La verdadera luz

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Foto portada: Fabricio Atilano

La semana pasada puse aquí algunas ideas a partir de las conclusiones a las que llegó el Comité contra las Desapariciones Forzadas de la ONU, organismo que, luego de muchos intentos, por fin pudo visitar México, encontrarse con familiares de víctimas de desaparición y presentar un informe preliminar cuyas conclusiones, alarmantes por donde se vean, pueden consultarse en este enlace.

Durante la semana pasada vimos prácticamente en tiempo real cómo trabajan las brigadas de búsqueda de personas. Hasta la zona metropolitana de Guadalajara llegaron personas de varios estados del país, entre quienes destacó el grupo Jóvenes Buscadores Sonora. Llegaron aquí con todo lo que tienen: palas, picos y una voluntad a prueba de todo, llámense calor, sol inclemente o funcionarios ineficientes que sólo buscan entorpecer el trabajo que realizan las familias.

A través de diferentes coberturas las vimos caminar y cavar; desescombrar casas llenas de basura y clavar una y otra vez en el suelo a La Vidente, una varilla de metal que les sirve para encontrar indicios bajo tierra: allí donde la tierra está removida clavan la varilla tan hondo como pueden esperando que al sacarla les traiga un olor que otras personas preferirían evitar pero que para ellas significa sólo una cosa: la esperanza de encontrar a sus seres queridos.

Luego de casi una semana de trabajos, las buscadoras han encontrado más de 60 bolsas con restos humanos sobre todo en Tlajomulco. Según la Fiscalía, que ahora ha debido trabajar sí o sí, estos hallazgos corresponden a cerca de 28 personas que ahora deberán ser identificadas.

Un mero ejercicio especulativo y sin sustento metodológico: en, digamos, diez días, los colectivos de búsqueda localizaron a 28 personas, es decir, 2.8 personas por día. Según los datos oficiales recopilados por el Comité de la ONU, en México hay registro de 95 mil personas desaparecidas. Con el ritmo y la eficacia de los colectivos, y suponiendo que no hubiera más desapariciones, tomaría poco más de 90 años encontrar a las y los desaparecidos. Aumente usted los años que se llevaría considerando la inoperancia y la lentitud, la indiferencia y la indolencia, con la que operan las fiscalías y los gobiernos.

Además de los hallazgos de estos días, Jóvenes Buscadores de Sonora también llegó a Jalisco para encontrarse con otra variante del horror. Aquí el crimen organizado no tiene empacho en enterrar cuerpos en un parque con juegos infantiles o en casas abandonadas que comparten espacio con viviendas habitadas. Como si el horror de lo que se vive no fuera suficiente, hay que sumarle el hecho de que puede haber una fosa en la casa de al lado. La forma en que lo enuncian es por demás elocuente:

“En Jalisco hemos visto un fenómeno inusual en nuestros hallazgos. El crimen opta también por sepultar a las víctimas en casas abandonadas, muy cerca de lugares habitados. Como un ritual macabro de horror para la gente y un reto para las autoridades”.

Colectivos como Jóvenes Buscadores de Sonora o Las Rastreadoras de El Fuerte son una muestra de cómo la sociedad civil organizada es la que habrá de sacar el país de la pesadilla en la que se encuentra sumido. Contra toda esperanza, contra todo pronóstico, contra todo contratiempo, ellas buscan y no dejan de buscar al ser querido. Y al hacerlo, se acompañan y se arropan: un tesoro encontrado es un tesoro para todos. Encontrar al ser querido de una familia da tranquilidad a todas; la ausencia de un ser querido en una familia es la ausencia en todas. Por ejemplo, este testimonio de Gabriela Rodríguez, que busca a su hijo desde 2016: “Hubo una hermandad muy bonita. Ese compañerismo y ese amor. Yo veía a la señora Cecy en el Face y decía: ‘Yo quiero ser buscadora y encontrar a alguien, aunque no sea mi Dany'”. El tesoro de una es el tesoro de todas; el vacío de una es el vacío de todas.

Las búsquedas no cesan y el trabajo valioso se realiza no sólo con pico y pala. En Jalisco, el colectivo Por Amor Ellxs realiza un trabajo invaluable para contrarrestar los efectos de otra pesadilla: la crisis forense. Desde las redes sociales del colectivo se comparten recurrentemente las características físicas de los cuerpos que se encuentran en el Servicio Médico Forense y que no han sido identificados. Género, cicatrices, tatuajes, lunares, todo es documentado y compartido con la esperanza de que alguien reconozca las características y pueda ir a recuperar a su ser querido.

Mientras las madres y los familiares buscan sin descanso, de nueva cuenta la clase política sigue en su mundo de fantasía, ajeno a la realidad que aqueja y lacera a las personas. Muy ufano Enrique Alfaro presumió que en Jalisco “nos pronunciamos por la paz, respeto a la soberanía de Ucrania y solidaridad con las víctimas”. El mensaje iba acompañado por edificios iluminados con los colores de la bandera de aquel país. De ese tamaño el despropósito: mientras el estado se viste de luto y sangre, el gobernador juega al tío Lolo vistiendo edificios de colores.

Desde la semana pasada se me ancló en la mente una foto. La tomó Fabricio Atilano durante una de las jornadas de búsqueda. En ella se ve a la señora Yadira Estrada en medio de la yerba crecida, con su sombrero, la playera blanca con los rostros de los familiares a quienes buscan y un elemento que debería interpelarnos a todos: una enorme sonrisa. 

En medio de la pesadilla, del horror, del dolor, de la incertidumbre, la verdadera luz no está en los espectáculos de luces que no son sino un despilfarro de recursos públicos; no está en la fachada de los edificios públicos que se iluminan de solidaridad impostada y vacua. La verdadera luz está en la sonrisa de la señora Yadira: una luz en medio de tanta oscuridad.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

2 COMENTARIOS

  1. Édgar me encantó su artículo rescata lo humano de las mujeres buscadoras de tesoros mientras otros contemplamos como espectadores inertes.
    Gracias 🙂

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