#ZonaDeOpinión
Texto y fotos por Anashely Elizondo / Anashely_Elizondo (IG)
El Parque Rojo siempre fue, para mí, un lugar de encuentro.
“Te veo en el Parque Rojo” “Me van a entregar este (cd, vinil, libro) en el honguito” “Nos vemos afuera de Juárez y de ahí, nos vamos”
No era un lugar precisamente “seguro”, de noche, por ejemplo, se ponía tan oscuro que me daba miedo atravesarlo.
Pero, sin duda alguna, era un lugar de comunidad.
Podías encontrar los días sábados, en sus pasillos, todo tipo de prendas, comida y también, me consta, fue el lugar ideal donde cientos de artistas pudieron poner su obra a disposición de la gente.
Entre semana, caminar por ahí me hacía sentir más cerca de mi casa, un lugar que podía acercarme (en tren o en camión) a donde yo quisiera. Parecía que el Rojo era el punto central, donde iniciaban y terminaban las cosas.
Ahora, no se puede ver nada. Caminar entre los muros, imponentes, agregados como parte del paisaje, no permite ver nada; ni los árboles, ni los grafitis de las bancas despintadas, ni a quien camina apurado hacía el tren. Ni se hable entonces de los vendedores callejeros, el puesto de tamales, los ambulantes que transitaban y hacían del Parque su lugar de trabajo.
¿Qué pasa con nuestro derecho a un ambiente pleno, de descanso y encuentro? ¿O con el derecho a trabajar, ganarse unos pesos, comer?
¿Tenemos que acostumbrarnos a caminar entre murallas, imaginar a los pájaros que cantan en los árboles que aún se esconden detrás de aquellas vallas beige?
El Parque necesitaba ser renovado -es triste que el Mundial y los ojos extranjeros hayan sido la razón para hacerlo- pero la restauración pudo haber sido seccionada, sin limitaciones de ningún tipo, sin muros grandes que además, prohíben a las miradas locales de ver lo que se está realizando del otro lado.
No queda de otra que imaginarnos que del otro lado, el Rojo sigue siendo ese punto de encuentro, con sus murales y sus puestos. Caminar cerca de los muros y pensar en que las divisiones, seccionadas y cubiertas, no hacen más que alejarnos más, preguntarnos, ¿Qué otros lugares faltan por blanquear? ¿Qué otros lugares nos van a quitar?