Mujeres de comunidades periféricas que resisten ante la crisis de los cuidados 

Los cuidados son todas aquellas actividades que involucren la gestión y labores cotidianas para atender diversos ámbitos, como la vida, la salud y el bienestar; sin embargo, no se  suelen visualizar los costos y cargas que conlleva realizar estos cuidados, además de que  a quienes más se les da esta carga suelen ser las mujeres, trayendo repercusiones negativas  a lo largo de sus vidas.  

Texto y foto: Marcela Tabatha Ruiz Rodríguez.  

María Robles Luna de 54 años es madre de cinco hijos y residente de la comunidad El  Tránsito del rancho El Chaparral en Santiago de Querétaro. Se encuentra sentada en una  silla mientras el viento sopla fuerte y menea las ramas de los árboles que enmarcan su  casa. Se escucha una mezcla de sonidos de todos los animales que están cerca de ella  (guajolotes, gallinas, patos y hasta varios perros) mientras que el cielo se encuentra  nublado. María tiene una expresión tranquila.  

“Si se cansa uno, luego quiero acostarme a descansar, pero no me siento a gusto de estar  acostada. Yo quiero andar haciendo cosas, no sé qué me pasa si soy yo o mis nervios o  que estoy acostumbrada así desde antes… que no paro”, al decir esto, María tiene un gesto  más serio y guarda silencio durante unos segundos, mientras juguetea con sus dedos. 

La situación que describe María es el escenario de millones de mujeres que se encargan  de la jefatura del hogar y que deben luchar contra las desigualdades laborales. De acuerdo  con cifras del Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de  Estadística y Geografía (INEGI), revelan que, a nivel nacional en 33 de cada 100 hogares, las mujeres se encargan del cuidado de la familia, siendo consideradas las “jefas de la  vivienda”.

Estos datos se ven reflejados también en el estado de Querétaro, teniendo un 33% de hogares que son dirigidos por mujeres a comparación del año 2010, donde el  porcentaje era de un 25%.  

Cabe decir que las madres suelen dividir su tiempo entre los cuidados del hogar y su  trabajo remunerado, basándose en roles y estereotipos de género sobre cómo debe ser la  distribución entre sus parejas, de acuerdo con el estudio mexicano publicado en el año  2021, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 

Dichos roles son definidos por un modelo normativo de “mujer cuidadora, hombre  proveedor”, sentenciando al género femenino a permanecer en el espacio privado,  demeritando el esfuerzo y dedicación que tiene la labor de cuidar y brindar atenciones.  

Estas labores de cuidados son denominadas como “devoradores de tiempo” tal como  recalca la socióloga española María Ángeles Durán, quien ha estudiado el valor del  trabajo no remunerado desde la década de los 70s y ha publicado más de doscientas obras  sobre las brechas de género, uso del tiempo, salud, desigualdad y urbanismo.

En su obra  El trabajo no remunerado en la economía global hace especial énfasis en la necesidad mundial de los cuidados y cómo causan un deterioro significativo en mujeres y niñas privándolas de su tiempo para desarrollarse, además, de exponer cómo el incremento de  demanda de cuidados afecta directamente a la economía de un país. 

Entrada hacia el rancho de María.

Mujeres que cuidan y hacen de todo  

Raquel Núñez Hernández de 44 años también vive en El Tránsito a unas calles de su  amiga María. Ella es madre de Diego Armando de 23 años quien es su único hijo. Ella no  posee un trabajo remunerado, pero trabaja aproximadamente cinco horas cuidando a sus  animales del rancho, les da de comer y les hace compañía.

Además de esto, Raquel  menciona que hay días donde la distribución de cuidados es más pesada, ya que además  de cuidar de los animales y del hogar, dos veces a la semana debe ir a hacer tortillas o ir  a la milpa. Al hablar sobre el cuidado de su hijo cuando era pequeño, ella se ve nostálgica.  

“Yo me encargaba de él, porque su papá trabajaba y no tenía mucho tiempo. Para salir con él si estaba, pero yo era la que me encargaba de todo”.  

Esta carga se relaciona con las diferentes etapas del Ciclo de Vida Familiar (CVF), el cual es conceptualizado en el análisis a partir de la Encuesta Laboral y de Corresponsabilidad  Social (ELCOS) 2012: Los cuidados y el trabajo en México. Dicho concepto explica que  hay distintas fases en donde las mujeres reciben mayor presión por el tipo de cuidados  intensivos que se requieren, en este caso Raquel menciona que tenía un peso mayor  cuando su hijo estaba en la etapa de formación.

