“Nadie se espera eso, mucho menos de un papá”, testimonio de víctima de abuso sexual infantil

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Por Martha Guillén / El Suspicaz 

Nancy (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima) es una adolescente de 17 años. Vive en un pueblo de apenas mil 715 habitantes en el sur de Jalisco, un pueblo conservador y mayormente católico.

Ella es estudiante de bachillerato y como cualquier chica de su edad es alegre, divertida y le gusta el baile. Pero hace 3 años su vida era completamente distinta. “Solía ser una niña callada, distante, distraída, siempre estaba muy triste. No quería comer y era muy llorona era como todo lo más feo que pudo haberle pasado”, narró Liliana (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima) madre de Nancy.

Desde muy pequeña Nancy fue víctima de abuso sexual. Sin entender si quiera lo que pasaba, ella se sentía mal y esperaba que su agresor se detuviera. Pero él no paró. Ella al no comprender por la situación que estaba pasando, vivió en silencio una y otra vez las agresiones de su padre.

“Fue algo muy doloroso porque pues nadie se espera eso, mucho menos de un papá. Al principio no entendía qué era lo que pasaba. Pero mientras fui estando en la escuela, fui entendiendo muchas cosas, hasta que supe que eso no estaba bien. Yo siempre le decía que me dejara, que yo no quería que me hiciera nada. Pero a él prácticamente le valía, no tomaba en cuenta mi opinión”.

Estas vivencias hicieron que Nancy perdiera la confianza en las personas y hasta en ella misma. Comenzó a sentir un miedo y una vergüenza inexplicable que no lograba entender.

“Al principio fue muy traumático porque quedé como con ese miedo a hablar con hombres o relacionarme con hombres, por el mismo hecho de que sentía miedo de que fueran a ser igual o me fueran a hacer daño”.

Nancy narró que su agresor la manipulaba para que sintiera que ella era la culpable de lo que pasaba. Y así vivió por mucho tiempo sintiendo culpa por algo que ella no consentía y que cada vez pedía, rogaba y suplicaba que parara.

Primeras señales

Ella notaba que en público su padre tenía cierta manera de tratarla. Solía ser posesivo con ella y la avergonzaba en reuniones familiares, con sus compañeros de escuela o del trabajo.

 “Era extremadamente celoso. No me dejaba hablar con nadie, ni salir de mi casa. Me tenía como si fuera una presa en mi casa. No me dejaba salir ni a la esquina de mi casa. Y enfrente de las demás personas, veía que alguien se me acercaba y me veía con ojos de enojo. No quería que se me acercaran y a veces me hacía pasar muchas vergüenzas con mis compañeros. A veces tenía que hacer cosas con mis compañeros de trabajo y tenía que ir a sus casas y me hacía pasar muchas vergüenzas porque solo me estaba hablando que ya quería que me fuera a la casa. Tampoco podía ir a quedarme a dormir en casa de otra familia porque no le gustaba, por lo mismo de que si yo me iba no me podría hacer nada”.

Con el tiempo Nancy llegó a aceptar lo que le pasaba. Incluso trató de reprimir lo que sentía y lo que pensaba al respecto. Pensaba que podría hacer a un lado esa parte de su vida y que tal vez así ya no le afectaría a nivel emocional.

“Mientras fue pasando el tiempo pues… Ya cuando dejó de pasar yo fui sabiendo que pues ya había pasado y no servía de nada estar en el pasado. Ya lo había aceptado gran parte de mi vida, entonces no tenía caso que dejara que me siguiera afectando en el futuro”.

Sin embargo, familiares de Nancy se dieron cuenta que su actuar no era normal y temían que algo malo le estuviera pasando. Se acercaron a ella para preguntarle. Ella cansada y frustrada por lo todo lo que se guardaba decidió hablar.

Tenía miedo de cómo su familia iba a reaccionar. Tenía miedo de ser juzgada y que no le creyeran como ha visto que les ha pasado a otras chicas en la misma situación. Tenía miedo de ser señalada por la gente. Pero finalmente el apoyo de su familia la llenó de valor y decidió a hablar.

“Fue un proceso muy doloroso porque al principio ya no quería ni salir. No quería que la gente me viera. Pero mi familia lo tomó muy bien en sentido de que me apoyaron. Al principio sí sentía que no me iban a creer. Pero no, al contrario, sí me apoyaron. Me decían que todo iba a estar bien y no iba a estar sola. Fue un gran apoyo por parte de ellos. Fue más por eso que yo me animé a ya no sentir ese miedo, a ya no sentirme insegura y denunciar. Yo decía que no quería porque sabía que se venían muchas preguntas. Pero mi mamá me dijo que si yo quería que él pagara entonces tendría que ser fuerte y hablar”.

