Revista RompeMuros: Agrietando el muro penitenciario

Rompemuros forma parte del Inside-Out Prison Exchange Program, un movimiento internacional que busca promover el pensamiento crítico y reducir barreras de exclusión social mediante clases conformadas por estudiantes universitarios y personas privadas de su libertad (PPL). En otras palabras, Inside-Out combina la educación formal con una experiencia de intercambio socio-pedagógico entre los estudiantes externos y las PPL.

Desde 2017, a través de los diversos encuentros de Inside-Out en el Reclusorio Metropolitano del Estado de Jalisco, se ha desarrollado la revista penitenciaria, Rompemuros, un medio a través del cual las palabras provenientes de quienes participan en este proyecto pueden ser leídas, comprendidas y apreciadas por el resto de la sociedad.

El grupo se conforma por PPL del Metropolitano y estudiantes de diversas carreras del ITESO, a través del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Incidencia en el Sistema Penitenciario”, así como estudiantes externos de otras universidades que han cursado alguna clase de Inside-Out anteriormente.

En el seminario se desarrolla un proceso creativo y de análisis, con el que se define el contenido de la revista y se coordina la convocatoria de textos e imágenes, para luego dictaminar los trabajos recibidos. En cada número temático se encuentran narrativas, poemas y dibujos elaborados por los integrantes del seminario y otras PPL en el Metropolitano.

Conoce aquí sus historias.

Por Valeria Aguillón Zamora / @aguillon_zamora

El estado de Jalisco cuenta con su Sistema Penitenciario de Reinserción social que se encuentra allá… Excluido de su sociedad. Allá, donde se reafirman los estigmas. 

Ese lugar también conocido como Puente Grande forma parte de la Comisaría de Prisión Preventiva que tiene cupo para 2 mil 992 personas privadas de su libertad (PPL), pero una población real de 6 mil 309. Misma sobrepoblación se presenta en la Comisaría de Sentenciados que puede albergar a 2 mil 118 personas, pero en realidad tiene 4 mil 378 internos.

El centro penitenciario del Gobierno de Jalisco está conformado por la Comisaría de Prisión Preventiva, la Comisaría de Sentenciados, la Comisaría de Reinserción Femenil y la Comisaría del Reclusorio Metropolitano. Entre todas resguardan a 11 mil 644 personas privadas de su libertad, pese a que fueron diseñadas para albergar únicamente a 6 mil 082, lo que implica que están al doble de su capacidad, según la Estadística Penitenciaria Nacional a enero de 2020, que publica el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social.

Puente Grande es un penal sobrepoblado donde se reafirman los estigmas diariamente. Donde hay personas que llevan privadas de su libertad por años sin que se les haya dictado sentencia. Donde hay personas, como en todos los reclusorios del país, que no saben por qué se encuentran en pequeñas celdas; hombres y mujeres que no saben qué han hecho para infringir la ley o que ignoran por qué ellas y ellos están ahí, y no aquellos que roban miles de millones de pesos con corbata, mocasines y un cargo público;“polítiquillos” les dicen. 

Los centros penitenciarios, conforme relatan algunas historias de Rompemuros, son lugares donde no se ve el abuso de poder ni la deshumanización latente; así como tampoco cómo sufren las personas privadas de su libertad alrededor de todo el país.

Uno de estos lugares es el centro de alta seguridad: Reclusorio Metropolitano, mejor conocido como: el Metro. Ahí abundan los protocolos, las vestiduras naranjas, los límites espacio y tiempo, pero no existen los espejos.

Ahí las PPL difícilmente mantienen una certidumbre de su rostro o su existencia, incluso, por temporadas largas se ha tenido suspendido el sistema básico escolar, comentan aquellos que se encuentran ansiosos por aprender, abrir un libro, seguir sus estudios para llegar a ser profesionistas y poder ganar en “un trabajo bien”, como les gusta llamarlo.

A pesar de ello, la institución penitenciaria de Jalisco, no cierra los espacios para que proyectos interesados en la humanización de los centros penitenciarios puedan llevarse a cabo.  Uno de estos esfuerzos es el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) Incidencia en el sistema penitenciario del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores (ITESO), el cual trabaja allí con el objetivo de ayudar en la construcción de alternativas para la reintegración social de quienes actualmente se encuentran bajo custodia del Sistema Penitenciario Mexicano.

Fotografía de Diego Sebastián Ramírez. 

