En Pie de Paz
“Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.”
Isaac Newton
La justicia en México, ha sido a través de la historia, un tema de controversia permanente y debate constante en diferentes espacios y por múltiples actores sociales. Las reformas judiciales, en los distintos momentos históricos de nuestro país han buscado generalmente corregir problemas estructurales del sistema judicial mexicano.
Paralelamente, la cultura de paz emerge como un marco que promueve acciones que rechazan la violencia de todo tipo y el dialogo constante para la resolución pacífica de conflictos en la sociedad. Sin embargo, esta aspiración enfrenta un desafío clave: un sistema de justicia que, si bien en proceso de transformación, aún se percibe como limitado para proporcionar una justicia eficaz y accesible. Este articulo nos coloca en la posibilidad de repensar la actual reforma judicial en México y la relación con la cultura de paz analizando retos y oportunidades de una justicia más equitativa y pacífica.
El contexto de la reforma judicial en México ha sido un proceso gradual que ha buscado modernizar y mejorar el sistema de justicia de nuestro país. Una de las transformaciones más importantes ocurrió en el año 2008 con la implementación del sistema de justicia penal acusatorio. Este modelo, que introdujo los juicios orales y fortaleció el ámbito publico de la justicia, pretendía corregir las fallas de un sistema inquisitivo, en el cual la opacidad, la impunidad y la corrupción eran problemas recurrentes.
A pesar de las intenciones detrás de esta reforma, la implementación de la misma ha sido desigual e inequitativa. En algunas regiones de México, este nuevo sistema se ha enfrentado a resistencias institucionales y a la falta de una capacitación adecuada a los diferentes actores sociales relacionados con ella. Esta situación ha exacerbado la percepción de impunidad, en la que delitos graves, entre otros, el narcotráfico, los homicidios y los feminicidios, no siempre han sido tratados de forma adecuada. Este tratamiento en el sistema judicial ha generado desconfianza y frustración en la sociedad, sentimientos contrarios a la cultura de paz.
La cultura de paz se reconoce hoy, como un concepto integral y en movimiento; no se limita a la ausencia de violencia, sino que abarca un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que buscan prevenir los conflictos mediante el diálogo, la comprensión y la cooperación.
Para que una cultura de paz florezca, es necesario contar con un sistema de justicia que apoye estos valores. La paz no puede ser sostenible si las personas no confían en que las instituciones resolverán sus conflictos de manera justa y equitativa. La impunidad y la corrupción en el sistema judicial erosionan la confianza pública, lo que puede llevar a que los ciudadanos busquen formas extrajudiciales de resolver sus disputas, incrementando la violencia y el caos social.
El desafío de la justicia frente a la cultura de paz, es la posibilidad de generar la capacidad para operar desde la misma como un pilar en la construcción de paz. Un sistema judicial que no garantiza la protección de los derechos fundamentales y humanos de la persona, ni la reparación adecuada de los daños, perpetúa un ciclo de violencia e inseguridad permanente. La reforma judicial, en este sentido, debe ir más allá de los cambios procesales, debe transformarse en un proceso que aborde las causas profundas de la desconfianza institucional y que busque construir un vínculo sólido entre la justicia y la paz.
Uno de los principales obstáculos ha sido la corrupción sistémica en las instituciones judiciales. Para que las reformas judiciales realmente promuevan una cultura de paz, es imprescindible atacar de manera frontal la corrupción en todos los niveles del sistema judicial. Los esfuerzos por mejorar la eficiencia y transparencia de los procesos judiciales deben ir acompañados de sanciones firmes contra quienes cometan abusos de poder. Sin esta acción, cualquier intento por mejorar la justicia será percibido como superficial.
Hoy, la justicia restaurativa se presenta como un componente clave en la construcción de una cultura de paz. A diferencia de la justicia punitiva, que se centra en castigar al infractor, la justicia restaurativa busca reparar el daño causado a las víctimas y reintegrar a los perpetradores en la sociedad. En México, la implementación de mecanismos de justicia restaurativa podría ofrecer un enfoque más humano y pacífico para resolver los conflictos.
Actualmente, a pesar de cada reto, la reforma judicial en México, presenta oportunidades para promover una cultura de paz. Un ejemplo de ello es la creciente participación de la sociedad civil en el monitoreo y evaluación de las reformas judiciales. Organizaciones no gubernamentales, defensores de derechos humanos y activistas han jugado un papel crucial en señalar las deficiencias del sistema y proponer soluciones concretas.
La reforma judicial en México enfrenta un máximo desafío: Crear un sistema de justicia que sea no solo eficaz y no corrupto sino también justo y en sintonía con los valores que la cultura de paz promueve. Para ello, se sugiere que el proceso de la reforma judicial tenga un enfoque integral que abarque la erradicación de la corrupción, el fortalecimiento de la justicia restaurativa y el compromiso con los derechos humanos. Solo así se podrá avanzar hacia una sociedad en la que la paz y la justicia coexistan como pilares fundamentales del bienestar social.
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