Amamantar para recuperar un derecho prohibido

En México menos del 15 por ciento de las madres alimentan a sus bebés con leche materna como consecuencia de la privatización de la salud neonatal; este año cientos de familias participaron en las tetadas masivas, como parte de las celebraciones de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, con el propósito de visibilizar la importancia de la lactancia, promover su normalización en espacios públicos y recuperar el derecho prohibido en la sociedad moderna.

Texto y foto: Itzel Ximena Torres / @ximena_tra

“La leche materna no es lo mejor, es lo natural”, bajo esta afirmación el 3 de agosto, decenas de mamás asistieron a la Tetada Masiva de Guadalajara, con la motivación de posicionarse contra el morbo que la lactancia provoca cuando se practica ante ojos públicos, pero también para promoverla como un elemento que garantiza bienestar emocional y salud tanto a las madres como a los recién nacidos.

La capital de Jalisco fue tan sólo una de las 56 sedes de “Tetadas Masivas” celebradas en diferentes ciudades de México, entre el primero y el siete de agosto, fecha en la que se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna desde hace 29 años.

Alrededor de la convivencia familiar en Guadalajara el Programa Integral de Lactancia Universitaria (PILU) celebró la II Feria Cultural en Lactancia Humana y ofreció asesorías gratuitas de lactancia y talleres como: danza con tú bebé, defensa personal, estimulación temprana y yoga. Todas esas actividades, se realizaron en el Centro de la Amistad del DIF Guadalajara.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la leche materna debe ser el alimento exclusivo de los bebés desde el primer contacto con la madre en el nacimiento hasta sus primeros seis meses de vida. Después de los seis meses de vida se introducen poco a poco otros alimentos y la leche materna continúa nutriendo, pero también fortaleciendo el sistema digestivo, la flora intestinal y se convierte en un regulador de los cambios que experimenta con los alimentos un bebé hasta los 3 años de edad; las historias de quienes continúan tomando leche materna hasta los 5 años se multiplican y con ello, experiencias de plena salud.

Sin embargo, de acuerdo con la UNICEF, en México sólo uno de cada tres bebés recibe leche materna como alimento exclusivo en los primeros 6 meses de vida. Eso significa que, como se muestra en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, sólo el 14.4% de los niños mexicanos reciben el alimento más importante de la vida del ser humano, durante el tiempo recomendado por parteras, pediatras, doulas, abuelas, e instituciones de salud pública.

“Quien amamanta es alguien que va contra el sistema. Su hijo se enferma menos y no va a comprar medicamentos ni otros productos de la industria infantil como la fórmula. Al mercado no le conviene la promoción de la lactancia porque significa que las mamás dejen de consumir algunos productos”, explica Claudia Hernández, lactivista, fundadora y directora general de PILU.

El programa PILU ha conseguido en pocos años de echado a andar, recuperar espacios para hablar de la lactancia que estaban estrictamente destinados a la alimentación accesoria con leches en polvo. También ha recuperado espacios públicos como estaciones del Tren Ligero, la adaptación de lactarios en plazas públicas, y convencer a nutriólogos y médicos en formación, de que la lactancia materna es un derecho de dos personas y un protector de salud invaluable, pues se ha comprobado que se evitan enfermedades como cáncer, obesidad infantil y diabetes.

Además del inconveniente que resulta la lactancia para el mercado de productos infantiles, Claudia comenta que son varias las razones por las que no se amamanta en México. Entre ellas está la creencia de incapacidad de las madres para producir leche; el nulo acompañamiento que reciben por parte de familiares y de profesionales de la salud; el mito de la turgencia de los pechos después de amamantar; y en casos de embarazos no deseados –muchas veces productos de violencia sexual–, el rechazo a crear vínculos con el bebé.

Las mamás a las que el sistema orilla a experimentar estas circunstancias no logran disfrutar los beneficios que vienen con la lactancia, ni brindarlos a su bebé. Las mujeres que lactan se les genera menos probabilidades de contraer cáncer cérvico uterino, cáncer de mamá, depresión posparto y, además, mayor rapidez para regresar a un peso ideal, después del embarazo.

Bebés seguros criados con amor

“Los niños que son amamantados por cuatro meses, tienen protección en su sistema inmunológico por cinco años. A todo eso se le llama factor de inversión de lactancia, porque no sólo protege para el presente, también para el futuro”, explica Claudia Hernández.

Sin embargo, más allá de los beneficios para la salud, las madres que amamantan también señalan la creación de un vínculo con su bebé que no puede igualarse con otras prácticas.

La corriente dentro de la pedagogía, de crianza respetuosa y con apego positivo, define la lactancia como la fase fundamental para generar en los recién nacidos y bebés en sus primeros años, confianza sobre los estímulos externos que apenas están descubriendo que representan una amenaza y no siempre son amigables como los ruidos de la calle, los cambios de temperatura, la violencia contextual, la interacción con sus pares y otros adultos.
“Antes que nada, el contacto que tenemos ella y yo es algo muy bonito. Puedo sentír los latidos de su corazón cuando estoy amamantando”, me cuenta Norma Angélica Pérez mientras alimenta a su hija en la “tetada masiva” en Guadalajara; su bebé ya tiene un año y cuatro meses.

