#PeriodistasContraLaTortura2024
#MediosAliados
Por: Claudia Dalila. – X: @dalilatienda_18
Rafael Rodríguez Otero tenía entre 21 o 22 años cuando se asumió como parte de la comunidad LGBTTIQ+, cuando salió del clóset. Sin embargo, cuenta que desde muy pequeño, tanto su familia como él, notaron que había algo distinto.
“Yo entendía que era distinto, que yo era totalmente diferente, de hecho, mi abuela, mi mamá, desde que yo era muy chiquito, pues ellas no solamente se suponían, sino que entendían que mis preferencias eran totalmente diferentes a las de mis primos, a las de mi hermano, a las de cualquier otro niño normal. Ellas se negaban, ellas vivían en la eterna negación de que esto fuera una realidad para mí, hicieron hasta lo imposible para que no continuara yo con lo que era mi naturaleza, pero pues finalmente la naturaleza sobrevivió a todo esto, a toda esa situación.”
La experiencia de Rafael no es aislada. En México, según la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG), realizada por el INEGI en 2022, en México hay hasta 5 millones de personas que se autoidentifican con una orientación sexual o identidad de género diversa, según cifras del 2022. Esto representa el 5.1% de la población de 15 años o más.
Del total de estas 5 millones de personas, el 81% se asume parte de la comunidad LGBTTTIQ+ por su orientación sexual, mientras que el 7.6% lo hacen por su identidad de género, y el 10.6% se autoidentifican por ambas razones.
Es así que la ENDISEG representa en México uno de los primeros instrumentos que visibiliza distintos tipos de violencias por las que atraviesan personas de la comunidad LGBTTTIQ+. Son cifras muy concretas que retratan una realidad lacerante y cotidiana: 24.7% de las personas encuestadas les hicieron sentir diferentes por su manera de vestir y, más aún, al 24.8% les hicieron sentir diferentes por su forma de comportarse.
Después de sobrevivir a terapias de conversión practicadas en Comunidad Cristiana, hoy Comunidad Saltillo, la historia de Rafael es la experiencia orgánica con nombre y apellido. Es presencia. Es una grieta en un sistema de tortura soportado por el silencio y la secresía.
“Yo preferiría que no fuera anónimo porque esto precisamente es lo que mucha gente hace. El anonimato cae en dichos, en el “se dice”, en el “alguien”… No, yo. Es una convicción y una ley de vida que yo me he propuesto siempre tener: la invisibilidad nos hace vulnerables. Desde que yo pasé esa experiencia y salí de esa experiencia, dije “jamás en mi vida vuelvo a ser vulnerable ante nadie”. Entonces a mí no me provoca ningún problema hablar del tema. Yo sí prefiero que sea visible porque mi objetivo no es que la gente conozca mi historia desde el punto de vista de “¡ay, pobrecito!y ténganme lástima” No, mi propósito es que la gente vea y entienda que habemos personas que estamos hablando de esto, que estamos exponiendo esta situación y que se animen a exponerla también. Eso es, yo creo, el propósito más importante que yo, por el cual yo estoy accediendo a esto.”
No alguien, Rafael Rodríguez Otero.
Vinimos por un sueño…
Hace 20 años mi familia tomó la decisión de mudarse para acá por un sueño, una promesa, que en aquella época el pastor, que era el apóstol de la iglesia, Isidro Galindo, le hizo a mis papás y a mi familia, que les iba a entregar una iglesia en Estados Unidos. Y, pues, parte del proceso era que nosotros los hijos nos preparamos en una escuela de ministerio. Así se llamaba: La Escuela de Ministerio, y en mi caso y en el caso de mi hermano, a nosotros dos nos metieron en dos casas diferentes.
El centro religioso al que llegaron Rafael y su familia en Saltillo, Coahuila se llama “Comunidad Cristiana”. Según describe, la organización de dicho centro religioso se ordenaba en tres casas: El Mesón del Cielo, la Casa de Avivamiento y la Casa de Restauración. Cada casa representaba una zona y estatus distinto dentro del centro religioso, de acuerdo al avance que presentaba cada persona internada, podía escalar en la estructura de organización y era enviado a una casa con “mejores condiciones”.
