Río Santiago: decenas de promesas sin cumplir

Terminar con la corrupción que permite descargas irregulares en el Río Santiago y atender a los enfermos a causa de su contaminación fueron las promesas que Andrés Manuel López Obrador realizó durante su campaña como candidato a la presidencia. Por su parte, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, prometió en su primer día de gestiones que era su prioridad sanear el río.

Sin embargo, las cifras actuales de agua residual tratada y el testimonio de Anahí, una mujer con insuficiencia renal, demuestran cómo estas promesas se han quedado en el aire, frente a una problemática que cada día genera más afectaciones.

Por Viviana Gutiérrez 

Foto portada: Green Peace

El Río Santiago nace en Ocotlán, Jalisco, en la ribera oriental del Chapala y recorre 475 kilómetros hasta desembocar en el océano pacifico por el estado de Nayarit. En Jalisco, algunos de los municipios que atraviesa son Ocotlán, Poncitlán, Atotonilquillo, Juanacatlán, El Salto y Tonalá.  

En los años sesentas, el Río Santiago era todavía un lugar con vida, sobre todo, en los límites entre El Salto y Juanacatlán, ahí podía disfrutarse una gran cascada de agua limpia. Además, los pobladores podían pescar, lavar y bañarse. Desafortunadamente, la industria que se instauró en la zona convirtió esta vida en muerte y contaminación.   

Fotografía antigua de las cataratas de Juanacatlán, recuperada del documental Resurrección (2016), de Eugenio Polgovsky, que trata sobre la devastación del río Santiago

Cindy McCulligh es una investigadora ambiental que ha dedicado parte de su trabajo a entender y explicar cómo se ha contaminado el Río Santiago. En su tesis doctoral titulada: “Alcantarilla del progreso. Corporaciones, corrupción institucionalizada y lucha por el río Santiago”, publicada en 2017, ofrece un recorrido por la historia de la industria que se ha asentado en esta región.  

En 1866, explica la investigadora, en la zona se fundó una de las primeras fábricas textiles: Río Blanco. Años después, en 1904, comenzó labores la también textil, Río Grande que se ubicó en las inmediaciones de la cascada. En 1935, se instaló en Ocotlán una fábrica de la empresa Nestlé y en 1947, ahí mismo, llegó la empresa estadounidense Celanese Mexicana. Para 1970, había más nueve industrias que sin control y vigilancia comenzaron a verter sus residuos al Río Santiago. Ahí fue cuando éste comenzó a morir. 

Según la página oficial del Gobierno de Jalisco, las empresas que actualmente operan en la zona son más de 700; la mayoría de ellas, han contaminado al río por años.

Sin embargo, la industria no es la única fuente de contaminación, pues a esto hay que sumar las aguas residuales provenientes de actividades agrícolas, pero sobre todo las domésticas, pues mucha del agua que contaminamos y desechamos quienes vivimos en la Zona Metropolitana de Guadalajara también va a parar al Río Santiago.

Anahí, una de las afectadas por la contaminación Del Río Santiago.

Anahí, una vida y una historia que se multiplica 

“¿Qué hay en ese rancho que todos mis pacientes son de allá?” fueron unas de las primeras palabras que  dijo el médico especialista cuando conoció a Anahí. A pesar de que distintos factores pueden derivar enfermedades renales estas declaraciones son una muestra del aumento de pacientes provenientes de poblaciones cercanas al río. 

Debido a las descargas de aguas residuales estas personas se enfrentan a una mayor exposición de metales pesados. Esto aumenta el riesgo a contraer enfermedades renales, respiratorias y cáncer; especialmente, en niñas, niños y mujeres embarazadas.

En diversos estudios científicos que han tomado muestras de agua del Río Santiago se ha encontrado la presencia de metales pesados como: plomo, cromo, mercurio, cadmio, arsénico y níquel. Entre 2020 y 2021, investigadores del Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara realizaron un estudio donde se detectó la presencia de cadmio, bacterias gastrointestinales y hasta un millón de microorganismos patógenos cuyo límite máximo permisible en aguas es de mil unidades. 

