México: comunidades forestales piden un salvavidas al Estado para no ahogarse con la crisis del COVID-19

La pérdida de empleos que enfrentan las empresas forestales comunitarias en México, a causa de la pandemia, puede abrir el camino a la expansión de la frontera agrícola; por ello 290 comunidades y organizaciones exhortan al gobierno mexicano a reconocer el carácter estratégico del sector forestal del país.

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Hace casi 37 años comunidades zapotecas y chinantecas en la Sierra Juárez de Oaxaca lograron que el Estado mexicano ya no entregara a empresas privadas y paraestatales concesiones para el aprovechamiento de los bosques. Las comunidades se hicieron cargo del manejo de sus zonas forestales. En este tiempo no solo lograron detener la deforestación en su territorio, también construyeron un proyecto productivo que incluye aserraderos, centros de ecoturismo, fabricación de muebles y cultivo de plantas de ornato.

En tres décadas, esas comunidades consiguieron hacer del aprovechamiento sustentable de sus bosques una fuente para financiar la construcción y mantenimiento de escuelas, centros de salud, caminos, sistemas de alumbrado público, programas de becas, pensiones, eventos culturales y hasta las fiestas patronales de la región.

Hoy todo eso se encuentra en riesgo no solo en la Sierra Juárez de Oaxaca, también en Durango, Chihuahua, Michoacán, Puebla, el Estado de México o Quintana Roo, entidades en donde hay comunidades que viven del aprovechamiento sustentable de sus bosques y en donde las empresas forestales comunitarias enfrentan una severa crisis de liquidez a consecuencia de la parálisis económica provocada por la pandemia de COVID-19.

Manejo Forestal Comunitario-Ixtlán-Oaxaca

México es pionero en el manejo forestal comunitario. Foto: Cortesía Elías Santiago-Ixtlán de Juárez.

Del total de la madera de procedencia legal que se comercializa en México, 70 % (8.5 millones de metros cúbicos al año) proviene de comunidades y ejidos que realizan manejo forestal sustentable, señala el biólogo Salvador Anta, especialista en temas forestales, miembro del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) y consultor de Política y Legislación Ambiental (Polea).

Durante la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19, las empresas comunitarias forestales del país han registrado entre el 55 y 70 % de caída en la venta de madera procedente de bosques con manejo sustentable, señalan Israel Santiago García, presidente de la Unión de Productores Industriales de Oaxaca, y Ernesto Herrera Guerra, director de Reforestamos México.

Esta caída en las ventas de la madera y la suspensión de actividades que las autoridades federales consideraron no esenciales podría haber ocasionado ya la pérdida del 60 % de los 160 000 empleos que generan las empresas forestales comunitarias en todo el país, de acuerdo con los reportes que recibe el ingeniero José Juan Martínez Villanueva, director técnico de la Unión Nacional de Organizaciones de Forestería Comunal (Unofoc), desde las 67 organizaciones que conforman esa asociación.

Ante este panorama, 290 comunidades, empresas y organizaciones de la sociedad civil, ubicadas en 24 estados de México, presentaron un pronunciamiento conjunto, titulado El sector forestal como salvaguarda ante los escenarios de COVID-19 y cambio climático, en el que exhortan al gobierno federal a intervenir y evitar que la crisis provocada por la pandemia provoque un golpe mayor a las poblaciones que viven del manejo forestal sustentable y, como consecuencia, a los bosques del país.

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En Ixtlán de Juárez, Oaxaca, el manejo forestal comunitario genera 212 empleos directos. Foto: Cortesía Elías Santiago.

En su pronunciamiento, las comunidades, empresas y organizaciones plantean 11 medidas que incluyen acciones inmediatas para asegurar los bosques del futuro. Entre estas acciones están el que los gobiernos federal y estatales adquieran productos forestales nacionales certificados, provenientes de los bosques comunitarios, para las obras de infraestructura; que se otorgue una prórroga para el cumplimiento de las obligaciones fiscales y que se entreguen apoyos directos a mujeres en situación vulnerable que trabajen en la industria forestal.

