Enfrentar el cáncer en medio de la pandemia: la historia de Gonzalo, paciente oncológico de la tercera edad

En Jalisco, algunas personas no sólo se enfrentan al riesgo de ser contagiadas con el virus que provoca el COVID-19, también día con día luchan con enfermedades crónicas.

Este es el caso de Gonzalo Aguirre, un hombre de la tercera edad quien a pocos días de haber iniciado las medidas de confinamiento y aislamiento social producto de la emergencia sanitaria en el estado, recibió su primer tratamiento contra el cáncer que padece.

Por Aletse Torres Flores / @aletse1799

“Desde el primer contacto con el oncólogo me ha ido muy bien, gracias a la ayuda de mi familia y Dios he tenido la suerte de recibir todos mis tratamientos” comentó en entrevista Gonzalo Aguirre, paciente oncológico.

Gonzalo Aguirre González, tiene 69 años, siempre ha llevado una vida saludable, asegura, pero hace seis meses aproximadamente, fue diagnosticado con Linfoma no Hodgkin, en nivel 3. El linfoma no Hodgkin (NHL por sus siglas en inglés) es un tipo de cáncer que comienza en los glóbulos blancos llamados linfocitos que forman parte del sistema inmunitario del cuerpo, por lo general inicia en los ganglios linfáticos u otro tejido linfático y a veces puede afectar a la piel.

Su tratamiento en el Hospital General Regional 46 perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) comenzó poco antes del inicio de la contingencia sanitaria y las medidas de confinamiento social, el 4 de marzo, según recuerda Gonzalo. Por el momento, solamente acude a las quimioterapias cada mes, aunque cada una llega a durar hasta seis horas, desde las 8:30 a.m. que llega al hospital hasta las 2:00 p.m. que sale rumbo a su casa. El próximo 29 de agosto cumplirá 6 meses con su tratamiento y las únicas medicinas que recibe, además de la quimioterapia, son dos tabletas de paracetamol que son “bastante eficientes”, dice.

“Cuidando no enfermarse más”

Desde que empezó la emergencia sanitaria en Jalisco, cuenta Gonzalo, se implementaron varios filtros de seguridad en su hospital y relata que su sección ha sido muy limpia y organizada. Al principio no estaban “tan exigentes”, advierte, dejaban entrar a las y los acompañantes, en su caso a su esposa Bertha, pero llegó un punto en el que tuvo que entrar solo para obedecer y respetar las medidas.

El primer filtro por el cual pasan los pacientes explica Gonzalo, se encuentra en la explanada, en éste le toman la temperatura, ponen gel y una vez que revisan que “todo esté bien” pasa a un segundo filtro en la puerta del hospital. Ahí un doctor le revisa de nuevo, le pregunta a dónde va, así como, sobre su tratamiento; ya una vez adentro tiene que pasar a control para las citas, de ahí al consultorio y solamente le queda esperar el turno de su quimioterapia.

A pesar de que directamente nadie del personal médico le ha comentado los riesgos que podría sufrir al asistir a la clínica, Gonzalo sabe que al ser una persona de la tercera edad y padecer una enfermedad crónica, tiene el riesgo de enfermarse de COVID-19 como cualquiera:

“No lo dicen directamente, pero al ir a un hospital sabes que te expones a millones de enfermedades y con el protocolo de seguridad te dan a entender que tienes que cuidarte. Es cargar con tu cubrebocas, careta si puedes, tapado de todo el cuerpo, hasta una cachucha, para evitar la mínima exposición”.

Y en el regreso a casa, Gonzalo y su esposa Bertha cuentan con su propio sistema, ya sea que vayan a una consulta, su tratamiento o a los análisis de laboratorio, lo realizan. En los asientos del carro ponen una sábana previniendo que se contamine, al llegar a su hogar, se quitan los zapatos y Gonzalo va directo a la azotea a desvestirse para bañarse; mientras tanto, Bertha antes de bañarse, sanitiza todo lo que salió de la casa.

“Drásticamente no ha faltado el medicamento, pero sí pasa”

Al encontrarse en medio de la pandemia, Gonzalo confiesa que ha sido “afortunado”, porque a diferencia de otros pacientes su tratamiento no se visto afectado. De los 5 meses que ha asistido, sólo una vez le ha tocado ver que faltaba el medicamento:

            “Ahorita que recuerdo, una sola vez me toco que regresaron a tres personas por no tener sus medicinas, mira nos citan a las ocho de la mañana, estamos esperando y siempre salen a decirnos que nos pasemos, pero esa vez salió un enfermero y le dijo a uno que no tenía su medicina, que no había llegado, que fuera con su doctor a ver qué pasaba. Al rato volvió a salir dos veces, con las mismas noticias, entonces me sentí temeroso que tampoco hubiera llegado el mío, pensé “ya no salgas” y tuve suerte, porque no volvió a salir”.

Lamentablemente el caso que presenció Gonzalo no es aislado, a principios de julio, madres de niñas y niños con cáncer y mujeres con cáncer de mamá se manifestaron en la ciudad de Guadalajara para exigir sus tratamientos, en algunos casos tienen desabasto desde hace tres meses; en esta misma manifestación, expusieron que se tiene desabasto en cuatro claves, que en el mercado llegan a alcanzar un precio de hasta 17 mil pesos.

“No salgo para nada más”

El confinamiento lo han cumplido desde que el Gobierno de Jalisco lo solicitó, sus familiares cercanos les ayudan a comprar sus “provisiones”, cualquier cosa que necesiten lo dejan en la cochera y ahí mismo lo lavan, “no importa que sea cartón, fruta o plástico, no nos tomamos el riesgo”.

Berta y Gonzalo se acompañan en el encierro, llaman por teléfono o se envían mensajes con sus seres queridos y, en ocasiones, ven a sus hijos por la entrada, a una distancia de tres metros o más, esto lo hace más ameno, pues como dijo Gonzalo “es un rato, pero es un alivio verlos”.

Gonzalo se siente sano, si bien la quimioterapia puede traer ciertos malestares, a pesar de ello, los suyos han sido mínimos, ya que dice que tiene un “ángel” que lo cuida y motiva a seguir adelante.

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Aletse Torres
Aletse Torres
Vivo de café, amo los gatos, no creo en las etiquetas. Desde niña quise ser periodista por Spiderman, me invento unas fotos, cubro cualquier tema con pasión, respeto y verdad.

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