En 2020, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hizo un llamado al gobierno mexicano para atender la problemática. En su resolución hizo énfasis en cómo la presencia del cadmio afecta los riñones, el sistema óseo y respiratorio de las personas que viven cercanas al Río Santiago, pero no sólo eso precisó que la sola presencia de este contaminante es una fuente generadora de enfermedades cancerígenas. Agregando, que el riesgo se incrementa por la presencia de mercurio, el cual es una sustancia tóxica que afecta el desarrollo del embarazo, así como el crecimiento en la niñez.

Lo más grave es que los resultados de estos estudios, como el realizado a petición del Gobierno de Jalisco a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en 2010, se han ocultado por años; así lo evidenció la Recomendación 23/2022 donde la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) señaló la responsabilidad gubernamental en el ocultamiento del estudio en el que se comprobó la afectación a la salud de 320 niños que habitaban en la ribera del Río Santiago, y a los cuales se les tomaron muestras que ya daban cuenta de la presencia de metales pesados como: cadmio, mercurio, plomo arsénico y benceno, en su sangre. De haberse dado a conocer esa información, los ahora jóvenes, pudieron haber recibido una atención médica oportuna. Hoy la mayoría de ellos padecen enfermedades graves y crónicas.

Foto: Gobierno de Jalisco.

Una larga fila de promesas incumplidas

En 2006, la atención hacia la contaminación del Río Santiago por parte del Gobierno de Jalisco era casi nula; así lo han denunciado -desde entonces- habitantes de la zona y organizaciones como Un Salto de Vida A.C.

Una prueba del olvido gubernamental fueron las declaraciones del ex Secretario de Salud, Alfonso Gutiérrez Carranza, quien , en 2007, rechazó la recomendación del Tribunal Latinoamericano del Agua de realizar un estudio para determinar las afectaciones específicas en la salud de las y los habitantes derivadas de la contaminación del Río Santiago.

Sus palabras fueron: “no hemos sentido la necesidad de hacerlo porque en los últimos cinco años no ha habido una variación importante en cuanto a defunciones por cáncer”. Actualmente, se considera que más de 200 personas han muerto a causa de la contaminación presente en el Río y en el aire que respiran producto de su contaminación. 

Una de estas víctimas es Miguel Ángel López Rocha, un niño de 8 años que cayó por accidente al río en 2008. A la fecha, el gobierno niega que esto haya sido la principal causa de su muerte.

En la historia de lucha de las y los pobladores han escuchado múltiples declaraciones y promesas para arreglar esta grave problemática, pero han quedado en eso: en palabras al aire, como las que dio el exgobernador, Emilio González Márquez, quien al inaugurar, en 2007, un tramo del puente que une a Juanacatlán y El Salto, simplemente señaló que “estaba gruesa la contaminación” cuando echó un vistazo al río.

Dos años después, en 2009, el exSecretario de Salud, Alfonso Gutiérrez, fue sustituido por Alfonso Petersen y este último anunció que se haría un estudio epidemiológico en las zonas afectadas. Del estudio no se supo nada, pero lo que ahora sí se sabe es que este funcionario fue uno de los que decidió ocultar los resultados de la investigación realizada por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Una de las promesas para solucionar el problema llegó el 17 de marzo de 2012 cuando se inauguró la planta de tratamiento “El Ahogado”, la cual se abrió con la presencia del expresidente Felipe Calderón. Ahí éste anunció que el proyecto se completaría con la planta de tratamiento de Agua Prieta, lo que ayudaría a tratar el cien por ciento de aguas residuales. 

En 2014, el ex presidente, Enrique Pena Nieto y, el ex gobernador, Aristóteles Sandoval, inauguraron la planta de tratamiento de Agua Prieta que para ellos era un hecho histórico. Sin embargo, la contaminación del Río Santiago continuó creciendo. 

En 2018 el mismo presidente Peña Nieto firmó un decreto de reserva del agua del río Santiago que debería ayudar a que éste fluyera libremente basándose en el análisis de cuánta agua se necesita para mantener el sistema pluvial sano y con buen funcionamiento. 