Este peso no necesariamente desaparece  cuando la persona a la que se cuida crece o se desarrolla libremente, puesto que existen  otros factores que requieren cuidados, como el cuidado de animales, de personas mayores  o en situación de discapacidad.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre el Uso del  Tiempo del año 2019 situada en México, realizada por el INEGI en colaboración con el  Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) revela que “del total de población de 12  años y más, 97% participa en el trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar,  con un promedio de 22 horas semanales”.  

Estas cifras ilustran como la distribución de los cuidados entre mujeres y hombres es  desigual, teniendo un total de 73.1 % de mujeres que han realizado actividades de cuidado contra tan solo un 26.9% de hombres que han cuidado, de acuerdo con los datos de la encuesta ELCOS. 

Brecha de género en el trabajo de cuidadoras en Querétaro 

María gana a la semana entre 300 y 400 pesos cuando va a la ciudad y se encarga de la  limpieza de casas, sin embargo, no siempre la llaman y su sueldo es inestable. Es decir,  hay semanas donde puede ir varias veces a realizar el aseo o puede ir cada quince días.  Ella explica que su aportación es un extra para su familia, pero que muchas veces si les  ayuda a solventar los gastos en comida y productos del hogar.  

En el Estado de Querétaro, un total de 37,766 habitantes de la población ocupada no posee  un salario por su trabajo en labores del hogar o cuidados y de esta cifra el 68.48% es  representada por mujeres, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América  Latina y el Caribe (CEPAL) del año 2006. Se enfatiza que la mayoría de mujeres son trabajadoras familiares no remuneradas; es decir, se les considera parte de la población  económicamente ocupada, pero que no recibe ingresos por su trabajo.  

Sumado a esto, María comenta que solo estudió los primeros dos años de primaria debido  a que su madre empezó a enseñarle las labores del hogar y cuidado desde muy pequeña,  haciendo que a la edad de los 13 años comenzara a trabajar como niñera.

Según el  Diagnóstico integral de necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres del estado  de Querétaro escrito por la doctora Sulima García Falconi, docente e investigadora de la  Universidad Autónoma de Querétaro, estas jornadas laborales remuneradas entorno al  cuidado se ven reflejadas en la población femenina de entre 13 y 14 años en adelante, teniendo un 48% de niñas que se encuentran en la población económicamente activa.  

Retrato del lugar hacia donde suelo venir María a ver las flores.

Además, se debe resaltar que la brecha de género en cuestión económica no solo cambia  entre hombres y mujeres, sino que varía en el interior del segmento de las propias mujeres. Las mujeres de comunidades marginadas como es el caso de María y Raquel, se  encuentran en una situación de desventaja ante las mujeres que poseen estratos  económicos más altos, orillándolas a dejar sus estudios para comenzar a laborar.  

Estragos en la salud física y mental en madres por las cargas 

El traer dinero a la mesa y mantener el orden del hogar trae consigo una serie de  malestares físicos y mentales a las mujeres. Tan solo la rutina de María consiste en  levantarse a las 5:00 de la mañana y sacar a los animales para darles de comer. Una noche antes alista sus cosas para trasladarse a la ciudad y comienza a trabajar limpiando casas, acabando su jornada antes de las 3:00 de la tarde ya que debe llegar a Satélite para estar  detrás del ultimo camión que sale hacia su rancho. Ella menciona que vivió ahí durante  un tiempo, hasta que a sus 18 años se casó.

Tiempo después su esposo compraría un  terreno y se mudarían al rancho, que queda a media hora de ahí. Este problema de transporte hace que María deba exponerse a tiempos cortos con mucha presión de trabajo, los cuales la limitan a hacer actividades que le gusten.

Muchas veces antes de que pase el  camión va al mercado y compra con su dinero lo que falte para hacer la comida. Por  último, en la noche vuelve a meter a todos los animales, lava los trastes y se acuesta a las  12:00 para poder levantarse al siguiente día.  

María lavando los trastes para la comida.

Cambios del lugar donde María ha esperado a que pase el camión que la lleve a casa  desde hace años

“Cuando acaba el día luego sí me duele la espalda, pero pues yo digo: ya me acostumbré  a andar así”.