También se contemplan iniciativas de mediano y largo plazo, entre ellas acciones más eficaces para frenar la corrupción que permite la tala clandestina y el cambio de uso de suelo en los terrenos forestales; la creación de un fondo de contingencia para el sector forestal; la promoción de un portafolio de inversión para la reactivación de la industria maderera, de transformación y construcción, que incentive el uso de materiales certificados y el rediseño de los pagos por impacto ambiental.

Además, se propone impulsar políticas gubernamentales que destinen más presupuesto al sector; la promoción de la sustitución gradual de las importaciones forestales, a partir de un programa de incentivos para la productividad y la certificación, y el desarrollo de estrategias de comunicación que promuevan el consumo responsable de productos forestales certificados.

Entre las organizaciones que respaldan el pronunciamiento están la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecas-Chinantecos de la Sierra de Juárez (Uzachi), la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica, la Asociación de Mujeres Indígenas Mayas y la Unión de Ejidos y Comunidades de Producción Forestal y Agropecuaria General Emiliano Zapata (Unecofaez), entre otras.

Comunidades forestales, como Capulálpam de Méndez, han buscado diversificar sus proyectos productivos, por lo que además de la producción de madera han creado centros ecoturísticos, cuyas actividades están suspendidas a partir de la emergencia sanitaria. Foto: tomada de la página de Facebook de Turismo ecológico comunitario Capulálpam mágico.

Garantizar el manejo sustentable de los bosques

Sobre las acciones inmediatas que solicitan en el pronunciamiento, el director de Reforestemos México, Ernesto Herrera, llama la atención sobre una urgencia que tienen las comunidades forestales: “Es la época de sequía y las comunidades deberían tener los recursos necesarios para combatir incendios, para sacar la madera del bosque, para producir planta en sus viveros y reforestar; la naturaleza no va a esperar a que pase la crisis”.

Alina Santiago Jiménez, encargada de la certificación en cadena de custodia de la Productora Comunal de Muebles de Ixtlán de Juárez, Oaxaca, y asesora administrativa del Comisariado de Bienes Comunales de Ixtlán, destaca que la crisis por la pandemia coloca a las comunidades en un riesgo mayor a mediano plazo. “Nos dicen: cierras y pagas el salario mínimo a los trabajadores, y tal vez tengamos recursos para aguantar esa situación un par de meses, pero eso nos va a pegar en un año, en la inversión que nosotros hacemos para mantener los bosques sanos; no vamos a tener de dónde sacar para cubrir esas necesidades, que son la base de todo el desarrollo sustentable”.

Francisco Luna García, presidente de la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecas-Chinantecos de la Sierra de Juárez (Uzachi), asegura que las comunidades que realizan manejo forestal sustentable reinvierten alrededor del 60 % de sus utilidades en acciones para el cuidado de los bosques, como son  el control de plagas y la prevención de  incendios.

Combate de plagas

La organización de las comunidades es clave para enfrentar las plagas que afectan a los árboles. Foto: Cortesía Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecos-Chinantecos de la Sierra Juárez.

Las comunidades y organizaciones que firman el pronunciamiento consideran que al sector forestal se le podría destinar parte de los recursos que actualmente están asignados a Sembrando Vida, el principal programa social del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que cuenta con un presupuesto diez veces mayor que el destinado a la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Lo que se propone —explica el ingeniero— es tener una interlocución con las diferentes instancias de gobierno para lograr una reasignación de recursos que permita atender todo el territorio forestal del país.

Para definir con transparencia y equidad la cantidad de recursos a asignar a cada comunidad forestal, el ingeniero Herrera sugiere tomar como referencia los 4322 dólares por hectárea por año en que están valorados los servicios ecosistémicos que presta la biodiversidad en México, de acuerdo con el reporte 2018 de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés).

Bosques templados en Durango, México

Desde 1976, ejidos y comunidades de Durango administran de manera sustentable 1 097 029 hectárea de bosques. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

Fortalecer a las empresas forestales comunitarias

Para José Juan Martínez una reasignación de recursos permitiría fortalecer a las empresas forestales comunitarias que, a pesar de generar 80 % de los empleos del sector, no son beneficiarias del programa Sembrando Vida.