El decreto, al paso de los meses, no tuvo el resultado esperado. 

Actualmente, tanto el presidente López Obrador como el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, han prometido que sanearán el río; el primero lo hizo prometiendo el fin de la corrupción que permite que las empresas contaminen de manera impune al Río Santiago.

En contraparte, Enrique Alfaro Ramírez en su primer acto público como gobernador, el 7 de diciembre de 2018, anunció una serie de acciones estratégicas encaminadas a la recuperación integral en el Río Santiago: 

“No se trata nada más de apretar tuercas, se trata de darles herramientas para que puedan hacer las obras que se requieren, para evitar que sigamos lastimando el medio ambiente de nuestro Estado. Ése es mi compromiso porque va a ser una acción de largo plazo, de largo aliento y no traigo varita mágica, no lo puedo hacer así y arreglar el río; nos va a llevar tiempo”, señaló el mandatario.

A la fecha, ni López Obrador ni Alfaro Ramírez han cumplido cabalmente sus promesas, pues la contaminación y la corrupción persisten, y no se diga de las afectaciones a la salud que cada día registran más casos, principalmente, de insuficiencia renal. 

“El doctor que atendía a Anahí me dijo que no era tan bueno acudir al seguro o al hospital civil para atender la insuficiencia renal de mi hija”, explicó Chayo, madre de Anahí.  

En Jalisco, actualmente, existen 4 mil 500 personas que padecen insuficiencia renal crónica.

Así luce el Río Santiago, la espuma representa la contaminación química que corre por toda su afluente (Foto: Darwin Franco).

La cruda realidad

Las promesas gubernamentales han quedado en evidencia en la labor de defensa de la salud, vida y medio ambiente que han realizado habitantes de la ribera del Río Santiago, pues con pruebas han demostrado que los estudios de impacto a la salud que realizan las autoridades no han sido suficientes, sino también han señalado como la planta tratadora El Ahogado no ha sido suficiente, pues ésta sólo retira desechos domésticos, fósforo y nitrógeno lo que significa que los metales pesados siguen ahí en el Río.

Además ahora saben que por falta de coordinación no se ha logrado conectar a El Ahogado con la planta de Agua Prieta, lo que provoca que todo aquello que no se limpia termina descargando nuevamente al Río Santiago. 

Organizaciones como Un Salto de Vida A.C., incluso, se han vuelto expertas en comparar las promesas gubernamentales con los presupuestos que se asignan para hacer prometen realizar. Ahora saben que lo que les prometió López Obrador no puede realizarse, pues desde 2019, no se ha asignado presupuesto federal suficiente para sanear al Río Santiago.

Esto genera que sea menor el agua residual que pueda tratarse; por ejemplo, en 2018, la Secretaria de Gestión Integral del Agua de Jalisco reportó el tratamiento de 10 mil 093 litros por segundo mientras que en 2019 disminuyó a 6 mil 930. 

Hasta diciembre de 2021, las cifras siguen sin recuperarse, pues los litros por segundo de agua residual tratada fueron 8 mil 789. Además el porcentaje de aguas procesadas en plantas de tratamiento para satisfacer los requisitos de calidad del río Santiago fue del 71 por ciento, un número alejado de ese 100 por ciento que se prometió. 

A esto debe sumarse la falta de cumplimiento de la normatividad ambiental de competencia estatal por unidades económicas en los municipios de atención prioritaria del río, atendida solamente en un 46.4 por ciento. 

La estrategia implementada por el actual Gobierno de Jalisco tampoco es suficiente, pues el implementar centros de salud en la zona -consideran expertos- no asegura la atención de diversas enfermedades, pues existen personas como Anahí, de 23 años, y quien padece insuficiencia renal desde hace dos años y para ser atendida con calidad debe viajar a la capital del estado. 

En una solicitud de transparencia hecha a la Secretaría de Salud Jalisco, con el folio OPDSSJ/UTPD/SIP/1522/2022, se respondió que en Juanacatlán, municipio donde Anahí vive, los Centros de Salud no cuentan con ningún médico nefrólogo, especialista en problemas renales. 

