La disolución del Colectivo 4, 5 y 6 de junio

Manos Libres

Por Francisco Macías Medina / @pacommedina

Para Lety Rodríguez, para que tu amor

 nos haga continuar la búsqueda de tu hijo.

Los movimientos sociales son importantes porque podemos identificar en ellos las causas y signos que los motivan, por ejemplo: la defensa de un bosque, de una cuenca o de una forma de vida digna como en Temacapulín.

Los hay también con exigencias claras de cese a las violencias, como en el caso de las marchas feministas, en las que podemos identificar toda una agenda de temas que al confrontarlos con las leyes o con comportamientos sociales, nos permiten advertir la gran distancia que los divide y los caminos necesarios para garantizar derechos o en su caso ampliarlos.

De hecho, si realizamos un ejercicio de cualquier derecho humano que ustedes recuerden, encontrarán en sus antecedentes históricos movilizaciones para su logro.

Cuando los movimientos son encabezados por personas que viven la experiencia de la impunidad o de haber sido víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, identificamos inmediatamente el reclamo de humanizar la construcción de leyes, mecanismos, instituciones o políticas públicas. 

Se trata de prismas que nos permiten una mirada más profunda que en mucho de los casos también implica un quehacer desde lo que pueden llevar a cabo, como en el caso de los colectivos que buscan con pala en mano a sus familiares desaparecidos. La acción de búsqueda es en sí misma la construcción de algo nuevo que debería de existir, pero que por las condiciones de impunidad, debilidades estructurales e intromisión de intereses de grupos, entre ellos los de la delincuencia organizada, se convierten en grandes barreras que solo mediante estas acciones pueden vencerse.

Durante la semana, el Colectivo 4, 5 y 6 de junio (@456Somos), formado por sobrevivientes de tortura y desaparición forzada durante las manifestaciones para exigir justicia por el homicidio de Giovanni López a manos de policías de Ixtlahuacán de los Membrillos, anunciaron su disolución.

Más allá de las razones que expresan en su comunicado, el fin de este movimiento significa un claro mensaje a las y los jóvenes desde el Estado, de que no existen condiciones de respeto para expresarse y movilizarse por las injusticias que viven y sienten.

Que pueden utilizar sus imágenes – por ejemplo, a través de un video en redes sociales para el Gobernador de Jalisco- pero no protegerlos ante las amenazas de los actores que operan en la impunidad dentro de los mismos pasillos de la Fiscalía de Jalisco y que por cierto no han sido sancionados, ni investigados.

Que existe interés en escucharlos, pero no en potencializar su voz para constituirse en sobrevivientes y en parte activa de los cambios de una de las instituciones más deterioradas de la entidad. 

Que no hay espacio para la agenda de las y los jóvenes con la justicia, sólo aquella construida en los circuitos cerrados-seleccionados hasta en sus rostros desde las dependencias internas.

Aunque puedan consolidarse acciones, hoy se pierde la oportunidad de construirlas con la presencia, palabra, voz y necesidades de quienes deberían de ser sujetos de reparación personal y colectiva.

Seguro estoy, que muchos de ellos tomarán otras palas para encontrar una mejor democracia desde su propia autonomía.

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Francisco Macías Migrante de experiencias, observador de barrio, reflexiono temas de derechos humanos.

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