Alina Santiago menciona que las instancias gubernamentales tratan a las empresas forestales comunitarias como si fueran compañías privadas: “Todavía no se entiende que en nuestras empresas se conjunta la parte comunitaria, incluso de usos y costumbres, y la parte de una administración gerencial”.

Alina Santiago menciona un ejemplo: en 2019 varios proyectos de la Sierra Juárez de Oaxaca recibieron recursos federales destinados para las comunidades indígenas; los fondos se utilizaron para combatir una plaga de gusano defoliador, e incluso el gobierno estatal de Oaxaca hizo aportaciones para el combate de incendios y varios proyectos de manejo sustentable de los bosques. Sin embargo, las solicitudes de apoyo para sus empresas forestales comunitarias no tuvieron éxito.

Para Ernesto Herrera, la desatención gubernamental a las empresas forestales comunitarias, así como las presiones del mercado por obtener siempre mejores precios, dan forma a “una bomba” que pone en riesgo la gobernanza sustentable.

“No podemos decir —señala Herrera— que en las comunidades forestales las fuerzas estén perfectamente alineadas; los grupos que han estado buscando que se expanda la frontera agropecuaria van a tener más argumentos para que sus ejidos y comunidades busquen una nueva forma de vida, donde se privilegie más la agricultura y ganadería y no el manejo forestal”.

Prevención de incendios

La apertura de brechas corta fuego es una de las acciones de prevención que se realizan en los bosques comunitarios, como los existentes en Durango. Foto: Cortesía Conafor.

Salir de la crisis con crecimiento

El pronunciamiento de las comunidades y las organizaciones civiles también plantea la ampliación de las áreas autorizadas para aprovechamiento forestal.

El potencial de crecimiento de esta actividad, se remarca, es enorme: de las 60 millones de hectáreas que hay de zona forestal en México, 30 millones tienen un potencial productivo, y de esos solo 5.5 millones tienen permiso de aprovechamiento; ampliar esa superficie beneficiaría la competitividad de las cadenas productivas del sector, que hoy solo tiene capacidad para proveer el 25 % de los productos forestales que se consumen en México.

José Juan Martínez advierte: “No se trata de dar permisos por dar; autorizar el aprovechamiento forestal comunitario de más superficies tiene que ir acompañado de una serie de capacitaciones y de seguimiento, para garantizar que los bosques sigan siendo bosques. Hay suficientes ejidos en el país que han demostrado que eso es posible: Ixtlán, en Oaxaca y la Unecofaez, en Durango son sólo los ejemplos más conocidos.”

Bosques de Durango, México

El manejo forestal sustentable con enfoque de paisaje permite que preservar el carácter de los bosques del noroeste de Durango. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

La crisis desatada por la pandemia, coinciden quienes impulsan el pronunciamiento, muestra que el sector forestal es esencial para el país, no solo por ser un importante generador de empleos y desarrollo para muchas comunidades y ejidos, también por los beneficios ambientales que otorga el manejo sustentable comunitario, al demostrar que es posible aprovechar los bosques y garantizar su futuro.

Ernesto Herrera destaca que en este contexto “no podemos hablar de la pandemia sin hablar del agua que nos brindan los bosques, indispensable para la prevención; no podemos hablar de la pandemia y de la salud de los pulmones sin hablar del aire limpio que generan los bosques; no podemos hablar de los cubrebocas que utilizan los doctores sin hablar del bosque, porque contienen celulosa; no podemos hablar de la pandemia sin hablar de las tarimas que se utilizan para transportar los alimentos a las ciudades. El sector forestal es un sector esencial; necesitamos que el gobierno lo vea, lo reconozca y le ayude”.

* Imagen principal: Ixtlán de Juárez ha diversificado sus actividades de aprovechamiento forestal, además de la producción de madera también tiene un centro ecoturístico y otras empresas. Foto: cortesía Elías Santiago.

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Link Original: https://piedepagina.mx/la-educacion-rural-no-es-cortar-limon-en-la-pandemia/

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