Revictimizada por las autoridades

Para Nancy el proceso que vivió para llenarse de valor y poder hablar con su familia sobre lo que le pasaba le llevó varios años de sentirse sola, angustiada y temerosa. Cuando por fin decidió denunciar ante las autoridades a su agresor, fue juzgada y reprendida por haber esperado tanto tiempo.

“En el momento en que yo fui a demandar, la persona que me atendió me trató muy mal. Me hacía sentir que yo tenía la culpa y si me equivocaba en una pregunta me regañaba. De hecho, me quería salir ya, porque me regañaba y me trataba muy mal y yo no esperaba que me tratara así o más bien sí me lo esperaba y por eso no quería ir. No quería que me estuvieran juzgando o me estuvieran regañando por el simple hecho de haber tenido miedo y no hablar. Esto pasó en el MP (Ministerio Público) de Ciudad Guzmán hace tres años. Continué, pero me sentía incómoda porque me estaban juzgando. Ese día tenía que estar sola porque supuestamente nadie me tenía que decir lo que yo iba a decir”.

Para expertas en salud sexual y reproductiva esta actitud de parte de las autoridades habla de la falta de competencias, preparación y sensibilidad para juzgar este tipo de casos. No toman en cuenta todo el proceso por el que las víctimas de abuso sexual pasan antes de poder decidir hablar de ello, así lo explicó Giovanna Alexia Bravo Puebla, psicoterapeuta corporal y especialista en salud sexual y reproductiva.

“En primer lugar nos encontramos con el adultocentrismo. Es esta idea donde el adulto tiene una superioridad contra la niña o contra el niño solo por ser adultos. Entonces en esta cuestión de revelar el abuso, las niñas y los niños se topan con esta barrera de tener que enfrentar su palabra contra la de un adulto. Entonces desde esa perspectiva, si hablamos de un lenguaje adulto, pues el lenguaje que tal vez utilice la niña o el niño no va a ser el mismo y eso le quita peso, le quita credibilidad.

En segunda, al momento de revelar el secreto obviamente tenemos que pensar en todo lo que hubo para que se diera el abuso. Es decir, una amenaza, un chantaje, una manipulación por parte del adulto y eso lo que va a provocar es miedo y culpa. Principalmente son los dos aspectos que las niñas y los niños viven al momento de tener una experiencia de abuso sexual, la culpa y el miedo. Y de eso se agarran los mismos abusadores. Entonces entre las amenazas, el chantaje y la manipulación, por ser de una edad distinta o cualquier otro tipo de poder que le otorgue pues nos encontramos con esa barrera de contarlo”.

Solo 1 de cada 10 niñas o niños abusados hablan de ello

De acuerdo con la experta en salud sexual y reproductiva, el abuso sexual infantil en México es de los problemas más grandes que existen. El país se encuentra a nivel mundial en el primer lugar en el abuso sexual infantil y en embarazo adolescente.

“El abuso sexual infantil es un problema muy grave en todo el país. Seis de cada diez niñas van a sufrir algún tipo de abuso y cuatro de cada diez niños también van a sufrir algún tipo de abuso. En estadísticas tenemos que solo 1 de cada 10 niñas o niños abusados, van a revelar lo que pasó”, señaló Bravo Puebla.

Según datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG), de 2015 a lo que va del 2021 en el estado de Jalisco, la Fiscalía abrió 13 mil 875 carpetas de investigación por abuso sexual.

De estas, 456 carpetas de investigación corresponden al sur de Jalisco. Si solo una de cada 10 personas que viven abuso sexual hablan al respecto, podríamos hablar de que, en la región, de 2015 a 2021, en realidad serían 4 mil 560 niñas, niños y mujeres las que han sido víctimas de abuso sexual.

En el sur de Jalisco los municipios que encabezan el top 5 de los que más carpetas abrieron por abuso sexual de 2015 a lo que va de 2021 son Zapotlán el Grande con 181, Zacoalco de Torres con 51, Tuxpan con 49, Zapotiltic con 40 y Sayula con 36 casos.

Bastaría con multiplicar todas estas cifras por 10 para tener una visión aproximada al panorama real que las niñas y mujeres el sur de Jalisco viven por abuso sexual.

A su vez, en ese mismo periodo, en la región abrieron 80 carpetas de investigación por violación y 49 por acoso.

 

Sin embargo, ni el registro de la Fiscalía o el IIEG hablan del verdadero panorama sobre el abuso sexual infantil. Los datos no son específicos en sus reportes. Además, en sus reportes presumen los números como “logros”, pero no mencionan que la mayoría de carpetas de investigación se quedan solo en eso, porque no les dan seguimiento o que terminan como el caso de Nancy, con la absolución de su agresor.