En la escala más baja de dicha estructura estaba El Mesón del Cielo, en la que se encontraban personas que delinquían y personas que tenían alguna adicción; la Casa de Restauración era una “término medio” y la Casa de Avivamiento era donde estaban los hijos de los pastores, los hijos de las personas que estaban proyectadas para pastores, la zona VIP. Sin embargo, cuando se trataba de hacer labores de servicio a la iglesia, ya fuera la limpieza del templo o la venta de productos cuyas ganancias iban de manera íntegra al órgano religioso, todos eran siervos de Dios y tenían que cumplir con su deber. Durante todo el tiempo de su internamiento, estuvieron incomunicados.
Las rutinas eran estrictas: levantarse a las 6:00 am, hacer la oración de la mañana con una duración de una hora y media; después, las personas que no estaban castigada y les permitían bañarse, se bañaban; de igual forma, a quienes les permitían desayunar, desayunaban, y a las 9:30 am, eran dirigidos todos a la iglesia en un vagón para su sesión de La Escuela de Ministerio, en donde permanecían hasta la 1:00 pm
Me acuerdo que Isidro sacó una serie de libros, como instructivos, en los que primero se llamaba, el primer libro se llamaba Conociendo a Jesús, el segundo libro se llamaba Las Siete Columnas de la Sabiduría, el otro libro se llamaba Revelaciones y algo más, algo así se llamaba, tenía ese tipo de nombres, entonces cada libro era como un curso, como una etapa del curso, tú terminabas un libro, terminabas ese curso, y subías al otro curso, entonces prácticamente era todos los días, de lunes a domingo, estar metidos
Rafael recuerda que, una vez que terminó los cursos correspondientes, sus padres no lo sacaron de la Casa de Avivamiento. Años después, su madre le reveló que el pastor Isidro les pedía que lo dejaran en el internamiento, pues era “innecesario” sacarlo, que él estaba “muy feliz ahí”. Estando incomunicado, Rafael nunca pudo desmentirlo..
Una estructura que reproduce violencias
El centro religioso del que habla Rafael comparte algunas condiciones con otro centro religioso de Saltillo conocido por sus terapias de conversión: Cristo Vive. En ambos destaca la presencia de personas que cometen actos considerados delitos y deciden internarse.
De acuerdo a una fuente anónima, en Cristo Vive predomina la presencia de este tipo de población y, por esto mismo, los castigos ejercidos, en ocasiones, son muy duros. Por otro lado, Rafael comenta que, en Comunidad Cristina, mientras él estuvo internado, el encargado del proyecto se presentaba como una persona implicada en el tráfico de personas, relacionado a pandillas peligrosas, que fue rehabilitado. Sin embargo, era el operador de la violencia desmedida que se vivía dentro. Su estructura era muy idéntica a la del crimen organizado, comenta.
Las congregaciones religiosas, entonces, se presentan como medios para la reinserción social mediante terapias religiosas que no tienen ningún sustento, pero tampoco son exploradas por las autoridades para validarlas como seguras y proteger la integridad de las personas que entran. Esto, más que una prueba del abandono político, refleja la desatención social a estos temas. Y es una ventana de oportunidad para que sean cooptadas por dichos centros de rehabilitación religiosa, aprovechando su calidad de autoridad espiritual, para soportar actividades económicas. Rafael señala la gravedad, no sólo de la desatención de las personas que sufren adicciones, sino también la corrupción que violenta a las personas que reciben la rehabilitación:
Yo me acuerdo que en nuestro caso se supone que mis papás mandaban un dinero a la semana para las necesidades básicas, dígase papel de baño, dígase pasta de dientes, dígase para comprarte una coca si tú quisieras, ¿no? En mi caso, en esa época, entre 800 y 1000 pesos a la semana era lo que depositaban.¿Y cómo se reproducía el mismo factor de corrupción que ellos vivieron afuera? Pues a mí en vez de dar 800, me daban 200. Ellos sí se salían a comer unos tacos a un restaurante, se salían a restaurantes a comer muy a gusto y uno se tenía que quedar con lo que le daban y con la comida limitada que era lo que te daban en la iglesia. Entonces no funciona, es una estructura que no funciona.
