Que cada niño haga de su cabello un papalote y lo eche a volar*

Maroma

Magda Patricia Merlo   /   Escritora invitada en Maroma

Al inicio de este ciclo escolar, las noticias online y redes sociales comenzaron a llenarse de imágenes y comentarios sobre niños, -me refiero principalmente a hombres-, con el pelo largo y/o pintado. Los encabezados de las noticias en la red eran del tipo:  “Escuelas no pueden prohibir a estudiantes pelo largo o pintando, Conapred”. “¡Dejenlos ser! Estudiantes pueden ir a la escuela con cabello largo y pintado”, ”Conapred insta a escuelas a dejar de discriminar a jóvenes por su cabello”.

Estas notas informan que en agosto del 2022 el Consejo para Prevenir la Discriminación (Conapred) reveló que entre el 3 de enero y el 15 de agosto pasado recibió 487 casos de jóvenes a los que se les ha impedido el acceso a sus escuelas por traer el pelo largo o pintado. Un caso paradigmático fue el de un alumno de una secundaria de Ario de Rosales, Michoacán quien interpuso y ganó un amparo contra el director del plantel por obligarlo a cortarse el cabello al estilo “casquete corto”.

El juez de distrito que resolvió el caso determinó en mayo pasado que la medida relacionada al corte de cabello limita o niega el derecho al libre desarrollo de la personalidad del menor, así mismo se realiza un acto discriminatorio por cuestión de género.  Ante ello, la Conapred pidió a las instituciones respetar a los Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA) y no condicionar poder tomar clase por una cuestión de apariencia, ya que se deben considerar los derechos a la educación y al libre desarrollo de la personalidad. 

En un país como México, caracterizado por una educación tradicional, basada en la obediencia e imposición de normas, esto era una noticia que generaría polémica. Las redes explotaron. Memes, comentarios de triunfo y serias reprimendas rechazando la petición de Conapred. Los comentarios más encendidos demostraban emociones intensas: júbilo o furia declarada. Recuerdo en particular el comentario de una persona que en su perfil se identificaba como maestro, y decía, palabras más palabras menos, que el permitirles acceder a las escuelas sin seguir “el código de apariencia” les llevaría a no aprender a seguir reglas. Más específicamente utilizaba la palabra “obediencia”. Si no obedecían, los resultados -para su futuro- serían catastróficos. 

Enseñar a “obedecer”, ¿hacer lo que otros te pidan qué hagas? o ¿poder discernir entre lo que es conveniente o no hacer? ¿Cómo enseñamos entonces a discriminar qué sí hacer y qué no? 

Erick Fromm en su Ensayo sobre la Obediencia, distingue entre “Obediencia Heterónoma y Obediencia Autónoma”. La obediencia heterónoma es sometimiento, renunciar a la propia autonomía, hacer lo que otros me piden sin analizar su conveniencia, su beneficio para mi o los demás. Aceptar una voluntad o juicio ajeno al mío.  La obediencia autónoma, al contrario, es obediencia a mi propia razón o convicción, es afirmación de mi deseo en la acción, es ejercer mi autonomía. Para que NNyA sean capaces de analizar la conveniencia de sus acciones y desarrollar autonomía, es necesario primero que las personas adultas podamos explicar la razón de las normas y límites. Muchas veces los adultos no sabemos estas razones o estamos confundiendo peras con manzanas. Aparece entonces un “porque lo digo yo” o “porque así es”. En este sentido, ¿qué relación tiene la apariencia del cabello de los estudiantes con la convivencia escolar? ¿o con el aprendizaje?

Por mucho tiempo el corte de cabello de niñas y niños era símbolo de rectitud y responsabilidad, incluso actualmente forma parte de algunos reglamentos escolares. Sin embargo, hoy día nos queda claro que no se puede restringir el derecho a la educación por reglamentos que no han sido redactados con el enfoque de derechos para NNyA. 

Para que formen un criterio -informado- habrá que explicarle esto a aquellas personas que aún creen que la imposición de una apariencia está relacionada con la educación. Retomo las palabras del juez que resolvió el caso del joven de Ario de Rosales 

“El corte de cabello no guarda ninguna relación con la disciplina escolar, ni tiene injerencia en los fines de la educación protegidos por la Constitución Federal, sino, atiende más bien a la imposición arbitraria de un modelo de apariencia personal a los alumnos que a todas luces contraviene los derechos consagrados en la Carta Magna. La Constitución Federal prevé en todos los ámbitos, incluso el educativo, la facultad abierta de que cada persona elija su plan de vida y actúe conforme a sus ideales” 

En mi opinión, respetar las decisiones que NNyA toman sobre la apariencia que desean mostrar, es una forma de iniciarlos en la autonomía y la responsabilidad. Autonomía porque sí sabemos que son personas ¿no? que tienen derecho a ir formando una identidad de la que se sientan orgullosos dueños y dueñas. Identidad que por su naturaleza misma será cambiante. Acompañarles en la formación al asumir el esfuerzo y responsabilidad que conlleva una decisión.

En este sentido, si mi hija o hijo quiere pintarse el cabello podría acompañarle a investigar acerca de  los tintes adecuados para él o ella con el fin de no dañar su cuerpo. Las dermatólogas recomiendan no usar tintes permanentes ni decolorar el pelo de niñas y niños antes de los 16 años. 

¿Qué opciones tenemos entonces? Nuestras niñas y niños son capaces de comprender estas cuestiones siempre y cuando se les expliquen y se escuchen sus dudas al respecto. Mejor aún si son ellas y ellos quienes participan de la investigación. Si como personas a cargo no permitimos que se ejerza este derecho ¿seríamos capaces de explicar la razón? ¿Seríamos capaces de escuchar su opinión respecto de nuestras decisiones?

Y este tema da para mucho más. ¿Por qué desean pintar su cabello?, ¿Les conocemos? ¿Sabemos a quién se quieren parecer con determinado estilo? ¿por qué eligen ese modelo y no otro? Más allá de etiquetar como bien o mal la elección, ésta debería llevarnos a conocerles, saber dónde están sus intereses y que tiene que ver con sus valores y objetivos. 

Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas. 

Paracelso.

***

Magda Patricia Merlo Barajas es Licenciada en Psicología por la Universidad Anáhuac del Norte, cuenta con Maestría en Psicología Profesional con residencia en Psicoterapia Infantil por la UNAM. Es Diplomada en Técnicas de Intervención en Problemas de Lenguaje (UDLA, Cdmx), Neuropsicología Infantil (Universidad de Zamora) y Estudios Migratorios (El Colmich). Ha laborado como coordinadora de proyectos de salud sexual y prevención de la violencia en el noviazgo en el Instituto Mexicano de Familia y Población A.C. Miembro del equipo de trabajo del Observatorio Regional de las Migraciones del Colegio de Michoacán, en proyectos sobre migración y salud emocional. Facilitadora en talleres sobre inteligencia emocional, educación consciente y crianza no violenta. Psicoterapeuta infantil en consulta privada con más de 20 años de experiencia. 

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