Además, a lo largo de su rutina María menciona que los principales sentimientos que tiene  al final del día son el agotamiento y el estrés por acabar los quehaceres de la casa. A esto  se suma que su situación económica contribuye al deterioro de su salud física y mental ya  que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe evidencia científica de que la depresión prevalece de 1.5 a 2 veces más entre las personas de bajos ingresos. Es por esto que María y Raquel se ven imposibilitadas a tomar nuevas prácticas diarias más saludables, ya que su situación las obliga a vivir de esa forma.  

De acuerdo con la investigación del Panorama de la salud mental en las mujeres y los  hombres mexicanos publicada por INMUJERES, las mujeres son más propensas a sufrir  de depresión y ansiedad por tener pocas opciones de escape de su realidad, así como la  falta de espacios propios. Es por esto que la probabilidad de que sufra estragos en su salud  mental aumenta si está casada, si tiene entre 25 y 40 años y si se dedica a las labores del  hogar.  

Estrategias que se aplican para reconocer, reducir y retribuir  

Pese a esta brecha de cuidados, María y Raquel utilizan diversas estrategias para poder  sobrellevar las cargas desde su comunidad. Lo que suelen hacer es ir a eventos que se  llevan a cabo los fines de semana para despejarse de sus rutinas.

Asisten a las charreadas, van a la capilla del pueblo (donde se reúnen todos los ranchos los domingos) o participan  en las celebraciones de cada comunidad como la Tinaja, El Patol, El Pie y La Palmita. Además, María comenta que otra de las formas en las que busca el descanso es dormirse quince minutos en sus traslados en el camión para recuperarse del cansancio, mientras  ue Raquel suele sentarse a tejer mientras cuida a los animales, para distraerse y ocupar  su mente en la tela.  

María y Raquel después de haber disfrutado de la comida.

Otra de las estrategias que se implementan son las redes de apoyo entre mujeres de la  familia. Cuando María se encarga del hogar, su hija y nuera se reparten las labores  domésticas para que puedan acabar más rápido. Mientras María barre, su nuera prepara  la comida y su hija vigila a los animales. Esta administración de roles se va rotando para  disminuir la carga de quehaceres y ayuda a que no se frustren por hacer siempre lo mismo. De igual forma, Raquel vine a visitar a María y comen juntas para ahorrar tiempo y dinero.  

Aunado a esto, algunas de las acciones que se están llevando a cabo para reconocer los  cuidados como un tema de derechos humanos, el gobierno mexicano en conjunto con la  Organización de las Naciones Unidas (ONU Mujeres) ha lanzado “La Alianza Global por  los Cuidados” donde se reconoce la responsabilidad del Estado como principal garante  de los cuidados y se establece el cuidado como derecho además de bien público.  

Dentro de los compromisos nacionales de esta alianza, se estableció lanzar una campaña  de sensibilización y socialización transformadora en torno al trabajo de cuidados en  México, llevándose a cabo durante el periodo 2021-2022 con el nombre de “Las 3R’s del  trabajo de cuidados”. Dicha estrategia busca que se reconozcan los cuidados y labores  domésticas que hacen las mujeres (y sobretodo las mujeres de zonas rurales), plantea  reducir la brecha de trabajo de cuidados dentro de los hogares y que se redistribuyan estas labores.  

Por otra parte, en Querétaro se llevó a cabo el Comité de Igualdad Laboral y No  Discriminación en el que se promueven prácticas y medidas para la inclusión laboral en  el acceso y desarrollo de un empleo digno y bien remunerado sin importar la condición  social o género. Este comité fue elaborado desde una perspectiva de género y no  discriminación, incluyendo los derechos humanos y la diversidad.  

Día con día mujeres como María y Raquel lidian con estas brechas de género que  sentencian a las mujeres a seguir roles que les son asignados por el simple hecho de ser  mujeres. Con iniciativas como las anteriores que buscan reconocer y dignificar los  cuidados, se da un nombre a los millones de jefas de hogar que buscan tener una  perspectiva de vida diferente, que no las sentencie a entregarse solamente a los cuidados  y labores domésticas. 

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Este reportaje fue realizado en el marco del Bloque de Producción periodística convergente del Tec de Monterrey Campus Querétaro, del cual ZonaDocs fungió como socio formador.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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