Trabajos forzados y explotación laboral
Para aproximarse a los ambientes de estos centros, es preciso reparar en las “tareas” que forman parte de la estancia de las personas internadas. Entre estas, se encuentran trabajos extenuantes que pasan desapercibidos por el “deber de retribución”. Así, la venta de productos y los trabajos disfrazados de servicios son algo común en los centros de rehabilitación operados por iglesias cristianas. Noé Ruíz, presidente de la asociación San Aelredo A.C., el centro religioso Cristo Vive tiene como una de las grandes actividades económicas, la venta de burritos. Esta actividad es desarrollada por las personas que reciben alguna rehabilitación sin ningún tipo de protección y bajo jornadas laborales exhaustivas;
Nosotros lo vimos con la Secretaría del Trabajo. Presentamos nuestra queja porque los pobres muchachos andan hasta la una de la mañana vendiendo burritos y no tienen un sueldo. Ellos firman también un voluntariado donde dicen que no están trabajando sino prestando un servicio voluntario a la organización a cambio de un techo, un lugar donde dormir, ropa y comida, pero no reciben un sueldo y estamos de acuerdo en que no venden cinco burritos diarios, ¿verdad?
En total desprotección y en el descuido de las autoridades locales, estos centros ejercen, como parte de sus metodologías de rehabilitación, violencia laboral. Rafael, por su parte, da testimonio de esto en Comunidad Cristina, en donde los castigos impuestos incluían actividades como la limpieza de grandes superficies con una exigencia física desmedida, por ejemplo, limpiar pisos con escasos materiales de limpieza, de rodillas, por un periodo prolongado.
Sobra decir que en ninguno de los lugares mencionados se ofrece seguro social para las personas que desarrollan estas actividades.
“Una estructura tremenda, fuerte”: Los castigos físicos y la violencia extrema
A Rafael le consta. Era una estructura tremenda, fuerte, recuerda. Los castigos físicos eran muy comunes. Cuenta que, en dos ocasiones vio cómo golpeaban a compañeros hasta dejarlos en muy mal estado.
Sí los golpeaban y los golpeaban muy feo, para que obedecieran. Ellos les llamaban así: vamos a repartir tablita. Así te decían. Vamos a darte una sesión de tablita. Y eran golpes muy fuertes, o sea, muy, muy fuertes. Y sabían dónde golpeaban, porque no golpeaban en el rostro, no golpeaban en las piernas, no golpeaban en los brazos. Todo era en la parte del tórax.
El parámetro para medir las “insubordinaciones” y “desobediencias” era totalmente arbitrario y sometido a voluntad de los coordinadores y líderes de las Casas.
Si el pastor decía verde, todo verde. No sé, vamos a suponer que el líder del cuarto decía hoy vamos a sacar todas las literas del cuarto y las vamos a voltear de cabeza y van a dormir todos de cabeza… No lo hacías, y era tablita
Otro de los castigos comunes eran las oraciones por tiempos prolongados. Rafael recuerda que a él le tocó orar durante 24 horas seguidas, mientras que había compañeros que eran obligados a hacer oración durante 48 horas y hasta más. Durante el castigo, no tenían permitido comer ni dormir. Si el cuerpo llegaba a ceder ante el cansancio y la falta de alimento, eran golpeados
Asimismo, las Casas eran vigiladas por coordinadores y líderes cuyos niveles de exigencia variaban, siendo el Mesón del Cielo el lugar en el que tenían una exigencia mayor, por lo que, cuando una persona se revelaba constantemente a la voluntad de los líderes y coordinadores, era enviada a dicha casa, en la que los castigos eran cada vez más deshumanizantes: desde el aislamiento hasta no dejarles ingerir alimentos o bañarse.
Según menciona Rafael, los castigos no tenían límites y tampoco se contaba con atención médica. Cuenta que, en una ocasión, uno de los castigos que le impusieron consistió en dejarle caer un comal caliente en un dedo; la herida no fue atendida, sólo le proporcionaron una venda y alcohol. Recuerda que hubo una persona enferma de gravedad por problemas en la vesícula, la primera opción de los encargados fue llevarlo a una farmacias y, finalmente, dada la seriedad de su padecimiento, a la Cruz Roja.
