El deseo perdido…

Oxímoron 

Por Andy Hernández Camacho coordinadora de La Mamá Cósmica

@andybrauni/@lamamacosmica

El deseo, bonita palabra que parece apagarse después de tener hijes, por supuesto hablo desde mi experiencia, sé que hay muchas mujeres que maternan que no han visto disminuidas sus ganas. Lo que sí es cierto es que después de convertirnos en madres, los cambios propios de este proceso hacen que esas ganas se reconfiguren por distintos motivos. 

Con la llegada de mi hijo vino también una ruptura casi irreconciliable con mi cotidianidad, con mi forma de vivir y claro con mi manera de entender no solo mi entorno, sino también a mí. Mi atención, mi energía, mi cuerpo y, claro, el deseo se reorientaron hacia los cuidados del nuevo ser que habitaba mi universo. 

Y a esto hay que sumar el cansancio físico y la falta de sueño que son reales, y que muchas veces obstaculizan nuestro encuentro con nosotras mismas y con el otro (hablando de la pareja) pero en general con otras personas. También lo hace el agotamiento mental de estar siempre alertas, dudando, intranquilas por todo lo nuevo que hay que enfrentar. Además la falta de seguridad se vuelve real en cómo nos vemos y nos valoramos, nuestro cuerpo tiene cicatrices, ya no es el mismo y muchas veces nos pesa y nos duele…

En mi caso yo no encontraba ni el tiempo ni la energía para mirarme otra vez, para gustarme… y llegué a pensar que sería imposible, algo inalcanzable.

Creo que más allá de volver a la vida de antes (imposible desde mi perspectiva), o de cumplir con estereotipos de belleza imposibles, lo que me pesaba era la falta de espacios para reencontrarme conmigo, con ese nuevo yo que tiene necesidades  y deseos muy diferentes. 

Y es que poco a poco he ido encontrando que el deseo es mucho más que el acto sexual y que reconectarnos con nuestro placer puede implicar simplemente un momento a solas, de intimidad, un beso, un abrazo, una caricia, un momento de conexión con el otro pero también con nosotras mismas. 

Por supuesto que esto se escribe mucho más fácil de lo que en verdad ha implicado para mí este proceso…las exigencias aprendidas en una sociedad patriarcal me hace sentir culpa primeramente por buscar y anhelar estos momentos para mí en medio de la maternidad, pero además por no sentirme SUFICIENTE, porque vaya que es difícil encontrar el amor propio en tiempos de filtros y redes sociales.. en medio de una perfección ficticia. 

Y me parece que a todo esto no podemos olvidar añadir que las idea de deseo y placer todavía están tan teñidas de culpa, represión y castigo que no podemos comprender la idea de que una madre todavía posee una sexualidad sana y normal. La figura materna debe ser perfecta, limpia y libre de pecado. Nuestra cultura no habla y definitivamente no celebra las identidades multifacéticas de las madres, como seres sexuales, amantes y mujeres independientes. 

La realidad es que las mujeres ya vivimos en un mundo donde nuestro aspecto está constantemente siendo evaluado y, a menos, que estemos solas o en espacios seguros raramente tenemos el privilegio de no ser juzgadas según nuestra apariencia física, la ropa que usamos e incluso nuestros rasgos y gestos. Y en el caso de la maternidad, llegamos a estar tan vulnerables a partir de estos prejuicios que puede comprometer nuestra salud física y mental y todo esto en uno de los momentos más turbulentos y complejos de la vida. 

Pero tener un bebé representa un cambio importante a nivel físico, hormonal y emocional. Y es bonito y está bien, de hecho ES NATURAL, mi cuerpo nunca va a ser el que era antes de ser mamá, no tengo que “recuperar” nada porque ¡no perdí nada! Simplemente cambió, así cómo cambiaron mis prioridades y mi corazón. 

Para mí la reconciliación con la idea de que me estoy transformado y de que no pasa nada si no vuelvo a ser la mujer que fui ha sido clave. Y desde esa tranquilidad disfrutar de las pequeñas cosas, momentos, cuestionarme qué es lo que me hace sentir bien y quedarme un ratito ahí, reconociéndome en el placer y procurando desaprender los estereotipos y los clichés, para experimentar y sentir qué es lo que YO disfruto, pero sobre todo ir paso a paso, a mi ritmo porque la matrescencia no se trata de un camino lineal, sino más bien de un espiral. 

A las mamás que me leen me gustaría decirles:

sé que tu cuerpo cambió, sé que desde que te sobran responsabilidades y preocupaciones ya no te sientes tan divertida o aventurera, que en este caos de emociones reconocer tu cuerpo es difícil, pero no olvides que nuestras estrías cuentan una historia, que cada cicatriz es un símbolo de supervivencia. Sé paciente y amorosa contigo especialmente cuando sientas que no encuentras “las ganas”, el deseo…porque algún día cuando menos lo esperes van a aparecer, ahí en medio de ti. 

Comparte

Oxímoron
Oxímoron
Andy Hernández Camacho es maternofeminista, profesora de literatura, comunicóloca pública, sentipensante, gestora de procesos comunitarios en distintos espacios, siempre en deconstrucción. Actualmente, reflexionando en tribu sobre maternidades desobedientes y las distintas narrativas para nombrar el trabajo de cuidados a través del proyecto La Mamá Cósmica. También es maestrante en gestión y desarrollo social.

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer