me cuida, pusimos un reporte, pero claro todo está lleno de trabas de filas y de tiempos que no tenemos, que no nos dejan.

El reporte se hizo al número 3336415564 a las 1:26 pm en donde quien atendió la llamada no se identificó, no quiso dar número de reporte, ni a quién se pasa la queja, según lo que nos explicó fue que, para que la queja tenga seguimiento, debemos llevar a nuestra compañera a que denuncie, lo cual por obvias razones no haremos.

Es importante evidenciar que los protocolos de atención para muchos de los casos de violencia nos violentan más, nadie da la cara, se cubren entre ellos y siempre buscan como desechar responsabilidades.

La policía para reprender a la policía no existe, sólo la que reprende a “lxs morenxs”, “lxs trabajadorxs”, “las prostitutas”, “lxs marihuanxs”, “lxs sospechosxs”, “lxs que rondan”,’ lxs que caminan por dónde no les corresponde”,”lxs maricas”, “lxs que se demuestran amor”, “lxs desvelxdxs”, “lxs cholxs”, “lxs que dan mala espina”, “lxs que gritan”, “lxs que destruyen”, “lxs que dicen lo que incomoda”, “lxs que visten mal”, “lxs que no tienen casa”, “lxs que no se quedan en ella”.

La policía no me cuida, nunca lo ha hecho, a mí me cuida mi manada, mis amigas, las compas, mi hija, mi mamá, yo, el testigo que no calla.

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Maroma es un observatorio de la niñez y la juventud. Somos un grupo interdisciplinario de personas involucradas en los sectores académicos, comunitarios, públicos y privados con fines de gestión y bienestar para la niñez y juventud que busca incidir en políticas públicas y movimientos sociales con un enfoque de innovación social.

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