Rafael también refiere que, durante su internamiento, fue abusado sexualmente por una de las autoridades de la institución.
Las Terapias de conversión, una realidad oculta: El caso de Cristo Vive y Comunidad Cristiana
Cuando Rafael tenía entre 21 y 22 años, llegó a la Casa “VIP” del centro religioso Comunidad Cristiana, sin embargo, con el paso del tiempo, se abrió un proyecto llamado “Casa de Identidad”, destinado a que los hombres de la comunidad LGBTTTIQ+ recuperaran su identidad masculina, como hijo de Dios, como cabeza de familia. Recuerda que, uno de los principales argumentos para la creación de esta nueva casa era que su identidad y orientación sexual eran una mentira de Satanás.
Esta casa estuvo conformada por jóvenes de distintos estados que llegaron, en un inicio, a ocupar un lugar en el Mesón del Cielo, pero, por los riesgos que corrían, se decidió abrir esta casa.
Lo primero que te dicen es: «Yo no tengo nada en contra de la gente homosexual. Dios y Jesús nos enseñaron a amarnos unos a otros; yo te amo en el amor de Cristo. Te amo a ti, pero no puedo amar tu pecado». Ese es el primer paso del lavado de cerebro. Luego te dicen: «A ti como persona, a ti, Rafael, te amamos porque la Biblia nos enseña que eres un hijo de Dios, una creación de Dios, y parte del plan de redención de Dios para el mundo». Pero aclaran que una cosa es amarte a ti como persona y otra muy diferente es amar tu pecado.
Según describe Rafael, les hacían creer que eran parte de un equipo que Dios había reunido con un propósito y un proyecto: cambiar y transformar la vida de las demás personas. Ahí empieza todo. Una manipulación cuya principal arma es la biblia, la palabra de Dios. El objetivo es, según cuenta Rafael, que la persona acepte que vive en pecado, y vivir en pecado está mal.
Comenta que la estancia de cualquier persona dentro del centro de rehabilitación no tenía una duración específica. Todo dependía del control que podía ejercer Alberto, el encargado del proyecto. Mientras más controlada la persona, mayor tiempo de estadía. Esto porque el órgano religioso cobraba una mensualidad y, aparte, durante sus cultos, los miembros congregados daban donaciones para el mantenimiento del proyecto.
Cabe mencionar que, dentro de las rehabilitaciones nunca estuvo involucrado ningún psicólogo ni profesional de la salud mental
Así, muchos años después de todo lo que pasó Rafael dentro de este centro religioso, no se cuenta información alguna sobre si las prácticas continúan vigentes. El centro religioso refiere en su página web a una A.C. llamada Restauración del Hogar A.C., que a su vez, redirige a otra página web cuyo nombre es Mesón del Cielo. Los servicios anunciados tienen que ver con rehabilitación espiritual de uso problemático de sustancias.
***
La vulnerabilidad que enfrentan las personas de la diversidad sexual es clara: como parte de los resultados de la primera Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG), en la cual se entrevistó a mexicanas y mexicanos mayores de 15 años, se reveló que la población con identidad de género trans enfrenta un mayor rechazo y reacciones desfavorables, como molestias, agresiones u ofensas, en comparación con otras comunidades. El 13.9 por ciento de las personas trans entrevistadas fueron obligadas por sus padres a asistir a psicólogos, médicos, autoridades religiosas u otras personas con el objetivo de ser «corregidas». En la comunidad LGBTTTIQ+, este porcentaje fue del 9.8 por ciento.
No obstante, las terapias de conversión, definidas por la ONU como una serie de intervenciones de naturaleza amplia y diversa en la que se cree que la orientación sexual o la identidad de género (SOGI) de una persona puede y debe cambiarse, operan con total opacidad, pues, hasta ahora, no hay ninguna institución que lleve acabo esta prácticas que pueda decir de manera clara en qué consiste este “tratamiento espiritual”.
