Antivacunas: ciencia contra mitos

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La resistencia de algunos grupos poblacionales a vacunarse fue considerada por la OMS, en el 2019 como el décimo riesgo más importante a la salud. ¿Cuáles son las razones por las que  estas personas rechazan las vacunas, y  no quieren inocular a sus hijos?

Texto: Patricia González Mijares

Foto: María Ruiz/Archivo

CIUDAD DE MÉXICO.- Según datos de la OMS,  las principales causas de amenaza a la salud son: la contaminación del aire,  el cambio climático,  la migración, entornos frágiles  y vulnerables, y  las enfermedades no transmisibles. A estos factores se suman también: la resistencia a los antibióticos, enfermedades infecciosas, falta de insumos y, por último la decisión de personas, que teniendo la posibilidad de ser vacunadas,  deciden no hacerlo.

Se estima que aproximadamente 2.5 millones de muertes en el mundo se evitan cada año gracias al cumplimiento de un esquema básico de vacunación.

En México la aplicación de al menos ocho vacunas cuentan con una cobertura inferior al  95 %  recomendada por la OMS.

En un artículo publicado por el Departamento de Medicina Familiar de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2020, el doctor José Manuel Ramírez Aranda sostiene que en los últimos años se ha documentado una disminución de la cobertura de vacunación en todo el mundo.

En el informe esto se atribuye a causas complejas y diversas que han dado como resultado el resurgimiento de enfermedades infecciosas. En el 2017,  señala esta investigación, surgieron brotes de sarampión, poliomielitis y tos ferina en distintas partes del mundo.  En México, en  2019 se reportó un brote de sarampión de alrededor de 300 casos. 

Según el especialista,  una parte de estos brotes  se debe al movimiento antivacunas. El origen de esta corriente puso en duda la efectividad de la inoculación a partir de la investigación del doctor Andrew Wakefield, publicada en la revista médica inglesa  The Lancet en 1998.  En su tesis, Wakefield  asoció la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) a la aparición del autismo y de ciertas enfermedades intestinales en niños.  Años después,  The Lancet refutó la tesis, pero para entonces ya habían disminuido las tasas de la vacunación y el prejuicio contra la vacunación pediátrica había comenzado a difundirse.

Un movimiento que crece

Roberto Martín Richheimer Wohlmuth, cardiólogo pediatra del hospital ABC afirma que: “afortunadamente los brotes de sarampión en nuestro país han sido casos importados, y están  controlados. En México se vacuna bien y los movimientos antivacunas no han crecido, pero  cada vez ganan más adeptos. El sistema de vacunación de México, no fue improvisado, fue una estrategia muy eficiente. Los doctores Kumate Rodríguez y Guillermo Soberón Acevedo – secretarios de salud y rector de la Unam en sexenios pasados– hicieron un trabajo excelente.  Había países que  nos visitaban para conocer nuestros centros de salud y  las jornadas de vacunación, pero  desde hace alrededor de cinco años, hemos visto deficiencias en el acceso a las vacunas”.

El doctor Richheimer Wohlmuth  agrega que las vacunas no se producen o  no se importan, esto ha sido muy marcado en los últimos dos años, y desconozco la razón. “Cuando escasean en un laboratorio es problema de su producción, pero cuando no hay en muchas farmacéuticas, el problema es del gobierno”. 

Con la pandemia se agudizó el problema de desabasto de vacunas y de aplicación de vacunas de acuerdo a las recomendaciones de edades y tiempos de aplicación. Concretamente, en el medio privado ha hecho falta la vacuna hexavalente, que  no se ha surtido por meses. 

Esta vacuna protege de seis enfermedades: difteria, tos ferina, tétanos, hepatitis B, poliomielitis e infecciones por  haemophilus e influencia del tipo B. 

“También ha escaseado la  vacuna de hepatitis, parodititis y la BCG (contra la tuberculosis).  Puede haber muchos faltantes en  la plantas por la demanda, pero  antes siempre había,  y como  toda la atención está en  la vacuna contra el  covid-19,  el tema de la escasez de otros biológicos queda a un lado. Lo que sí ha salido a la luz es el faltante de medicamentos para el cáncer de adultos y niños”.

¿Cuáles son las razones por las que algunos padres no quieren vacunar a sus hijos?

–Se ha comprobado que el método más efectivo para prevenir infecciones potencialmente importantes es la vacunación, después del lavado de manos. Lo que es una realidad es que hay niños que no deben, ni pueden vacunarse porque tienen un sistema inmune deficiente. Por ejemplo si tienen cáncer u otro tipo de enfermedades no pueden recibir la vacuna hasta que terminen su tratamiento y se curen, entonces ya pueden entrar a un esquema de vacunación. Este tipo de niños son vulnerables a los niños sanos que teniendo la posibilidad de ser vacunados, no lo están.