Es muy sencillo decir: la frustración se apoderó de mí como un pequeño se aferra a su golosina favorita, la desesperación fue mi fiel acompañante, la incertidumbre tomó el lugar de mi propia sangre y el estrés fue un consejero imbatible en mí, como una plaga, daba penurias a mi mente la cual por supuesto voló tan alto que de caer, no habría cómo dividir la realidad de la suposición.

No saber lo que sucederá es como un veneno que carcome los huesos y derrite el alma. En un principio la esperanza es culpable de todo. La visita del abogado, el cual tiene la facilidad de hacer creer que todo marcha bien, hace en el recién llegado al Reclusorio, un cierto alivio, sin embargo hay un detalle que el subconsciente nota, supongo, porque la desesperación por lo “inminente” crece horriblemente cuando cada minuto, cada hora, se espera que la puerta de aquella celdita se abra y el sujeto vestido de azul que me llevó ahí sometido, me diga en un diferente tono y actitud que todo terminó. El abogado nunca dice cuándo saldré, solo que pronto.

-Jorge. N. Solorio. Persona privada de su libertad.

Link para seguir leyendo el texto: http://www.rompemuros.mx/wp-content/uploads/2020/04/Revista-Rompemuros_Volumen-III-2.pdf

Cuando llegas a una prisión de Máxima Seguridad, es cuando se sabe el verdadero significado del encierro.

Mi vida dio un giro de 360° y, no fue por azares del destino, fue por la decisión que tomé cuando decidí fugarme. Por seguridad, decidieron trasladarme al CEFERESO de Alta Seguridad; ingresé el 24 de enero del 2002.

Todo fue nuevo para mí, las órdenes las daban gritando, había perros ladrando y gente susurrando. Aun no sabía dónde estaba y ya había empezado mi calvario. Cerré los ojos para tratar de asimilar lo que estaba sucediendo cuando escuché que me grita- ban: “¡usted acaba de ingresar a un centro federal de máxima seguridad, aquí sólo es un número!”. Sentí mis tímpanos reventar, me asignaron un número pero, con todo lo que estaba pasando, no pude oírlo bien y, cuando un oficial me lo preguntó de nuevo, no supe decírselo. Los gritos comenzaron de nuevo.

892 se quita la ropa, el cuerpo le tiembla bajo la ropa interior, las voces lo aturden, la ropa in- terior cae al suelo, la piel se le eriza de frío. Obedece, 892 se dirige hacia los escalones que han sido denominados: La Rampa. 892 jamás ha estado tan vulnerable como hoy. Toca la punta de sus pies, hoy descubre quién manda.

El cráneo recibe la rasuradora, el corte, nada estético, es requisito del centro. Luego del baño, el agua estaba tan fría que 892 siente cada gota de agua como si fueran clavos. Se le asigna uniforme, está su- cio y gastado, el olor le recuerda al sudor que se ha secado tras varios días. El pantalón le queda grande, la camisa aún más. 892 llega al área de C.O.C. y se sabe observado, si cuida bien su comportamiento, le asignarán un módulo. 892 vive quince largos días en esa zona. 

-Marcos Contreras. (PPL)

Link para leer más textos: http://www.rompemuros.mx/wp-content/uploads/2020/04/Revista-Rompemuros_Volumen-III-2.pdf

Fotografía de Diego Sebastián Ramírez. 

Fotografía de Diego Sebastián Ramírez. 

 

¿Qué es el PAP Incidencia en el sistema penitenciario? 

Más que un seminario, son las personas que lo integran,

más que un oscuro lugar de cuatro paredes, es un salón 

con olor peculiar a café, tazas blancas y limpias, té, galletas,

plática, un debate.

Un momento de reflexión, discusión, gustos en común.

Más que un delito o error, hay un trasfondo, una historia,

una vida más, una persona valiosa.

Un espacio de vulnerabilidad, casi el único en este encierro,

una apertura a los sentimientos, la confianza lo permite,

la confidencialidad, el no juzgar y escuchar. 

-Lorena Gódinez, estudiante del PAP de Incidencia en el Sistema Penitenciario del ITESO.

Número especial. Reflexiones desde el encierro de afuera en tiempos de COVID-19. 

Fotografía de Diego Sebastián Ramírez. 

***

Cuando pensamos que…

La libertad se mide solamente por las decisiones que podemos tomar

sin pensar en el tiempo, en las acciones, en las repercusiones, en la familia.