Es por eso que hoy, la única información que tenemos de ellas son las experiencias de las personas que sufrieron dichos “tratamientos”. Nada más y nada menos. Así, Rafael recuerda claramente los procesos de detransición de los que fue parte una de sus compañeras trans, a quien raparon completamente de manera violenta, lacerando su cráneo y obligándole a aceptar su identidad masculina, que “había sido robada por el diablo”.
Estos proceso de detransición llevados a cabo en centros religiosos son, de acuerdo a lo mencionado por Rafael,procesos totalmente irresponsables, pues se ignora por completo las necesidades especificas de las personas trans y el acompañamiento especializado para esto.
Por su parte, Noé Ruíz, presidente de San Aelredo A.C., expone el caso de las Casas de Rescate de Cristo Vive, que, aunque no ofrecen de manera abierta terapias de conversión sexual, han sido muy abiertos con su rechazo a la comunidad LGBTTTIQ+ con propaganda y mítines para exigir, entre otras cosas, que no se legisle a nivel local en contra de la terapias de conversión.
Noé Ruíz comenta que San Aelredo A.C. ha acompañado a personas de la comunidad LGBTTTIQ+ que salen de la Casa de Rescate de Cristo Vive y dan cuenta de las prácticas inhumanas dentro de los centros de rehabilitación controlados por la iglesia. Las historias incluyen castigos inhumanos como dejarles sin comer ni tomar agua, bañarles con agua helada y recluirles.
El caso de la congregación Cristo Vive es aún más controvertido, ya que la asociación en 2022, como parte de una respuesta pública al activista Noé Ruíz, Carlos Pacheco, líder de la congregación, presentó en una rueda de prensa a personas que habían asistido a su rehabilitación y cambiaron su orientación e identidad por la heteronorma. Contaban historias sobre hombres y mujeres que “arreglaron” su preferencia sexual, mujeres y hombres trans que ahora desean un matrimonio y una familia tradicional. Sin embargo, el activista refiere que, en los casos que él ha acompañado, asumir las identidad y orientación impuesta es parte de una estrategia:
lo que pasaba es que muchas de las compañeras y muchos de los compañeros decían “sí, ya ya me curé. Sí, ya me gustan las mujeres, ya me gustan los hombres, ya me quiero casar, ya me encontré a alguien aquí con quien quiero vivir y quiero compartir”, pero era una estrategia para poder salir de ahí.
En dicha presentación, Carlos Pacheco retó a Ruíz para “demostrar” con casos las prácticas de tortura. Noé fue tajante en su respuesta:
Les hacen firmar documentos de confidencialidad para que, al momento de salir, si abren la boca o hablan de más sobre algo, puedan ejercer acción legal contra ellos y llevarlos a la cárcel. El proceso es imponerles miedo, porque firman contra su voluntad, pero cuando firmas un documento de este tipo, no importa si fue coaccionado o no, tu firma está ahí.
En los casos que han acompañado desde la A.C., es común que persista un acoso por parte de la congregación religiosa para comprobar que la “rehabilitación” tuvo éxito. Por esto mismo, cuenta que las personas que los buscan para comentar su experiencia, lo hacen meses después de salir. De igual forma, apunta que, varias de estas personas que salen de Cristo Vive, prefieren abandonar el estado y tratar de rehacer sus vidas fuera del acoso de la institución. Son personas en desplazamiento forzado por el abandono del estado en este tema
Rafael también ha sido una fuerte voz en contra de las prácticas de Cristo Vive, visibilizando la gravedad de hacer firmar estos acuerdos: La gente que termina dentro de la casa de Cristo Vive es gente que no tiene conocimiento de sus derechos ni de las cosas que pueden llegar a suceder ahí adentro…Ese tipo de acuerdos y de contratos son inconstitucionales. Son prácticas esclavistas disfrazadas de legales.
El 14 de febrero del 2023, mientras Cristo Vive levantaba firmas para frenar nuevamente la iniciativa a nivel local, su representante legal, Eduardo Pacheco, señaló a un medio que dentro de estas prácticas de reconversión sexual, la institución había logrado la rehabilitación de siete personas entre las que había algunas con atracción a menores. Pacheco señaló: Sorprende que hay hombres e intendentes en las escuelas que cometen abuso contra niños, y por otro lado se prepare una ley que prohíba a que éstos reciban ayuda. Entonces, caemos en una serie de contradicciones.
