“Las personas migrantes tuvieron que volverse invisibles para sobrevivir”: Informe REDODEM 2020

La indiferencia del Estado aunada a la militarización y el cierre de fronteras trajo consigo retos y dificultades a casas, comedores y albergues que brindaron servicios de atención humanitaria a personas migrantes y con necesidades de protección internacional en México, durante el primer año de la pandemia de COVID-19.  

Sobre todo, recrudeció la violencia, la xenofobia y las violaciones a derechos humanos que ya sufrían las personas migrantes de parte de las autoridades mexicanas e, incluso, de la ciudadanía.

Así lo reveló el informe Movilidad Humana en Confinamiento. Contención, vulneración de derechos y desprotección en México” de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras Migrantes (REDODEM).

Por Aletse Torres Flores / @aletse1799

“Ya no sé a qué le tengo más miedo, a la violencia de la ciudad o a la pandemia” dijo un hombre migrante a la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras Migrantes (REDODEM), en el marco de la elaboración del informe “Movilidad Humana en Confinamiento. Contención, vulneración de derechos y desprotección en México”. 

En su octava edición el documento presenta un análisis de las dinámicas de la movilidad humana en México durante el año 2020, en medio de la pandemia de COVID-19. 

Entre otros elementos, destacó Luis Enrique González, coordinador del proyecto, los capítulos narran los retos que enfrentaron las casas, comedores y albergues que brindaron ayuda humanitaria a las personas en situación de movilidad. Además de la indiferencia del Estado para brindar servicios de atención, así como, la militarización y el cierre de fronteras en el primer año de la pandemia. 

El texto recoge la experiencia de 24 albergues, casas, estancias, comedores y organizaciones distribuidas en 13 estados, que brindan diversos tipos de acompañamiento a las personas en situación de movilidad en México. González, quien también dirige la organización FM4 Paso Libre en Guadalajara, Jalisco señaló que trataron de centrarse en las experiencias de quienes habitaban en estos espacios y de quienes les atendían. 

Para Heriberto Villaseñor, investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) e integrante del área de investigación de El Refugio Casa del Migrante en Tlaquepaque, Jalisco, este trabajo puede verse desde varios ángulos. Uno que destacó fueron los perfiles de las personas migrantes que fueron atendidas por los albergues que integran la REDODEM, pues explicó que, en 2020, predominó la presencia de la población hondureña, la cual representó el 62.8% de los flujos migratorios recibidos; a esta se sumó la comunidad de venezolanos con el 14.6%. 

Además, Villaseñor declaró que los grupos de edad fueron “moviéndose” para todos lados, aumentando la presencia de niñez y de personas de la tercera edad:

“Pareciera que ya no existe un rango de edad donde podamos representar a toda la población migrante. Esto a mi me llama la atención, porque ya no se trata de un solo grupo, sino de varios perfiles que necesitan estudiarse y conocer sus necesidades” sentenció Villaseñor. 

Por su parte, Iliana Martínez integrante del Programa de Asuntos Migratorios del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), señaló que la  pandemia no paró las violencias que viven en su camino  las personas en movilidad. 

La académica expuso que la falta de apoyo por parte del gobierno federal y estatal fue una pieza clave para que el crimen organizado pudiera operar con libertad en las rutas que transita la población. Anudado a esto, la militarización de las fronteras y de las autoridades migratorias incrementó las violaciones de derechos humanos hacia las personas migrantes, quienes sufrieron robos, secuestros, golpes y retenciones. Debido a esto, una parte de la población optó por rutas más peligrosas, poniendo su vida en peligro.  

En el texto documentaron una variedad de historias y testimonios que exponen cómo la violencia atraviesa a esta población en más de un eje.  Tal es el caso de un joven hondureño que salió huyendo de su país y en el viaje en tren perdió sus dos pies. A pesar de ello, no pudo quedarse en su lugar de origen, en donde dos de sus hermanos ya habían sido asesinados. 

Desde la experiencia de los albergues habló María Dolores, integrante del Albergue Decanal Guadalupano ubicado en el estado de Veracruz. Según compartió, las personas migrantes tuvieron que permanecer “encerrados” fuera y dentro de sus espacios desde el comienzo del confinamiento:

“Aunque quisieran regresar no podían regresar, no eran deportados, no podían pasar, todas esas personas se quedaban en el aire, todo por miedo al contagio”. 

Con el paso de los meses aumentó la vulnerabilidad de las personas migrantes y de quienes les daban la atención. Las personas migrantes tuvieron que hacerse “invisibles”, debido a que las autoridades continuaron con sus prácticas de criminalización, corrupción, xenofobia y violencia, de acuerdo con las y los defensores, fue y es una práctica recurrente quitarles sus documentos para después dejarlos libres, una situación que les deja en una mayor situación de vulnerabilidad.

A decir de las y los representantes de los centros de ayuda humanitaria, no pudieron cerrar sus puertas pues estos espacios se convirtieron en el único sitio seguro donde podían recibir ayuda. María Dolores desde Veracruz describe que tuvieron que reinventarse, implementando medidas fuertes de prevención para no contagiarse ni ellas ni la población migrante. 

Miguel Vilches, investigador y autor de uno de los capítulos, destacó que el aumento de la discriminación y la xenofobia de parte de la ciudadanía, por ello, llamó a comprender y sensibilizarse, a través de este documento, el contexto de quienes migran, así como los obstáculos a los que se enfrentaron al inicio de la pandemia y durante la misma.

Finalmente, Luis Enrique González, coordinador del informe, reconoció la labor de estos espacios de atención humanitaria como los únicos sitios seguros para la población en movilidad humana en medio de la pandemia. Con ello, invitó a las autoridades mexicanas y a la sociedad civil organizada a utilizar esta información como una “herramienta para mejorar en la atención humanitaria, los trámites burocráticos y las políticas migratorias del país” sentenció.

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Aletse Torres
Aletse Torres
Vivo de café, amo los gatos, no creo en las etiquetas. Desde niña quise ser periodista por Spiderman, me invento unas fotos, cubro cualquier tema con pasión, respeto y verdad.

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