Jueza de Ciudad Guzmán libera al presunto abusador sexual

Hace pocos días culminó el juicio en el que por fin dictarían sentencia al agresor de Nancy, o al menos es lo que ella y su familia esperaban. Sin embargo, una jueza de la Delegación Regional Zona sur de la Fiscalía con sede en Ciudad Guzmán, lo absolvió con el argumento de que en las declaraciones de Nancy y sus testigos una fecha no cuadró, lo que dejó el presunto delito en duda.

“Fue muy feo. Tanto que pasamos nosotros. Tres años yendo y viniendo, declaraciones, todo el público y esta niña con sus vergüenzas, para que todo haya salido así, al revés a nosotros. Dicen que estuvieron mal las fechas que dimos. Pero si acaso con un día se equivocó uno. Pero como yo les digo, es imposible de que uno recuerde todas las fechas exactamente. Son ya tres años”, lamentó Liliana, madre de Nancy.

Una fecha fue más importante para la jueza que las evidencias médicas, los peritajes psicológicos y el propio testimonio de Nancy, quien además tuvo que testificar lo mismo una y otra vez durante estos tres años a lujo de detalle.

“Tenían evidencias de ginecología. La declaración que ella dio ahí ante el público con todos los detalles que le estuvieron preguntando y no, nada nos hizo válido. Había muchas pruebas, estaba el psicólogo, el ginecólogo, estaba ministerio, todo mundo estaba y ellos (la parte acusada) no tenían ninguna prueba de nada. No tenían testigos ni nada que los avalara y aún así le dieron la libertad. La ley no es justa porque, uno tenía toda la verdad en las manos y no me parece justo que él ande muy feliz y contento por las calles, mientras que de uno van a decir que es mentiroso porque pues lo sacaron”, expresó la mamá de Nancy.

Ese día Nancy perdió la poca esperanza que tenía en el sistema de justicia. Perdió su tranquilidad y la libertad de la que apenas había logrado empoderarse. Ella hora tiene miedo de que su padre tome represalias en su contra.

“Ese día estuvo muy triste toda la tarde. Estuvo llorando inconsolablemente porque aparte de que ella tiene miedo de topárselo. Ya no va a poder salir sola porque ya en otras ocasiones había amenazado de que se iba a vengar de nosotros cuando él saliera”.

Las autoridades no sólo minimizaron e invalidaron el testimonio de Nancy y las pruebas médicas. Además, constantemente la acusaron de mentir para obtener “beneficios”, pues sus padres viven separados y la acusaron de hacer complot para quedarse con la casa. Misma que ni siquiera le pertenece al acusado.

“El juez nos hizo mención varías veces en su momento de que si nosotros ya sabíamos que supuestamente mi papá le había dado la casa a él. Le dije que pues que yo sepa no. Mi papá hizo un testamento le dejó a un hermano y a mí, y le dije y si quieren verlo yo aquí traigo el testamento… Y sí, si dijo que según porque nosotros nos habíamos enojado que porque a él le habían dado la casa y que para que no nos la quitara inventamos todo eso”, señaló la madre de Nancy.

Sí hay acceso a la justicia, siempre y cuando no seas una mujer

Nancy narró que fueron frustrantes estos tres años de ir de un lado a otro para declarar una y otra vez lo que vivió. Siempre se sintió nerviosa y con el temor que las cosas no salieran bien. Tenía la esperanza de que procesaran a su agresor y pagara por lo que le hizo pasar durante su niñez.

Estaba entusiasmada con poder contar su historia para que otras niñas y mujeres que viven o han vivido lo mismo que ella, se empoderaran y se decidieran a hablar igual que lo hizo ella. Ahora solo cree que para las mujeres no hay justicia.

“Muy frustrada y decepcionada, porque sí me imaginé que así iba a ser. Pero pensaba que máximo dos años iba a acabar esto, pero no. Otros delitos que se cometen los manejan más rápido. Pero lo que se refiere a violaciones o feminicidios tardan bastante porque siempre los defensores de los agresores buscan cosas que no hay. Buscan pruebas que no existen contra la víctima. Sí hay acceso a la justicia siempre y cuando la víctima no sea una mujer”.

La madre de Nancy está consternada, pues puso todo su empeño en ayudar a su hija. Hace poco más de un año se enteró de que tiene cáncer, por lo que tuvo que dejar su empleo en una tortillería de su comunidad. Durante este proceso recibió apoyo económico de algunos de sus hijos y de gente que la conoce y estima, para que pudieran asistir a las audiencias.

“Sí ha sido difícil porque pues yo para el proceso judicial pues tenía que estar pagando a cada rato viajes y para que me llevaran a las audiencias. A veces hasta Guadalajara iba a las audiencias y pues ha generado muchos gastos este asunto, pero aun así le hemos topado. Cuando me enteré de esto que pasó pues me dio muchísimo coraje, muchísimo porque pues ella estaba chiquilla todavía y no me pareció justo que nada más se quedara así muy a gusto y que no se le juzgara entonces de esa manera yo me vi obligada a ir a denunciar. Yo lo único que quiero es justicia, pero como que la veo difícil”.