Ante estas declaraciones, Noé Ruíz señaló lo peligroso de las prácticas y la ligereza con la que exponen estos casos, pues dentro de Cristo Vive se encuentran recluidas infancias. Además, agrega Rafael, la homsexualidad no es una parafilia, eso debe quedar muy claro.
No basta la legislación federal…
En abril del 2024, el Senado mexicano aprobó con 77 votos a favor, cuatro en contra y 15 abstenciones, las reformas al Código Penal y a la Ley General de Salud para prohibir y sancionar los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (Ecosig), también conocidos como «terapias» de conversión, que buscan obligar a las personas a cambiar su identidad sexual. Estas modificaciones, logradas tras un largo proceso legislativo de seis años, incluyen sanciones de entre dos y seis años de cárcel para quienes participen en la realización o financiación de estas prácticas. Las penas se duplican si las víctimas son menores de 18 años, adultos mayores o personas con alguna discapacidad.
No obstante, Rafael Otero tiene muy claro que la legislación federal no es suficiente para erradicar esta prácticas. Aunque es un paso muy importante, la supervisión del estado es fundamental para erradicar violencias en todos los centros de rehabilitación, sociedad civil e iglesias.
No tenemos un gobierno que supervise el funcionamiento correcto de este tipo de asociaciones. Y eso es algo realmente que está quedando muy retrasado, muy mal para nosotros como LGBTs, pero también para la gente que vive un problema de adicción. O sea, finalmente la adicción es una enfermedad, es un problema de salud. Entonces el Estado ha sido muy omiso con ese problema de salud, muy pero muy omiso. Y con nosotros ha sido todavía omiso para legislar leyes en contra de la discriminación, el abuso, la opresión y la represión de la comunidad LGBT todavía. Entonces hay mucho campo todavía por hacer, hay mucho trabajo por hacer.
Su demanda hacia el Estado es clara: Yo no quiero que vengas a mí a ofrecer privilegios, porque para mí los privilegios yo me los doy yo solo. Yo necesito que tú Estado me garanticen a mí que yo pueda tener una vida igual que la del resto de personas en el país.
En el caso de las prácticas de conversión sexual en Cristo Vive, Noé Ruíz señala que el principal problema es el contrato que firman las personas al ingresar, por coerción de sus familias, a dicho centro de rehabilitación. Sin embargo, gracias a las alianzas a nivel nacional, buscarán una acción legal colectiva para comenzar el proceso de reparación que merecen estas personas.
En cuanto a esto, Antonio Castro, Diputado Federal de Morena en Coahuila, partido que ha impulsado esta iniciativa en Coahuila, señala que, para esta legislación no funcionará sola, que se tienen que revisar el funcionamiento de las fiscalías y procuradurías y, sobre todo, revisar las relaciones de corrupción entre estos grupos religiosos y el gobierno estatal y local, ya que es conocida su participación política.
Los estragos de las ECOSIG
Cuando este proyecto comenzó, un jóven colaborador en la Casa de Rescate de Cristo Vive había aceptado hablar de algunas prácticas y detallar la forma en la que estos lugares operan, sin embargo, el 8 de junio del 2024, ante la publicación en el DOF de la legislación en contra de las ECOSIG, decidió no ser parte del proyecto.
***
La primera vez que hablé con Noé Ruíz, le pregunté si conocía a alguien que quisiera compartir su testimonio. Más tarde, después de la entrevista, me envió el número de Rafael Otero, quien no dudó en aceptar hablar para este proyecto. Ambos coincidieron en la necesidad de tratar este tema con la seriedad necesaria, entendiendo el complicado proceso por el que atraviesan las personas que egresan de estas terapias.
***
Rafael Otero, después de haber salido del centro de rehabilitación religioso, rompió relaciones con su familia, a quienes Isidro, pastor de Comunidad Cristiana, se los pidió a cambio de cumplirles el sueño de cederles una iglesia. Ustedes no pueden tener un hijo homosexual, les dijo
Rafael comenzó su vida con la promesa de nunca volver a ser vulnerable y no dejar que nadie pasara por lo mismo que él. Así que convirtió su primer departamento en un refugio para personas de la comunidad LGBTTTIQ+, este refugio estaría en pie por nueve años, hasta que conoció a su actual pareja y se casó.