Anahí no cuenta con seguro social ni apoyo gubernamental lo que ha hecho más difícil costear su tratamiento. Al preguntarle sobre cómo pagaban su tratamiento, su mamá respondió:

“La gente me ayuda, yo gano mil 300 y eso me alcanza apenas para comer. El Negro, mi hermano es el que me da y la gente por ahí a veces me da mil o dos mil pesos. También nos ayudamos rifas”. 

Incluso Anahí relata lo difícil que fue detectar su enfermedad:

“Sí fue difícil porque empecé con el doctor Tavares de Zapotlanejo, él sí me mandó a hacer estudios, pero ya fue cuando fui a Puerta de Hierro (hospital privado), y ahí sí estuvo muy pesado el pago.”. 

El Hospital Puerta de Hierro se encuentra en Zapopan lo que implica para ella un trayecto de aproximadamente dos horas. Luego de la detección de su insuficiencia renal, Anahí tuvo que hospitalizarse para lo que necesitó 50 mil pesos, con los que no contaba, así que decidieron pedirlos prestados. Este fue solo el inicio de su lucha por vivir. 

Actualmente va a Tlaquepaque dos veces por semana para recibir hemodiálisis, lo que implica una inversión de al menos 4 mil pesos al mes, esto incluye el pago de transporte incluido, ya que para tratarse debe viajar casi dos horas. 

Además de insuficiencia renal, Anahí tiene diabetes por lo que a los gastos se suman 3 mil 400 pesos al mes sólo para atender esta enfermedad. Pagar su tratamiento se convirtió en una tarea tan complicada que, en una ocasión buscó un hospital como alternativa más económica; sin embargo, cuenta que cuando era atendida ahí no se sentía bien, además observaba que al realizarle la hemodiálisis no le cambiaban el filtro lo que era un riesgo, pues asegura que podría transmitirle una infección así que regresó a su hospital anterior. 

Actualmente Anahí espera un trasplante de riñón, pero el dinero sigue siendo una limitación, pues tiene a una posible donante pero se necesitan 70 mil pesos para realizar los estudios de compatibilidad y después de eso casi 500 mil pesos para realizar el trasplante. 

Además derivado de su diabetes, ahora también tiene la necesidad de un trasplante de córnea y páncreas, pero tiene la esperanza de conseguirlos también. 

Integrantes de Un Salto de Vida A.C.

Una salto de esperanza 

El colectivo Un Salto de Vida desde hace más de 16 años trabaja para encontrar las causas del deterioro del río Santiago y así generar un cambio real. Al preguntar a Graciela González, integrante del colectivo qué se puede hacer para colaborar en la lucha respondió:

“Lo primero que nos obliga a hacer es informarnos porque hay un propósito de desvirtuar la información, al mismo tiempo, que las personas como tú, están ávidos de saber cómo está la cosa y qué puede hacerse, pues  hay un montón de gente atenta para tumbar ese proceso”. Una segunda propuesta para ella es: “pensarnos en colectivo, debemos estar unidos, pues necesitamos de todos en esta lucha”; 

Por su parte, Enrique Enciso, integrante del mismo colectivo, considera que los ingredientes necesarios son el querer, el doler y el poder, pues eso es lo que va a permitir generar empatía para ayudar a personas como Anahí, pues su caso, lamentablemente, se multiplica en la ribera del Río Santiago, lugar donde ya no se quieren más promesas sino acciones concretas, pues prometer y no hacer nada ha costado la vida y la calidad de vida de cientos de personas.  

***

Si quieres ayudar a costear el tratamiento de Anahí puedes comunicarte al  teléfono: 3317042033.   

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

1 COMENTARIO

  1. Es muy satisfactorio saber que los jóvenes en nuestras poblaciones, se ocupan y ponen sus habilidades al servicio de su comunidad, es una tarea indispensable en estos tiempos, darnos la mano de manera incondicional. Enhorabuena por Viviana Gutiérrez y Anahi, por su carácter y valentía

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