Creo que  la gente que no cree en la vacunación tiene argumentos como: “mi cuerpo tiene todo lo que necesita para estar bien”. Otra es: “la naturaleza nos provee de todo lo que necesitamos para protegernos”, ante tal respuesta yo  me pregunto, ¿qué es lo que piensan de la polio o  del covid?. También está la creencia de que si se vacunan pueden contraer la misma enfermedad contra la cual se están inoculando. Si la vacuna tiene una micro parte del virus, esa partícula no te va a dar la enfermedad; esta creencia está muy arraigada a la vacuna de la influenza, lo que la vacuna inoculación hace es dar inmunidad. Otro mito es que la vacuna va a provocar esterilización, que tampoco es cierto. Sin embargo hace cincuenta años sí llegaron a realizarse campañas de esterilización en las que no se preguntó a las mujeres si querían ser esterilizadas, y las esterilizaron; esto pasó con mujeres que ya tenían varios hijos,  y también sucedió en otras partes del mundo, creo que estuvo muy mal no haberles preguntado y  no haberles dado la oportunidad de tomar la decisión por ellas mismas.

¿Cuál es tu opinión respecto al caso del doctor Andrew Wakefield?

Pienso que en este caso todo estaba amañado. Según investigaciones que refutaron su teoría se indagó: En primer lugar,  de los niños que Wakefield tomó para hacer sus estudios, no todos eran autistas. Los niños fueron escogidos por unos abogados que litigaban en contra de una farmacéutica.  No tenían el permiso legal para llevar a cabo el estudio. Nunca encontraron  virus de sarampión en los estudios de estos infantes. El académico Wakefield no aceptó que le habían pagado 300 mi libras, y que había un conflicto de intereses. Los datos eran insuficientes para hacer una relación entre el estudio que planteaba     Wakfield de la relación  entre el autismo y el sarampión. Posterior a la investigación, se hicieron estudios entre 100 niños autistas y 100 no autistas y  se comprobó que no había ninguna liga entre el autismo y la vacuna triple viral. Wakfield había solicitado la patente de una vacuna separada a la vacuna de la  triple. Después de  esta indagación, Wakefield se retractó, le quitaron su licencia y fue expulsado de Inglaterra. Se fue a Estados Unidos a hacer proselitismo y tuvo seguidores.

¿Qué haces con los padres que llegan a su consultorio y tienen dudas respecto a vacunar a sus  hijos o  no quieren que sus hijos, sean vacunados?

Trato de hablar con ellos, de hacerlos razonar. Para mi es una obligación moral y legal vacunar. Yo normalmente no me siento bien con bebés y niños que no van a ser vacunados. Entonces los invito ir con otros doctores. Hay médicos que no son pro vacunas, han rechazado años de estudio de ciencia lo cual me parece muy  desafortunado. Lo que sí es importante es que la gente esté consciente de que enfermedades como el sarampión, la tos ferina, la rubéola y otras, que algunas personas ven como enfermedades antiguas,  pueden llegar a ser muy agresivas y provocar en los niños secuelas neurológicas muy graves o la muerte, lo he visto y es muy triste.

–¿Por qué hay personas que cuestionan que las vacunas tienen ciertas sustancias que dañan la salud?

Las vacunas tienen ciertas sustancias que son adyuvantes que se añaden a los biológicos para que el cuerpo tenga menos reacciones adversas. Sin embargo, y por todo el debate del autismo, se retiraron sustancias que tenían mercurio y aluminio y que en realidad nunca causaron daño. La leche materna tiene más aluminio que la dosis que tenían los biológicos. Cada partícula que se pone a la vacuna está estudiada. Estuve en investigación de vacunas y  puedo decir que son investigaciones muy sólidas; las vacunas tardan de 10 a 20 años en hacerse. La producción de la vacuna del covid-19 ha sido algo inusual.

–¿Jóvenes que deciden recibir el esquema de vacunación porque no lo recibieron antes, están a tiempo de vacunarse?

Sí es posible. Hay esquemas definidos de vacunación diseñados para niños que no pudieron vacunarse porque tenían otras enfermedades o no tuvieron las condiciones para recibirlas entonces se les hace un esquema de recuperación de vacunación.

Richheimer  señala que las vacunas no causan  autismo, y si se ha comprobado que hay más autismo en la actualidad es porque hay más diagnósticos que antes, y concluye:  “las personas, los  niños y las niñas que necesitan vacunas no covid, y no pueden encontrarlas en los centros de salud están en riesgo de desarrollar enfermedades que ya tenían una excelente cobertura en México. El problema de la escasez de vacunas no covid, del cual se sabe poco, es una prioridad que debe ser atendida”.

Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

 

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