Abogado de resistencias territoriales, a la Semarnat

Guadalupe Espinoza Sauceda fue nombrado titular de la Coordinación de Asuntos Jurídicos de la Semarnat, dependencia a la que ha demandado en casi una docena de ocasiones

Texto y fotos: Jade Ramírez 

GUADALAJARA, JALISCO.- Guadalupe Espinoza Sauceda es popularmente conocido por ser uno de los dos estrategas legales y políticos de Temacapulín contra la presa El Zapotillo, megaproyecto construido por la Comisión Nacional de Agua y la empresa española FCC en Jalisco. El abogado ahora es el coordinador de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

En el mes de julio recibió del nombramiento en la dependencia a la que ha demandado casi una docena de ocasiones y llevado a juicios.

Ahora está del otro lado del escritorio, poniendo en práctica los aprendizajes obtenidos en la última década; a la par de sus credenciales académicas: es doctor en Desarrollo Rural por la UAM Xochimilco, con la tesis: “Sujeto y legalidad en la lucha contra la presa El Zapotillo: Caso Temacapulín”, en 2018. Su maestría en Desarrollo Rural, también en la UAM, la consiguió con la tesis “El conflicto agrario entre Milpa Alta y San Salvador Cuauhtenco: Espacio para un crecimiento urbano irregular. Hacia una propuesta de política pública”.

Resistencia en todo México

Además de defender a Temacapulín, Espinoza Sauceda fue asesor de Zacualpan, Colima, contra la minería. Allí asesoró el litigio contra la Procuraduría Agraria; obtuvieron una sentencia que declaró aquel poblado nahua como el primer territorio indígena libre de minería en México.

En Presidio de los Reyes, Nayarit, Espinoza Sauceda asesoró defensa legal contra el despojo de la Muxatena y la oposición a represar las aguas del río San Pedro.

En Guerrero, apoyó a comunidades indígenas de la región de la Montaña, así como de Ayutla de los Libres. A éstos les acompañó con capacitación para litigio estratégico contra megaproyectos. A la comunidad de Cuentepec, en Morelos, contra concesiones mineras que amenazan su territorio. Y en Tapalpa, al sur de Jalisco, a vecinos contra un basurero clandestino.

En el Frente de Pueblos en Defensa del Territorio donde convergen articulaciones en Morelos, Puebla y Tlaxcala contra la termoeléctrica, acercó opiniones técnicas en el ámbito jurídico.

En el Movimiento Mexicano Antirrepresas (el Mapder) y la Red Mexicana de Afectados por la Minería integró el acompañamiento legal de varias resistencias. En el norte del país, de donde es originario, asesoró a los mayos del sur de Sonora, además de emprender acciones legales en la península de Yucatán, en Tabasco, Campeche y Quintana Roo.

Campesino abogado

El nuevo funcionario público nació en Baca, Choix. Entre surcos y pastizales creció bajo la dinámica común del desierto. Lleva casi 20 años de haber salido de la tierra que aró junto a sus hermanos bajo el amparo de su madre y su padre, sin que se haya erradicado el acento al norte y su estilo campirano, lo que quizá sea la aptitud que le permite tender puentes empáticos con los pueblos y las comunidades embestidas por decisiones gubernamentales que les afectan.

¿Cuál es el motivo para que acepte el cargo?

“Las condiciones sociales y políticas están cambiando. Aunque no se perciba el cambio drástico, pero sí hay cambio y se está construyendo”, responde.

Para pocos causa sorpresa que esté trabajando en el actual gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero simultáneamente los que saben que ha apoyado al tabasqueño también reconocen su crítica hacia él. Es un defensor de derechos humanos más político que místico, pero que sabe respetar las deidades.

Salsa de chiles y libros

Su entrega a las estrategias legales de los conflictos socioambientales más críticos de los 500 casos que tiene registrados la Semarnat, según la cuenta del propio secretario Víctor Toledo, ha sido en ocasiones un apostolado.

Junto a su pareja y fórmula profesional, Claudia Gómez, encontraron en la fabricación y venta de los Chiltemacas —salsa casera con base en chile de árbol tostado en aceite con ajonjolí– una manera de subsistir.

