Paridad

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

El pasado 17 de octubre se cumplieron 70 años de la publicación del decreto que abría la puerta, luego de una lucha que se llevó muchos años, para que las mujeres pudieran votar en las elecciones federales. Aunque la medida entró en vigor en 1953, no fue sino hasta dos años después, en 1955, que las mujeres acudieron a las urnas por primera vez.

De entonces a la fecha, las cosas han cambiado considerablemente: ahora es más frecuente ver mujeres en las presidencias municipales, ejerciendo como gobernadoras y ocupando espacios en el Congreso de la Unión, ya sea como diputadas o como senadoras. Además, de seguir las cosas como hasta ahora, el próximo año las y los mexicanos acudirán a las urnas para elegir a la que será la primera mujer presidenta en la historia de México.

Aunque es innegable el avance en materia de paridad, lo cierto es que el camino no ha sido terso y ha estado salpicado de episodios penosos, como cuando los partidos políticos quisieron disfrazar la paridad poniendo a mujeres como candidatas a puestos de elección popular para luego reemplazarlas por sus suplentes, que eran hombres.  En un caso más de esos que sólo ocurren en nuestro Mégico Májico, quienes pasaron por esta mala práctica fueron bautizadas como juanitas, en alusión a un caso que, paradójicamente, ocurrió de manera inversa: todos recordamos cuando Rafael Acosta Ángeles, Juanito, se convirtió en candidato para gobernar Iztapalapa con el compromiso de, una vez electo, renunciar a favor de Clara Brugada. La cosa no salió muy bien porque luego el títere quiso revelarse, pero esa es otra historia.

Acá en la Nueva Jaliscia no cantamos más las rancheras: especialista en hacer que todo se trate de él, hace unos meses vimos al gobernador Enrique Alfaro tomarse una foto rodeado de mujeres legisladoras viéndolo firmar el decreto que, según él, garantizaba la paridad en las candidaturas para 2024. Lo que se les olvidó agregar en los boletines celebratorios fueron los mensajes que se quedaron atorados entre las líneas del decreto, pues se deja en libertad de repartir a las mujeres los municipios más chicos, mientras los grandes siguen siendo repartidos entre hombres. Enrique el dadivoso salió muy sonriente en las fotos.

Tuve oportunidad de charlar con Azul Aguiar, académica especialista en temas electorales, a propósito de la efeméride del derecho al voto de las mujeres. En la charla mencionó otros pendientes en el tema de la paridad, como el hecho de que las comisiones importantes en la Cámara de Diputados siguen siendo territorio de los hombres. También habló de cómo los partidos reparten a las mujeres las candidaturas de los municipios donde la tendencia indica que van a perder. 

Y hablando de los partidos y sus prácticas mañosas, mencionó otro pendiente relevante: las dirigencias de los partidos siguen estando en manos de los hombres, quienes se encargan de dictar el modo de actuar de las personas que ejercen cargos públicos. 

“Las mujeres que están en la Cámara de Diputados, por ejemplo, responden a una línea política, la del partido, porque el puesto que van a tener en el futuro depende de cómo actúen o cómo voten una iniciativa. Entonces, es importante trabajar desde la institución partidista, porque quienes toman las decisiones siguen siendo hombres”, dijo Aguiar en esa charla. 

Con este escenario de fondo, resulta complicado que las mujeres puedan empujar en las Cámaras una agenda que apueste por los derechos de las mujeres, porque las decisiones se toman en otro lado y por otro género, obedeciendo a otras agendas.

A pesar de los tropiezos, sería necio negar los avances que se han registrado en el tema de la paridad en la participación en la vida política. Mejor tener lo que tenemos ahora que lo que teníamos hace años: todo es perfectible. En todo caso, lo que sigue es seguir empujando, a contracorriente incluso, para avanzar hacia una mejor y más cualificada participación de las mujeres, menos sujeta a los caprichos ideológicos de los partidos políticos. Y para eso es fundamental que los hombres comencemos a pensar otras formas de ejercer la vida pública, pero también la privada. 

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Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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