La derrota europea en Ucrania

Trotamundos Político

Por Fabrizio Lorusso / @FabrizioLorusso

Un hecho. Trump va a eliminar las provisiones militares, de inteligencia y económicas a Ucrania. Al menos por un tiempo, indefinido. Se trata de más de mil millones de dólares en “ayudas” ya previstas. 

Y así será, hasta que Zelensky, presidente ucraniano, decida aceptar el acuerdo (vejatorio) que quiere imponer EUA sobre las tierras raras del país europeo y, asimismo, las negociaciones con Moscú. En lo substancial éstas están siendo delineadas bilateralmente por Trump y Putin, sin presencia de ningún “mediador” europeo o el propio presidente ucraniano. El objetivo de Trump, compartido por su homólogo ruso, es que el país más grande del mundo no siga acercándose a la esfera de influencia de China. No va a ser un aliado de Estados Unidos, pero por lo menos no un rival abierto en el futuro.

Con esta decisión el gobierno estadounidense, presentándose paradójicamente como “hacedor de paz”, pretende acelerar o forzar la capitulación de Ucrania, que había sido uno de sus aliados y receptor de armas, municiones y elogios durante la administración de Biden. 

No es la primera vez que la máxima potencia mundial abandona a algún presunto y desilusionado “socio” en el camino al abismo, después de aprovecharse de él como peón menor en algún conflicto de mayor escala. 

Lo mismo, por mencionar un ejemplo reciente, pasó con los kurdos y sus milicias rebeldes, asentadas en el norte de Siria y creadoras de una interesante experiencia autonomista, sostenidos y usados como actores armados en el campo de batalla por Estados Unidos contra el ISIS (Estado Islámico), y luego dejados a su suerte frente a las fuerzas armadas regulares de Turquía.

Así que nada nuevo bajo el sol con Trump y su vice fascistoide, J. D. Vince, salvo, eso sí, las formas, que ahora se tornan mucho más prepotentes, transparentes, testosterónicas y antidiplomáticas. La humillación televisada en vivo de Zelensky por los dos maestros del bullying que están a la cabeza de la Unión Americana significa un reconocimiento implícito de buena parte de las pretensiones de Moscú, una inversión de tendencia para tratar de alejarla de China, el verdadero enemigo de EUA, y finalmente un viraje hacia un mundo bipolar, quizás un poco tripolar si consideramos a Rusia en la triangulación, en donde el dato cierto es que los países europeos van perdiendo relevancia en el tablero.  

Por el lado americano, como medida de “distensión”, el Secretario de Defensa de EUA, Pete Hegseth, ordenó al Pentágono la interrupción de operaciones cibernéticas contra la Federación Rusa, lo que es una señal de que efectivamente hay negociaciones abiertas, de que hay una pugna con los aparatos del estado profundo y de que se quieren limitar sus márgenes de maniobra en el espionaje y el trazado de campañas o propagandas rusas en las Américas. 

Para dar una idea de cómo se han involucrado distintas naciones en la carrera armamentista y el envío de material bélico a Ucrania, cabe mencionar que los países que, hasta julio de 2024, más dinero habían gastado en apuntalar a las fuerzas armadas ucranianas en su defensa contra Rusia eran (y son): Estados Unidos, con más de 25mil millones de dólares, y, más distanciados, Canadá, Reino Unido, Alemania y Japón. Luego, todos en Europa, Francia, Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia, Países Bajos, Polonia. Y en seguida, Italia, España, Austria y Suiza. 

Pero para Europa todo este gasto sólo representa una pequeña parte del costo, pues mayores han sido las pérdidas económicas, energéticas, sociales, simbólicas y geopolíticas de esta guerra, y vienen muchas más: los países del Viejo Continente van a tener que seguir pagando más cara la energía, además de recortar todavía más sus gastos sociales y estados del bienestar, con el fin de aumentar desmesuradamente el gasto militar, además de asumir los costos de posibles misiones “de paz” o de interdicción contra Rusia en territorio ucraniano. Y eventualmente la “inversión” en la reconstrucción de Ucrania y el ingreso de este país semidestruido en la Unión Europea no se ven como un gran negocio. El envío directo de tropas europeas, además, podría tener un costo importante en vidas humanas. 