Sistema de Justicia ¿cómplices de violadores?

Alejandra Maritza Cartagena López, abogada y defensora de Derechos Humanos en el Comité de Latinoamérica y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM), mencionó que las y los jueces que no juzgan con perspectiva de género son cómplices de los violadores.

“La cultura patriarcal y machista tiene una estructura que ha permeado en la sociedad. En esta estructura la posición que tenemos como mujeres es como mujeres de segunda, donde somos sujetas de tutela, pero no de derecho”.

Esto significa que para las autoridades es completamente normal que otras personas puedan decidir sobre los cuerpos de las niñas y mujeres. Con ello permiten todos los abusos que viven las niñas y mujeres cada día.

“Por ello cuando una niña o mujer denuncia un abuso o violación, lo primero que pasa por la cabeza de los juzgadores es que esto es mentira. Que lo inventaron o en el caso de las niñas que se lo imaginaron, porque las niñas tienen mucha imaginación”.

Alejandra Cartagena señaló que es difícil entender cómo predomina la impunidad en los procesos de violencia contra las niñas y mujeres. Pero todo recae en la falta de preparación de quienes juzgan y dejan en libertad a los abusadores y violadores.

“No hay formación. Tenemos jueces y juezas que no están preparados para el cargo. Que no tienen el perfil, porque tiene que ver esto que se ha denunciado en diferentes ocasiones por diferentes organizaciones ´las cuotas y los cuates´ que finalmente o son consejeros, o son magistrados o son jueces. Y eso que permea mucho en las mujeres porque además no tienen perspectiva de género y sin hacer un análisis profundo, sin ver el contexto, sin ver la afectación de la menor se deja libre a una persona por solo haberse equivocado en una fecha”.

Necesario juzgar a los juzgadores

La defensora ha acompañado procesos legales similares al de Nancy. Relató que son tardados por la falta de sensibilidad de parte de los juzgadores y es común encontrase anomalías en el trayecto, así como apatía de pate de la autoridad. Lo que se refleja en impunidad y por ende se traduce en altos índices de violencia contra niñas y mujeres.

“Lo que podemos encontrar en las carpetas de investigación es dilación en la integración de la carpeta. Hay inactividad en las carpetas, hay abandono e irregularidades en la recolección y realización de pruebas. No se toma en cuenta el dicho de la víctima. Incluso en muchas ocasiones con lo que nos hemos topado es que el juez dice ´es que no hay testigos´. La violación es un hecho oculto y el solo dicho de la víctima debe ser suficiente para creer. Sin embargo, pues no lo hacen así. Lo que dicen son cosas como, ´ah es que como no había testigos de la violación entonces no lo vinculo a proceso´ y los dejan libres y esto es gravísimo porque finalmente los violadores se aprovechan de esto para seguir cometiendo este tipo de delitos”.

Recalcó que el no juzgar con perspectiva de género no permite tener claridad en los contextos de desigualdad y discriminación que viven las víctimas. Por el contrario, neutralizan la violencia, la normalizan y emiten el mensaje a los agresores de que la “justicia” no les hace nada.

“Finalmente, estos jueces acaban siendo cómplices de estos delitos cuando no juzgan como debería de ser y cuando no hacen su trabajo. Esas personas deben ser despedidas, pero también me parece que debería de empezarse a fincar responsabilidades por dejar libres a estos delincuentes”, señaló.

Ante casos como el de Nancy, Alejandra Cartagena recomendó a las familias acercarse a organizaciones civiles que las puedan acompañar y ayudar a denunciar a los jueces y las juezas que se convierten en cómplices y liberan a los violadores.

“Tenemos que denunciar a esos jueces y juezas, porque no podemos seguir teniendo a esa gente juzgando y dejando libre a los violadores. Imagínate el riesgo en que pone a la niña, a su familia, pero también a otras mujeres, a otras niñas y a otras personas. Les recomendaría denunciar a la juez, creo que deberían ir a todos los medios, a la televisión. Buscar organizaciones aliadas que les puedan ayudar y acompañar a poner una denuncia en el Consejo de la Judicatura. Ir a hablar con el magistrado, con el gobernador, me parece que tienen que hacer el ruido necesario para que ese agresor esté detenido. Lo hemos visto, que han detenido feminicidas, que han detenido violadores por la presión mediática que hacen, lo que está mal, porque deberían de hacer su trabajo aun cuando no se haga ninguna presión, pero si es necesaria hay que hacerlo”, concluyó.

Este trabajo fue publicado originalmente en El Suspicaz. Aquí puedes consultar la publicación original.

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