Cuando creemos que…

Juntarte con personas “malas” te hace ser más malo porque

“el que con lobos anda a aullar se enseña”

Cuando creemos que …

Los que están adentro se lo merecen por que

“algo muy grave debieron hacer”, “porque tienen que pagar sus consecuencias” 

sin pensar un poquito en el sistema

tan jodido de justicia que tenemos o por no considerar 

siquiera la palabra del perdón. 

O cuando

Dejamos de lado la igualdad para siquiera pensar o tener

el imaginario de que somos mejores personas 

por estar o tener diversas comodidades. 

Cuando pensamos que son los únicos

que cometieron un crimen, sin pensar que más de alguno

de nosotros cuando éramos pequeños también nos robamos

de alguna tienda comercial ese dulce o juguete que tanto queríamos.

Cuando pensamos que por ir

vestidos de negro y ellos de naranja somos superiores

más estudiados, con un futuro más prometedor.

Cuando creemos que la pobreza

promueve el crimen, la violencia, porque

eso afirma el librito.

-Estefania Serna, estudiante del PAP de Incidencia en el Sistema Penitenciario del ITESO.

Número especial. Reflexiones desde el encierro de afuera en tiempos del COVID-19.

El Proyecto Incidencia en el sistema penitenciario del ITESO, es conocido dentro de “El Metro” como: la visita de los miércoles; para quienes lo integran es el espacio donde salen las letras y se pone en práctica la memoria de lo vivido, pero también de los abusos, el dolor, la ansiedad, la tristeza y sobre todo la impotencia de todos acerca de la libertad, el encierro, los estigmas y las etiquetas, la justicia, la violencia estructural que vivimos todos y carecemos algunos más que otros.  

Uno de los objetivos del proyecto es la edición y realización de la Revista Rompemuros, donde se publican contenidos escritos por las personas que se encuentran en custodia, permitiendo así, por medio de sus propias narrativas, una visión sensible y en primera primera persona de lo que es ser privado de tu libertad por nuestro sistema penitenciario. 

Se busca darles voz con el fin de desestigmatizarlos y eliminar los estereotipos que se han creado en torno a ellos: “Son etiquetas que limitan la visión y la posibilidad de interactuar con una persona”, explica Danielle Strickland, profesora del PAP y coordinadora del eje de Educación del proyecto, quien agrega: “se busca mostrar ese otro lado, la complejidad de la persona”.

La vida dentro de los centros penitenciarios se mantiene aislada del resto de la sociedad, creando una enorme barrera de diferenciación que fomenta los estigmas sobre ellos: “Sabemos muy poco de lo que pasa ahí dentro y casi nunca tenemos la oportunidad de escuchar sus voces”, explica Danielle.

Por ahora están allá, en Puente Grande, excluidos de la sociedad, pero en un intento para ya no ser los de “afuera” y los de “adentro”; este proyecto de incidencia buscar ser un espacio de encuentro donde los de anaranjado y los de negro (color designado a las visitas) se reúnen en torno al aprendizaje, el compañerismo, la confianza, el respeto, la honestidad y la valentía que se muestra dentro del aula.

Este proyecto se resume en la solidaridad y la desestigmatización que se plasma en la revista ROMPEMUROS donde la interseccionalidad de saberes profesionales conformado por profesoras y estudiantes de distintas carreras del ITESO se suman a las historias de vida de las personas privadas de la libertad para crear múltiples grietas que permiten ver más allá de los muros del Metropolitano.

Dolor

Dolor que paraliza el

Cuerpo con esas

Gruesas cadenas

Que destrozan la existencia

Dolor de hambre y tortura

Y tú con tu indiferencia

Pueblo mío

Yo reacciono

Dolor que los otros sienten

y tú no sabes qué hacer

libérame de esta agonía

¿Qué acaso no lo ves?

Dolor que habla, me duele,

y nadie lo quiere escuchar

que con tanta corrupción

yo no sé en quién confiar

Dolor social que marea

con esas improvisaciones

que el cambio ya se avecina 

con las próximas elección. 

Por Fernando Pineda (PPL), Rompemuros No. 3

Dibujo de Jorge Juárez (PPL).

Para seguir leyendo narrativas de este proyecto, les dejamos el link al último número de Rompemuros: 

http://www.rompemuros.mx/wp-content/uploads/2020/04/Revista-Rompemuros_Volumen-III-2.pdf

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