Otro hecho. Los integrantes de la Unión Europea se van a rearmar. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión, presentó una propuesta de préstamo conjunto, o sea de nuevo endeudamiento, por unos 150mil millones de euros para gastos militares, como una especie de fondo que sería sólo una parte del total de una inversión de 800mil millones de euros para elevar las capacidades de defensa de los veinte y siete países. 

La idea es satisfacer y estimular una demanda común para adquirir en conjunto, tipo “cártel”, así como reforzar la base industrial, reduciendo los costos y uniformando más los estándares y la interoperabilidad de los equipos e infraestructuras bélicas, a través de un aumento del rubro de la defensa en los presupuestos públicos, equivalente por lo menos a un punto y medio del PIB. Los gobiernos se aprontarían para gastar para fines militares los fondos de cohesión europeos que, teóricamente, se erogan para mejorar el estándar de vida de la población. 

Es decir, el planteamiento va en contra de dos pilares que motivaron y permitieron el delicado y, hasta cierto momento, exitoso experimento de integración europea después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, la creación de una región de paz y de bienestar compartido, justo después de décadas de conflictos destructivos y crisis económicas. 

La precipitación de los eventos bélicos y políticos en las últimas semanas, preconizada desde un principio por los comentaristas y especialistas más atentos en Occidente, acelerada tras el desastroso encuentro de Donald Trump y Volodymyr Zelensky, están llevando a Europa hacia la derrota: los líderes continentales y de la propia UE, guiados por Francia y Reino Unido, han cobijado a Zelensky nuevamente en Londres, prometiendo más soporte material y diplomático a Kiev y pidiendo a Moscú un cese al fuego de un mes para “sanar” la ruptura euro-americana. 

No se entiende cómo es que Putin pudiera estar interesado, justo ahora que mantiene control territorial en las zonas ocupadas y que Trump le ha abierto el camino para un acuerdo que puede presentar como una victoria rusa y un embate para la OTAN.

Los mercantes de la guerra y los complejos industriales-militares, aun con los recortes al presupuesto militar anunciados por Trump, pueden todavía dormir sueños tranquilos porque Europa planea reemplazar a EUA, aumentando las compras militares del promedio actual de 1.9 puntos del PIB al 5%. Para evitar aranceles, además, esta enorme cantidad de dinero deberá de gastarse en productos, materiales, armas y municiones estadounidenses. Negocio bien redondo para el imperio.

Armas y soldados son las palabras que están en la boca de la mayoría de los líderes europeos en estos días, pero no se dan cuenta de la derrota económica y militar que están sufriendo, aparejada al declive geopolítico relativo del proyecto de integración de la Unión, mismo que intentan revivir a partir del plan refrito de creación de un ejército común, algo inviable en el corto y mediano plazo, sobre todo porque no existe todavía un Estado confederal que lo respalde. Otro aspecto preocupante es que esta espiral perversa de recortes a lo social para invertir en lo militar en la vieja Europa está y estará beneficiando cada vez más el discurso y el caudal electoral de las ultraderechas.

Ucrania, cada vez más débil, sigue en la terrible debacle que comenzó con la primera etapa de la guerra en 2014, que acabó con la anexión de Crimea por parte de Rusia, y que ahora se agudiza: no va a poder entrar en la OTAN, evidentemente, pero también se desdibuja la perspectiva de que ingrese a la Unión Europea, una opción a la fecha muy costosa para ambas partes.

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Fabrizio Lorusso
Fabrizio Lorusso
Fabrizio Lorusso Profesor investigador de la Universidad Iberoamericana León sobre temas de violencia, desaparición de personas y memoria en el contexto de la globalización y el neoliberalismo. Maestro y doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Colaborador de medios italianos y mexicanos. Integra la Plataforma por la Paz y la Justicia en Guanajuato, proyecto para el fortalecimiento colectivo de las víctimas

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