En Pie de Paz
Por Carmen Chinas* / @carmenchsa
Para la construcción de una sociedad pacífica, se deben considerar con un enfoque diferencial las afectaciones de la violencia hacia las mujeres. Ciertamente la violencia daña de manera generalizada a la sociedad, pero existen repercusiones particulares contra las mujeres que es necesario visibilizar para contribuir a crear una conciencia colectiva que exija el derecho de las mujeres a vivir la vida libre de violencias.
La violencia que identificamos de manera inmediata es la violencia directa, golpes, maltrato, daño físico que tiene su expresión más brutal con el feminicidio; pero las violencias son múltiples y a veces tan difusas que no llegan a percibirse como tales; por ejemplo el acoso callejero al considerarlo un supuesto “piropo”, los chistes misóginos, la violencia vicaria, la exclusión de las mujeres en espacios de decisión y diversas formas de discriminación y estigmatización que han estado presentes históricamente y que impiden a las mujeres ser sujetas plenas de derechos.
Rumbo al 8 de marzo, fecha en que se recuerda la lucha de las mujeres del mundo por la igualdad, justicia y los derechos como trabajadoras, la agenda es de lo más diversa; en la mayoría de las regiones del mundo convergen las resistencias y se llama la atención hacia todas las formas de violencia que atraviesan la vida cotidiana de las mujeres.
Hay muchos datos que permiten mostrar el impacto de las violencias, podemos referir para el caso de México la encuesta que se elabora por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) llamada “Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares” (ENDIREH), la última encuesta correspondería a datos del 2021 y se publicó en 2022, en ella se proporciona información sobre las experiencias de violencia física, económica, sexual, psicológica y patrimonial que han enfrentado las mujeres de 15 años y más en los ámbitos familiar, escolar, laboral, comunitario y de pareja.
Los datos de dicha encuesta nos permiten observar que el 70.1% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han experimentado al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación a lo largo de su vida, 49.7% de ellas alguna forma de violencia sexual, 51.6% han sufrido violencia psicológica, 34.7% violencia física y 27.4% violencia económica y/o patrimonial y/o discriminación en el trabajo.
El ámbito en que más se presenta la violencia es el espacio público 45.6%, después en la pareja con 39.9% y en la escuela con 32.3%. Las agresiones en el espacio público son perpetradas por desconocidos en un 72.2%, los principales agresores en la escuela son los compañeros (43.4%) al igual que en el trabajo (34.6%). En el rubro porcentaje de mujeres de 15 años y más que experimentaron violencia física y/o sexual por parte de su pareja destaca que el 78.3% no solicitó apoyo y no presentó una queja o denuncia por las agresiones sufridas.
Por eso no es de extrañar que las manifestaciones del 8M sean multitudinarias, no sólo se denuncian problemas tan graves como las desapariciones o feminicidios, las violencias que impiden alcanzar la paz están presentes prácticamente a lo largo de toda la vida de las mujeres, en todos los espacios (calle, escuela, hogar, trabajo) y de las más múltiples formas (física, psicológica, económica, sexual, verbal, patrimonial, vicaria).
De manera combativa y con mucha firmeza, la voz colectiva de las mujeres en el 8M reclama el derecho a vivir en paz, exige tener la seguridad de que las hijas, hermanas, madres puedan volver a salvo a casa, clama justicia por las víctimas de feminicidio y exige la búsqueda de miles de jóvenes que en México se encuentran desaparecidas.
*Los resultados de la encuesta ENDIREH pueden consultarse en este espacio de INEGI: https://www.inegi.org.mx/programas/endireh/2021/
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Profesora universitaria, integrante del Centro de Justicia para la Paz (CEPAZ) del Instituto de Justicia Alternativa (IJA) y del Cuerpo Académico UDG “Cultura de Paz y Participación Ciudadana”.
