En Pie de Paz
Por Verónica Hurtado López
Erradicar la violencia es el mayor anhelo para una paz posible.El 25 de noviembre es una fecha histórica que marca el asesinato de las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, tres activistas políticas de República Dominicana que lucharon contra la dictadura de Rafael Trujillo en la década de 1950. Su asesinato, perpetrado en 1960, es un símbolo contemporáneo de la lucha contra la violencia de género y la opresión política en América Latina.
Desde ese día, cada 25 de noviembre se conmemora como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este día, a lo largo del tiempo, lejos de ser solo una jornada de recuerdo, se ha transformado en un símbolo de la resistencia femenina y, sobre todo, en una plataforma para la participación activa de las mujeres en la construcción de paz en diversos contextos globales, con impactos importantes en la sociedad.
La violencia contra las mujeres, en sus diversas formas, no solo representa un atentado a los derechos humanos, sino también un obstáculo significativo para la paz social y la estabilidad política de la sociedad. Por ello, la participación de las mujeres en la construcción de paz es esencial, no solo por una cuestión de justicia y equidad, sino también por el impacto positivo que tiene en la resolución de conflictos y la consolidación de la paz en contextos que han vivido situaciones de violencia.
El Movimiento del 25 de Noviembre nace como un homenaje a las hermanas Mirabal. Hoy es una causa global que tiene como objetivo erradicar la violencia hacia las mujeres y promover la igualdad de género en el ámbito cultural, político, social y económico. Este movimiento no solo se dedica a conmemorar el sacrificio de las Mirabal, sino que también actúa como un motor para el empoderamiento de las mujeres en diversas partes del mundo. Este día tan especial ha jugado un rol clave en visibilizar cómo las mujeres, históricamente excluidas de las esferas de poder y decisión, tienen un papel crucial en la construcción de sociedades más justas y pacíficas.
La memoria de las Mirabal y el movimiento que lleva su nombre han servido para desafiar las estructuras patriarcales y autoritarias, no solo en América Latina, sino en muchas otras partes del mundo. La violencia política, las dictaduras, los conflictos armados y las tensiones sociales han afectado a millones de mujeres, quienes han sido víctimas directas de violencia, pero también han demostrado ser agentes esenciales en los procesos de resistencia y en las luchas por la paz.
El papel de las mujeres en la construcción de paz ha sido reconocido por diversas organizaciones internacionales, como la ONU, que en el año 2000 adoptó una importante resolución sobre Mujeres, Paz y Seguridad, reconociendo la importancia de la participación femenina en los procesos de paz y resolución de conflictos. Esta resolución fortalece la afirmación de que las mujeres son actores clave no solo como víctimas de la violencia, sino como creadoras de soluciones sostenibles para erradicar los conflictos.
Las mujeres, en su diario vivir, a través de su lucha cotidiana por la supervivencia, la organización social y la resistencia a las injusticias, tienen un enfoque particular hacia la resolución de conflictos. De forma continua, las mujeres promueven el diálogo, la mediación y la reconstrucción de relaciones comunitarias, lo que es importante para establecer una paz duradera. Además, la participación de las mujeres en los procesos de paz no se limita a su rol como madres o cuidadoras, sino que implica su presencia activa en las negociaciones, en la toma de decisiones y en la implementación de políticas que promuevan la equidad y la justicia social.
En América Latina, las mujeres han jugado un papel fundamental en las luchas por la justicia transicional en países como Colombia, Perú y Guatemala. En Colombia, por ejemplo, organizaciones de mujeres han estado en la primera línea de la defensa de los derechos humanos y en la construcción de acuerdos de paz entre el gobierno y grupos armados. Mujeres como Piedad Córdoba, que ha sido una figura clave en la negociación de paz, muestran cómo la política de paz no solo se construye en las mesas de negociación, sino también en las comunidades afectadas por la violencia.
A manera de conclusión, el Movimiento del 25 de Noviembre, a través de la memoria de las hermanas Mirabal y la lucha contra la violencia de género, ha puesto de manifiesto la importancia de la participación activa de las mujeres en la construcción de paz. Hoy, las mujeres no solo son víctimas de la violencia, sino que son agentes fundamentales en la búsqueda de soluciones sostenibles y justas para la paz. Las diversas resoluciones de la ONU en favor de las mujeres han sido un paso importante, pero la verdadera transformación será alcanzada solo cuando ocupemos un lugar real y central global, en la toma de decisiones políticas, en la reconstrucción de las sociedades y en la creación de un futuro de paz basado en la igualdad, equidad y justicia social. Solo así se podrá construir una paz verdadera y duradera desde: Ser Mujeres.
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Profesora Investigadora de la Universidad de Guadalajara. Miembro activo y fundadora del Centro de Estudios de Paz del Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco.
De acuerdo: las mujeres son agentes fundamentales en la búsqueda de soluciones sostenibles y justas para la paz. Dos ejemplos:
* Leymah Gbowee. https://youtu.be/QxkxcsrveLw?si=tuuzOO4DJs2ybaPV
* Vandana Shiva. https://youtu.be/R-oGus9EWRk?si=ST0gYkJgiwR6dh5K