Una sociedad que oprime lo natural

El bombardeo publicitario de marcas leche artificial para bebés, las recomendaciones post parto de enfermeras al igual que médicos y la sociedad confundida sobre lo que es natural y un derecho, han derivado que madres que dan pecho, sean criticadas y oprimidas en espacios públicos cuando algunos incluso mujeres, advierten que provocan morbo quienes alimentan a sus bebés en el tiempo y momento que lo necesitan, sin tener que considerar dónde se encuentran.

Hace un año las integrantes de PILU atendieron un caso en el que a una mamá la sacaron por la fuerza de un centro comercial en el centro de la ciudad, por sentarse a dar de comer a su hijo. La indignación en redes sociales brotó y madres solidarias acudieron a la plaza de la tecnología para protestar y defender sus derechos; informaron sobre la lactancia pero estuvieron a punto de quedar arrestadas bajo la justificación de que los “desnudos” estaban prohibido en una plaza donde se comercializa pornografía.

Dos años antes en plaza Galerías una madre resultó expulsada del centro comercial por elementos de seguridad privada porque estaba “prohibidos amamantar.”

“Me pasó que estaba dando pecho en un lugar público y como a mi bebé no le gusta estar tapado se quitó la cobija y como tres personas me voltearon a ver esperando que me tapara de nuevo. Le tuve que volver a poner la cobija a la niña, pero estuvo incómoda y llorando”, cuenta Norma Angélica.

Este morbo e intolerancia hacia el acto de alimentar a los hijos con el pecho de la madre, persiste debido a que las mujeres están acostumbradas a “lactar en las sombras”, como lo explica la directora de PILU: “las mujeres que conocemos que amamantaron, siempre lo hicieron bajo la sombra, se iban a otra recamara o si lo hacían delante de otros se cubrían con una manta”.

En círculos conservadores, no se impide que se amamante, pero se oculta como si se tratase de algo incómodo no para los bebés, sino para los demás adultos, en comunidades rurales pasa todo lo contrario, se fomenta como actividad natural y es un aprendizaje que pasa de generación en generación.

La escasa naturalidad con la que la lactancia es vista, tiene a la vez como consecuencia la falta de un referente cultural que muestre a las mamás cómo amamantar. De acuerdo con la experiencia de Claudia Hernández, en México las mamás no saben cómo colocar al bebé en el pecho, ni identificar las señales de hambre. Esa misma fue la razón por la que ella fundó PILU al nacimiento de su primera hija.

Además de los eventos como la feria y tetada de este sábado, PILU ha promovido la creación de zonas preferentes para amamantar, en centros comerciales de la ciudad y estaciones del Sistema de Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara. Con dichos lugares, se pretende que las mamás en periodo de lactancia tengan un espacio de comodidad para amamantar, sin embargo, no es un requerimiento que alimenten a sus bebés en esa zona.

Dentro de las acciones a futuro de PILU, está promover la creación de una Ley para la Protección, Apoyo y Promoción de la Lactancia Materna, que proteja los derechos de la madre y del niño, así como las existentes en Nuevo León y el Estado de México.

“Los temas que se tocarían (en la ley) son el de los lactarios en universidades, instituciones de gobierno y empresas, y el de derechos laborales, para que se sancione a las empresas que no cumplan con la hora de lactancia que le tienen que dar a las madres”, explica Andrea Tenorio, asesora legal de PILU.

Una red de apoyo cuando no se puede amamantar

Aunque los casos son pocos, hay madres que deben interrumpir dar pecho a sus hijos debido a condiciones de salud como el VIH y el consumo de ciertos fármacos. De igual forma hay bebés que al nacer prematuros o tener un bajo peso, deben pasar tiempo en la incubadora, imposibilitados de tomar leche directa del pecho de su mamá, lo que extiende su malestar pues justo lo que revitaliza a un prematuro, es el contacto físico con la madre.

En esos casos quien interviene es el Banco de Leche del Hospital Materno Infantil Esperanza López Mateos. En este establecimiento, además de recibir donaciones de madres que tienen buena producción de leche y de hospitales que cuentan con un lactario, someten la leche materna a un proceso de pasteurización para conservarla y hacerla llegar a los bebés que no pueden ser amamantados.

Adriana Berenice Paniagua, Coordinadora del Banco, estima que cada mes las donaciones rondan los 40 litros. Sin embargo, en ocasiones no son suficientes para la demanda de los bebés en el hospital, pues entre el 20 y 30 por ciento se descartan por contaminación de las muestras.

“Nosotros vamos al domicilio de las mamás que donan por sus muestras y recibimos leche de hospitales como el Zoquipan y el Hospital Regional de Autlán. Una vez que la leche llega, hacemos pruebas para saber si los bebés la pueden consumir. Si para empezar la leche tiene un color marrón o rojizo, trae papel, insectos o cabellos se tiene que descartar”, explica la coordinadora.

Lo que hace falta es cultura de donación y difusión sobre el tema para que las mamás sepan que existe un banco de leche, según Adriana Paniagua. A pesar de ello el banco sigue siendo una buena opción para conservar y promover la lactancia aún en casos que incluyan complicaciones médicas.

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Ximena Torres
Ximena Torres
Estudiante de periodismo, fotógrafa y reportera feminista trabajando por hacer el periodismo en el que creo. Interesada en temas como justicia para las mujeres, salud, movilidad e interculturalidad. Ganadora del Premio Jalisco de Periodismo 2019.

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