Las personas que representan legalmente no reciben el trato de clientes sino de sujetos de derechos. No siempre pueden pagar por sus servicios profesionales y, cuando lo hacen, el monto no representa la tarifa que un despacho común de abogados cobraría.

El sustento de la familia de Espinoza Sauceda está basado en la mencionada venta de las salsas de chile que preparan en su casa, en la producción de libros alusivos a las luchas que acompaña y en la impartición de talleres a comunidades, estudiantes y periodistas.

No es la primera vez que Espinoza Sauceda ocupa un puesto en la administración pública. Tardó un mes en aceptar la invitación de ser el encargado de los asuntos jurídicos de la Semarnat. Pero en los cinco minutos que tuvo en privado con el secretario Toledo Manzur, acordó que “él tenía la libertad de sustituirlo cuando viera que no estaba cumpliendo”. Y el abogado pidió lo mismo: “salirme y renunciar cuando lo considerara así”. Ante el cuestionamiento de cuánto duraría en el cargo, responde: “el objetivo es avanzar en una estrategia política de largo plazo”.

‘No cambio mis ideas’

En un muro que da a la plaza central de Temacapulín, Jalisco, hay una pinta sin título. Es la reproducción de la fotografía que capturó un personaje cercano a la resistencia del pueblo contra la inundación por la presa El Zapotillo. Vienen caminando entre la neblina de otoño mientras tomaban acuerdos, Gabriel Espinoza —vocero de la lucha— y Guadalupe Espinoza. Fueron capturados de sorpresa y sin dejar de hablar. Sostienen una suspicaz sonrisa y miran a la cámara.

Días antes de ocupar su cargo en la administración federal, Guadalupe Espinoza acudió a una asamblea comunitaria en los portales de Temaca. Ahí notificó su decisión de desmarcarse jurídicamente de la lucha por obvio conflicto de interés.

Para personajes observadores de esa resistencia podría resultar una traición. Para el abogado, titulado de la Universidad de Occidente en El Fuerte, Sinaloa, se trata de otra estrategia:

“Soy un abogado del pueblo y entiendo que el pueblo va llegando al poder otra vez después de 1917. Como en 1934 y 1940 con Lázaro Cárdenas, ahora se presenta esta oportunidad aunque algunos no la entiendan. Y en eso estamos, tratando de que el pueblo sea el Estado o esa alianza del pueblo-gobierno sea el Estado”.

Quizá lo único que va a extrañar ahora en su etapa de burócrata, explica, es la lectura. Ese apasionante pasatiempo que lo ha llevado a devorar cientos de publicaciones de literatura, historia y libros técnicos de derecho.

Junto a su hermano Luis, se ha dedicado a recuperar la memoria oral de su tierra natal, las prácticas agrícolas, culturales y pasajes inverosímiles de personajes míticos de la región. Cosas plasmadas en docenas de artículos publicados en Río Doce, en la sección cultural. También sostuvo correspondencia amistosa con Javier Valdez, su paisano, hasta días antes de que lo asesinaran. De él guarda un cariñoso recuerdo cargado de tristeza por su muerte.

El límite

—¿Cuáles son los topes que te marcas para no seguir en el cargo?

—No litigar contra los pueblos, sino ayudarlos a salir de la encrucijada en que nos encontramos junto al gobierno. Entiendo que AMLO está a favor de los pueblos pero también requiere el respaldo de la sociedad en general. En una decisión final apelaría a la objeción de conciencia sobre firmar algo. Firmar en contra de Temaca, por ejemplo, no lo haría: prefiero renunciar.

Guadalupe Espinoza es de los contados abogados litigantes que acompañan a sus representados lo mismo a una mesa de diálogo político, a una misa, una marcha o un plantón, con todo lo que pueda implicar: desgaste emocional, presión psicológica y hasta el temor de una embestida violenta.

El abogado asistirá a las próximas reuniones entre el gobierno federal y la comunidad amenazada de convertirse en un embalse artificial del río Verde para abastecer de agua a Guanajuato, pero ahora sentado del otro lado.

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