El trabajo de cuidados NO debería ser eterno

Oxímoron 

Por Andy Hernández Camacho / La Mamá Cósmica

@andybrauni/@lamamacosmica

Vamo’ a ser muy honestas: Nunca fue mi sueño ser mamá. Decidí que quería serlo…algún día, pero la realidad es que siempre lo vi como algo lejano y secretamente incompatible con mi estilo de vida, me gustaba mi independencia, tener proyectos personales y planificar mis días, viajar y moverme sin darle cuentas a nadie…quizás solo a mi desarrollo profesional, ese que siempre me pareció prioritario. Sin embargo, la vida me sorprendió y quedé embarazada. Me enteré a los 3 meses de gestación, todo fue inesperado…

A pesar de la sorpresa, recibí la noticia con alegría. Planifiqué todo para mi parto; quería que fuese natural, me inscribí a cursos de parto humanizado, busqué muchos libros y hasta el playlist que quería escuchar en el momento del nacimiento, spoiler alert: mi hijo nació prematuro y el parto no fue como lo imaginé, nació por parto natural, pero me costó conocerlo 12 horas después, detrás de un cristal de incubadora, donde se quedó cuatro días. Por supuesto no hubo momento de apego ni nada del romanticismo del que muchas mamás me habían hablado al momento del nacimiento. 

Los primeros tres meses de Nico pasaron como un remolino de emociones, noches en vela, miedos…y llegada la fecha de reincorporarme al trabajo fuera de casa (porque aunque me costó entenderlo ahora sé que maternar es un trabajo de tiempo completo y horas extras), me encontré enfrentándome a la culpa de “abandonar” a mi bebé, pero también me llenaba de pena aceptar, que para ese momento yo sentía la necesidad de ser más que la mamá de alguien. 

Sin embargo, me bastaron unas semanas para entender que la vida laboral y mi maternidad no parecían compatibles: “bienvenida al mundo real Andy”…

Aceptando mi realidad con todo y el hecho de que no era opción dejar de percibir dos ingresos en casa, decidí no sólo cambiar de trabajo, sino de profesión. Encontré la docencia y aunque tampoco era fácil, al menos el horario era menor y por lo tanto menos horas lejos de mi hijo. Cuando cumplió 7 meses llegó la pandemia y el encierro, eso salvó mi lactancia y aunque poder estar casi a tiempo completo con él parecía un sueño, la fusión entre trabajo productivo y reproductivo a veces era una pesadilla. 

De todo lo que esta pandemia me quitó y también me dio, algo que apenas hace unas semanas descubrí fue la sensación de quererme partir en dos para poder acompañar a Nico cada mañana en su camino a la escuela y no tener que dejarlo dormido y salir de casa despacio para no hacerle ruido…

Es una sensación difícil de describir, porque es contradictoria. Racionalmente piensas que no estás haciendo nada malo al volver a trabajar después de tener un hijo, de hecho pienso que es necesario poner límites a la Andy que materna, pero inconscientemente aparece la culpa. Recuerdo la cantidad de veces que he imaginado lo maravilloso que sería si mi hijo volviera al vientre materno. Evidentemente no es una posibilidad, pero es algo que he compartido con amigas madres, que volveríamos a meterles al vientre y así vendrían con nosotras a todas partes. Y es que la culpa en la maternidad es un sentimiento colectivo. 

Creo que obviamente hay un tema biológico, de apego, porque finalmente somos mamíferas y queremos cuidar a nuestras crías. Pero recuerdo que yo no estoy abandonando a mi hijo, solo retomo otros espacios de mi vida como el laboral y entonces viene la culpa por no dedicarme 24/7 a ser mamá, por tener otros intereses, y eso, más que biológico, me parece que es social. Tiene que ver con que nos educaron entendiendo que la maternidad y el cuidado nos pertenece y entonces todo los intereses y deseos que se salgan de ahí están mal. En este momento por ejemplo, estoy aquí sentada escribiendo sobre mi experiencia maternando y criando y él está viendo la televisión, siento culpa…culpa y aún así sigo…

Es una tarea permanente esto de vivir con la culpa porque es luchar contra la sombra de la mala madre. Si bien hoy lo tengo un poquito más resuelto, a veces me regresa esta sensación, sobre todo en situaciones cotidianas donde siento que tengo que elegir entre trabajo y maternidad. Por ejemplo, cuando mi hijo se enferma, cuando me pierdo su primer día en el kinder, cuando no alcanzo a llevarlo a la terapia de lenguaje, cuando llego a casa feliz de haber tenido un gran día con mis alumnes, pero me doy cuenta que Nico tuvo un mal día y yo no estuve ahí…

Y sinceramente rechazo la idea de romantizar el ser la súper mujer que trabaja y cuida a su hijo, porque lejos de empoderarnos la maternidad se vuelve un obstáculo para el desarrollo laboral, esto claro debido a la falta de políticas que nos sostengan y nos permitan compatibilizar lo laboral y lo doméstico. Por eso prefiero aceptar que me cuesta muchísimo sostener mi trabajo remunerado y mi trabajo de madre, que me cuesta en el cuerpo y mi agotamiento, que me cuesta el tiempo que siento quitarle a mi hijo, pero también busco politizar esta realidad, entonces me vuelvo consciente de que la culpa no es mía, la culpa es del sistema. Cuando yo entiendo el porqué siento esa culpa, se pone en evidencia que tiene que ver con el hecho de que cuidamos en un contexto que es hostil a la propia experiencia materna sobre todo cuando se trata de trabajo, porque todavía hoy se sigue viendo a la maternidad como una amenaza a la productividad. 

En un mundo lleno de desigualdades tener un trabajo remunerado es un privilegio, también lo es realizarlo mientras somos madres y ejercemos el cuidado de otras personas, por eso creo que debemos sacar la maternidad del ámbito privado y llevarlo a todos los espacios, también el laboral, sé que no todxs podemos hacerlo, que es un desafío, pero ojalá que quienes sí podemos no dejemos de visibilizarlo. 

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Oxímoron
Oxímoron
Andy Hernández Camacho es maternofeminista, profesora de literatura, comunicóloca pública, sentipensante, gestora de procesos comunitarios en distintos espacios, siempre en deconstrucción. Actualmente, reflexionando en tribu sobre maternidades desobedientes y las distintas narrativas para nombrar el trabajo de cuidados a través del proyecto La Mamá Cósmica. También es maestrante en gestión y desarrollo social.

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