En la otra frontera, los migrantes no celebran

Nada estuvo más lejos del evento organizado en Tijuana que la frontera sur de México. Los discursos de la élite política, empresarial y religiosa sonaron como un eco lejano en Tapachula, donde la dura política migratoria y la marginación de los centroamericanos se convirtieron en la antípoda del dicurso oficial.

Texto: José Ignacio De Alba

Fotos: Issac Guzmán / Tragameluz

TAPACHULA, CHIAPAS.- A la frontera sur del país no llegaron empresarios, diputados, senadores, gobernadores ni líderes religiosos. A este municipio fronterizo o asistió ni siquiera el presidente municipal. Apenas un pequeño evento en la plaza principal replicó el mensaje de Tijuana. Aquí, el acto amenizado con la marimba no tuvo nada de histórico.

El primer problema con el que se topó la alcaldía de Tapachula fue que el calor descompuso las pantallas para la transmisión del magno evento por la Paz, la Dignidad y la Amistad que se celebraría a más de 3 mil kilómetros al norte. El momento de angustia de los organizadores pasó rápido cuando se improvisó un proyector.

Para el hondureño Wilmer Banegas y su familia no hay emoción: llegaron al Parque Central buscando entretenimiento (“no tenemos televisión”) y se desilusionaron al enterarse de que en la plantalla se proyectaría un acto político.

Wilmer se reúne en el Parque Central de Tapachula con otros migrantes todos los días. Aunque tiene una autorización temporal para estar en México y lleva aquí cuatro meses, teme que lo deporten, pues conoce casos de personas a las que los permisos la policía les confiscó sus permisos. “Con la facilidad que nos dieron los papeles, así igualito nos los pueden quitar”, dice el hombre que en Honduras trabajaba como albañil.  

Ni él ni su familia estaban enterados de las negociaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos para evitar una guerra comercial entre los dos países. Aún así, el miedo a ser devueltos a su país aumentó esta semana con la detención de una caravana de 420 migrantes sudamericanos.

Chiapas es la prinicpal puerta de entrada de migrantes indocumentados a México. En este estado se concentra la mayoría de las estaciones para detención de migrantes de todo el país. Hace unos días se anunció el envío de 6 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur para diversas tareas de seguridad, entre ellas detener el flujo de personas.

De acuerdo con lo que dice el presidente Andrés Manuel López Obrador en Tijuana, solo entre enero y mayo de este año, 521 mil personas han entrado al territorio nacional de foma irregular. Es el triple de las cifras registradas en los mayores picos de la década pasada.

Esta región, el Soconusco, “se ha convertido el centro de un remolino social y político”, asegura un funcionario estatal que trabaja en el sur de Chiapas. Diversas organizaciones dicen que las detenciones han aumentado y se han endurecido, además de que las condiciones en que los migrantes son tratados violan derechos humanos.

Por eso los discursos de Tijuana suenan tan distantes y tan inútiles.

El evento en Tapachula parece más un mítin partidista. El primer regidor Isidro Ovando Medina, que asiste en calidad de representante del presidente municipal asegura que “Tapachula siempre se ha caracterizado por seguir al presidente Andrés Manuel López Obrador”.

La orquesta municipal, integrada por varios marimberos, también está presente, igual que un centenar de funcionarios que fueron obligados a asistir a la proyección, aunque Medina insiste en que es un “evento ciudadano”.

Para el nicaragüense Jonathan Interiano, de 23 años, el acto no tuvo la mayor importancia. No sabe ni cómo se llama el presdiente de México. El muchacho explica que lo único que él necesita es un trabajo, aunque no sabe leer ni escribir; su familia lo espera en su país de orígen pero que él prefiere intentar mandarles dinero.

Interiano es un viajante solitario que busca llegar a Florida, pero no tiene ni idea de dónde está. Por lo pronto, pasará la noche en el Parque Central donde se lleva a cabo la proyección del magno evento de Tijuana. Cuenta que no tiene un peso y que recientemente le robaron todas sus cosas.

De unas 400 personas que vieron la proyección, sólo la mitad se quedó hasta el final. La lluvia vaporosa del trópico ahuyentó a varios de los paseantes y algunos migrantes escucharon los discuros completos. Al final varios de ellos se fueron a dormir al mercado de la ciudad u otros escondrijos. Otros más pidieron dinero en las calles para cenar algo. Alguno más desesperado le pidió a un transeúnte que le regale su chamarra para no pasar la noche descobijado. 

Para miles de migrantes que duermen en Tapachula, la noche será larga. Tijuana queda demasiado lejos.

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