Pero este proceso no fue fácil. Rafael relata que atravesó una profunda depresión, acompañada de insomnio. Meses de no poder dormir bien, pues su memoria corporal acondicionó su reloj biológico y despertaba siempre alerta a las 3 o 4 de la madrugada, obedeciendo a las rígidas rutinas del centro de internamiento en el que estuvo. Después de esto, Rafael descubrió un mundo lleno de posibilidades y libertades, un mundo en el que la decisiones cotidianas le pertenecían a él y sólo a él.
Según comenta Rafael, la desestructuración familiar es algo muy común después de una terapia de conversión sexual. Las familias se alejan entre sí y, mientras que algunas personas logran sanar su relación con su familia, como él, que hoy mantiene una relación sana con su madre, otras personas se separan por completo. Es por eso que, con esa libertad que ahora contaba, decidió convertir su hogar en un lugar dispuesto para personas de la comunidad LGBTTIQ+ que se separaban de sus familias.
El proceso de sanación de las personas que han sido víctimas de terapias de conversión sexual es complejo, así lo apunta Noé Ruíz, que, junto a San Aelredo A.C. ha acompañado a aproximadamente 18 casos en los que ha descubierto que las consecuencias de las ECOSIG son profundas:
Por ejemplo, la inseguridad de la persona, algo con lo que hemos batallado mucho y que, a través de terapias psicológicas y psiquiátricas, hemos tenido que ir avanzando. La otra es el proceso de cómo volver a reingresar a la sociedad, porque como estuvieron en un proceso de sumisión, se sentían que no valían nada. Entonces, era necesario devolverles la confianza, animarles, decirles «aquí estamos y te vamos a apoyar.» Otra de las cosas con las que batallan mucho es conseguir trabajo, porque llegaban a un punto en el que si alguien los veía, se sentían agredidos y había pleitos del tipo: «¿qué me ves? ¿por qué me ves?» Esas situaciones de «me está observando y ya está hablando mal de mí porque soy gay, lesbiana o trans.» Todo ese tipo de cosas fue lo que nos costó superar. Afortunadamente, durante este tiempo, siempre hemos tenido de una u otra forma el apoyo de psicólogas y psicólogos que lo han hecho de manera voluntaria para la organización. Han sido quienes han sacado adelante a las personas, porque sin este proceso de ir a un psicólogo y asistir a un psiquiatra, muchas personas ya se hubieran suicidado en este momento.
De la misma forma, Rafael agrega: Yo no recomiendo para nada que una familia meta a un hijo, a una hija o a un familiar a un centro así. Yo creo que las familias deberían aprender a manejar los procesos, a tomar terapias familiares. Hay muchos psicólogos muy buenos y la verdad es que hay muchas terapias muy buenas.
Este tema es, sin duda, un tema pendiente. Rafael Otero es firme cuando señala que no hay un Estado preparado para atender a las personas víctimas de ECOSIG: “No tenemos un Estado, pero no tenemos un Estado porque desde arriba hasta abajo y de abajo hasta arriba no tenemos empatía. Esa es la verdad. Cruel, cruda y fuerte.”
Es por eso que, ante la indiferencia cruel, cruda y fuerte, el trabajo de Rafael Otero y Noé Ruíz es una grieta. La invisibilidad nos hace vulnerables. Desde que yo pasé esa experiencia y salí de esa experiencia, dije “jamás en mi vida vuelvo a ser vulnerable ante nadie”, decía Rafael al principio de la entrevista.
No alguien, Rafael.
No alguien, Noé Ruíz
No alguien, todas las personas que fueron obligadas a asistir a psicólogos, médicos, autoridades religiosas u otras personas con el objetivo de ser «corregidas»
Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto “Periodistas contra la Tortura” con el acompañamiento de la organización Documenta. El contenido de este reportaje es responsabilidad de sus autores y no necesariamente refleja el punto de vista de Documenta. Aquí puedes acceder a la pieza original.