#8M y #9M: Nuevas formas de protesta en torno al Día Internacional de la Mujer

Por Darinka Laviada Martínez/ @DarinkaLaviada

Aunque muchas son las críticas hacia el movimiento feminista, es éste al que se suman miles de mujeres cada día con la esperanza de un cambio, uno de raíz. Es un nuevo despertar, sumado a la desesperación de un presente que no sólo provoca desigualdades sino, también, miedo y muertes de mujeres.  

10 mujeres mueren diariamente víctimas de un feminicidio en México, otras tantas desaparecen y muchas otras son violentadas física, sexual y psicológicamente todos los días. Por ello, el 8 de marzo se marchó y el día 9 se ausentó.

Es importante recordar que el día de la mujer, celebrado el 8 de marzo, es una lucha que tiene su origen en marzo de 1911, cuando 123 mujeres murieron tras un incendio en una fábrica de camisas en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, donde los propietarios decidieron cerrar puertas, imposibilitándoles la salida del lugar. La lucha empezó allí y para el 8 de marzo de 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró esta fecha como el Día Internacional de la Mujer. Gracias a la lucha de las mujeres a través del tiempo, se ha logrado la reforma de leyes, la creación de nuevas, el establecimiento de derechos, el voto, la oportunidad de estudiar, la libertad sexual y ser dueña de una misma, pero, aún falta mucho por lograr.

La espera fue larga entre la controversia masiva en redes sociales sobre presuntas agresiones, los avisos de grupos feministas, las amenazas de personas en contra del movimiento, las preguntas y respuestas del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador respecto al tema, y la emoción de salir sin miedo y ver a todas esas mujeres revolucionarias unidas por un mismo objetivo: derrocar un sistema patriarcal y machista. El día finalmente llegó, domingo 8 de marzo del 2020 y en la ciudad de Guadalajara, en punto de las once de la mañana ya había movimiento en Plaza Universidad, en la zona del Centro Histórico.

A las cinco de la tarde ya había miles de mujeres con colores alegres en sus rostros y dos pañuelos bien sujetados a su cuerpo como a su causa, uno morado que significa la adhesión a los valores y los objetivos del movimiento feminista, y uno verde que significa el derecho a la legalización del aborto. En el ambiente se sentía la fuerza de todas aquellas mujeres gritando al son de sus derechos y exigencias.

A las seis en punto la enorme hilera de mujeres y hombres que cubría cuadras y cuadras comenzó a moverse. Iban divididos en tres contingentes: el primero, conformado por familias de mujeres desaparecidas en México y víctimas de feminicidio; en el segundo contingente de la marcha iban feministas, lesbianas, personas trans y no binarias; en el último se congregó publico mixto, en donde caminaron los hombres que se unieron a la causa. En las extremidades iban elementos de la policía mujeres.

En el camino fueron incesantes los cantos y gritos feministas de mujeres diciendo:

¡Levanta la mano si a ti te han acosado!

¡Justicia, justicia, justicia, justicia!

¡No somos una, no somos 100, pinche gobierno cuéntanos bien!

¡El que no brinque es macho, el que no brinque es macho, el que no brinque es macho!

¡Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!

¡No son muertas, son asesinadas!

Además, llevaban pancartas de diversos materiales, colores y tipografías con frases como:

¨Ni una menos¨;

¨Mi mamá me enseñó a luchar¨;

¨No somos histéricas, somos históricas¨;

¨No me calmo, por las que faltan, por las que vienen y por las que están¨;

¨Juntas, libres y sin miedo¨;

¨Somos el grito de las que ya no están¨;

¨Hoy no están todas nuestras voces juntas porque desde la tumba no se puede gritar¨;

¨Si mañana no vuelvo, mamá, no llores que morí luchando¨.

Ya obscureciendo y llegando a la Glorieta de las y los desaparecidos, como se le llama actualmente a la que originalmente era la Glorieta de los Niños Héroes, algunos contingentes recibieron varios ataques con lo que parecía ser algún tipo de ácido/gas, creando psicosis en las personas. Más eso no las detuvo ni separó, continuaron una y otra vez hasta llegar a dicha glorieta con aplausos, gritos y lágrimas de satisfacción tras esos siete kilómetros de caminata bajo el sol, saltos, baile, canto, gritos, susto, amenazas, lucha. El día terminó con el reporte de protección civil de que no fueron 2 mil, fueron: 35 mil, las y los asistentes a la marcha por el Día Internacional de las Mujeres.

Al día siguiente, despertamos con la mañanera del presidente, diciendo que las feministas son libres, pero que hay una vertiente del movimiento en contra de él; pareciera que hay muchos en su contra que son siempre conservadores y que todo gira en torno a él. Vaya tirano que en días anteriores hizo de lado a esta parte de la población y puso como prioridad la venta de boletos para la rifa del avión presidencial.

Arrancamos y terminamos el día sin las mujeres mexicanas, porque decidieron desaparecer un 9 de marzo de 2020 de sus labores, su trabajo, sus escuelas, sus redes sociales, del transporte público, de las vías de traslado, de cada una de las calles con la única finalidad de crear conciencia sobre lo que significa que las mujeres dejen de estar presentes, por las que han sido acosadas, por las que han sido seguidas, por el hostigamiento presente en sus trabajos, por el abuso, por haber sido subestimadas, por la violencia, por los feminicidios atroces.

Falta mucho, la impunidad no sólo va de quien comete el delito en contra de una mujer, sino también de quien lo permite.

El martes 10 de marzo esas mujeres regresaron a su vida cotidiana, pero 10 de ellas ya no volverán nunca.

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