Guadalajara, manejar con miedo: “conductores entre la corrupción y el autoritarismo vial”

En Guadalajara, conducir no solo implica sortear el tráfico o aprender las reglas básicas de movilidad; para muchos jóvenes, significa también enfrentarse al miedo constante de ser detenidos por agentes viales que, más que hacer cumplir la ley, ejercen el poder con tintes de corrupción y abuso.

Por Rogelio Aceves

Sales de tu casa creyendo que todo está bien: tu felicidad, tu tranquilidad como ciudadano en la ciudad de Guadalajara. Parece un día más, hasta que escuchas ese sonido. Para muchos, un sonido que genera miedo. ¿Por qué miedo? Si tan solo es una patrulla vial pidiéndote que detengas tu automóvil.

En Guadalajara, ese momento puede ser más peligroso que haber cometido una falta. No sabes si el oficial te detendrá por una infracción real o porque le faltan 200 pesos para la cena.

Según datos de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) del INEGI en 2023, el 56.3% de los ciudadanos en Guadalajara reportaron haber sido víctimas o testigos de actos de corrupción por parte de autoridades viales. Esta cifra ubica a la capital jalisciense como una de las ciudades con mayores índices de abuso de autoridad en el ámbito de la seguridad vial en México.

Los oficiales de la policía vial están autorizados para infraccionar a los conductores que cometen faltas, pero en la práctica, muchos se han convertido en figuras autoritarias con capacidad de extorsión. Multas sin fundamento, detenciones arbitrarias, intimidaciones y solicitudes de “mordidas” son prácticas comunes en avenidas, glorietas y esquinas de esta ciudad con más de cinco millones de habitantes.

Frente al Parque Revolución, en un estacionamiento improvisado, varios jóvenes se agrupan en círculos. Algunos tienen folletos de autoescuelas privadas. Otros, el rostro lleno de confusión.

—“¿A poco hay que aprenderse todas las señales?”— pregunta uno de ellos.
La mayoría no ha leído el Reglamento de Movilidad y Transporte, pero están a punto de presentar su examen para obtener una licencia de conducir.

En Guadalajara, más del 70% de los conductores menores de 25 años aprendieron a manejar de manera empírica, según un estudio del ITESO. Esto da como resultado una generación de conductores con poca formación vial, y por ende, más susceptibles a cometer errores que pueden ser aprovechados por las autoridades para extorsionar.

En colonias como El Salto, Oblatos o Lomas del Paraíso es común ver adolescentes al volante sin licencia. En otros casos, incluso con permisos temporales, ya circulan por avenidas de alta velocidad sin capacitación oficial.

Esto los deja sin herramientas para defenderse. El desconocimiento no sólo los expone a accidentes, sino que los vuelve presa fácil del abuso.

“Te bajan del carro y te hablan como si fueras un delincuente. Si no sabes qué dice el reglamento, te inventan la infracción y tú ni cómo defenderte.”

En este vacío de formación, el agente vial se convierte en juez, fiscal y recaudador.

Kathia González relata una experiencia que vivió junto a su esposo tras salir de una funeraria en la avenida La Paz:

“Venimos saliendo de una funeraria que está por la avenida La Paz y nos detiene una patrulla de tránsito, porque el vehículo en el que circulábamos estaba polarizado.

Entonces nos detiene y nos pide los documentos. Nos dice: ‘Documentos, por favor’.
Licencia y tarjeta de circulación. Mi esposo saca su licencia y le dice: ‘La tarjeta de circulación no la traigo en físico, pero la traigo en digital’. Le pasa el teléfono y él le dice: ‘No, no, no me sirve en digital, la necesito en físico’. Muy prepotente.

Nos empieza a decir que si no la traíamos en físico nos tenía que levantar el vehículo, que se lo tenía que llevar la grúa. Le dice mi esposo: ‘Hazme el favor nada más y levántame los folios’.
Se acerca la compañera del oficial de tránsito, y le dice: ‘¿Qué pasó?’
‘No trae su tarjeta de circulación en físico, la traen digital. Hazle los folios’, responde el oficial.

Entonces, cuando ya empiezan como que a ver que realmente nosotros tampoco nos pusimos como que: ‘Ayúdame, por favor’, llegó el momento en que nos dice: ‘Es que ni siquiera seguro’, cuando desde un principio no lo pidieron. Sí traíamos los papeles y todo.

Mi esposo le dice: ‘Aquí están los documentos’, a lo que el policía responde: ‘¿Luego no traes tu licencia? Te lo entregué. La traes en la mano’.

Para no hacer el cuento muy extenso, nos dice, ¿sabes qué? Voltea con su compañera y le dice: ‘¿Sabes qué? Ya, que se los cafés y ya déjalo ir’.

Entonces, pues evidentemente, lo único que querían era que les diéramos dinero. Y cuando vieron que nosotros no ofrecimos darles nada, salió de ellos mismos pedirnos su flamante cantidad de 200 pesos.”

“Lo que nos da a pensar muchísimas malas cosas sobre los oficiales. Ya ni siquiera es que tengan la suficiente vergüenza. Vieron que teníamos todos los papeles en mano y aún así no hicieron por decir: ‘Bueno, pues ni cómo detenerlos’.”

Andrea Chavira también comparte su experiencia, vivida junto a su hermano:

“Veníamos de una plaza mi hermano y yo, sobre la avenida Juan Palomar hacia periférico, cuando nos detiene un tránsito. Veníamos en el carro de mi mamá, el cual, como lo había sacado recién de que lo había comprado, aún no tenía placas, pero traía un permiso para poder circular.

El problema es que el permiso había vencido un día antes, sumándole al hecho de que yo no traía licencia. Entonces, al preguntarme y ver el tema del vencimiento del permiso y la falta de licencia, me comenta el oficial que me va a tener que retirar el vehículo.
Entonces yo ya estaba hablando con mi mamá y mi mamá me dice: ‘No, sabes qué, espérame. Dile que voy para allá’.

Llega mi mamá, y junto con su hermana (mi tía), empiezan a hablar con el oficial de tránsito y tratar de ofrecerle alguna otra solución para no tener que llevarse el vehículo.
Y pues ya, cuando por fin logra aceptar, 1000 pesos.

Me sentí bastante mal por haber suscitado esa situación, y más siendo el Día de las Madres. Siento que no fue un buen regalo, pero pues eso fue lo que pasó.”

¿Qué tipo de enseñanzas dejan estas situaciones?

Desgraciadamente, que no podemos confiar ni en nuestro propio país. Se supone que las autoridades están para cuidarnos. Pero la realidad es que muchos ciudadanos manejan con miedo, especialmente los jóvenes, quienes se enfrentan a un sistema que los castiga antes de enseñarles qué hacer. Un sistema que promueve la impunidad y normaliza el autoritarismo.

Reformar el sistema vial pasa por profesionalizar a los agentes, digitalizar procesos, educar a los ciudadanos y acabar con las prácticas corruptas. Porque mientras en Guadalajara la justicia vial siga dependiendo de quién tiene el dinero o el miedo suficiente, las calles seguirán siendo territorio de abuso, donde muchos prefieren andar a pie o en transporte público para evitar una patrulla que, en lugar de brindar seguridad, genera terror.

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Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Pública de la Universidad de Guadalajara, esta crónica se realizó en el marco de la asignatura de Géneros Periodísticos impartida por el profesor Darwin Franco.

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