Una de periodismo

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Terminé ejerciendo el periodismo por una mezcla de casualidad y de eliminación directa: cuando estuve en edad de cursar los estudios universitarios no existía en la ciudad la carrera como tal —que abriría años después en Ocotlán—, y el periodismo venía paqueteado en esa miscelánea disciplinar conocida como Ciencias de la Comunicación. Ya estando ahí supe que la televisión no era lo mío y la radio, aunque me encanta, nunca me quiso abrir sus micrófonos del todo. Impedido para la comunicación organizacional y con nula visión mercadológica, me fui orillando hacia un ámbito que me resultaba familiar y entrañable: las páginas del periódico. Crecí viendo a mi abuelo y a mi padre sumergidos en la lectura de las enormes páginas de El Occidental y cuando fui adolescente hice mis propias elecciones: el semanario Por Escrito fue el primer periódico que ojeaba por voluntad propia y luego fui entusiasta lector de Siglo 21, primero, y Público, después. Luego, hace 21 años, entré a trabajar a mi primera redacción y aquí sigo.

Me gusta, el periodismo. Los que no me gustan son ciertos lugares comunes y clichés en torno a él. No me gusta, por ejemplo, la afirmación sacada de contexto de que es “el mejor oficio del mundo”. La frase, tomada de un discurso de Gabriel García Márquez, se queda apenas en la superficie de una crítica que hacía el escritor y periodista colombiano a una realidad que sigue vigente desde 1996, año en que fue pronunciado el discurso: “Los muchachos que salen entusiasmados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas”, dice, entre muchas otras cosas, el texto aquel. Tampoco me gusta, por el tufillo de cándida ingenuidad y la convicción la que algunas personas la repiten, la frase que da título a uno de los libros de Ryszard Kapuściński, según la cual “los cínicos no sirven para este oficio”. Los hay, y bastantes, como aquellos que se asumen integrantes de esa chaqueta mental llamada “el círculo rojo” y que van por la vida con ínfulas de político.

Pero la que más me da urticaria es la que afirma que la o el periodista es “la voz de los que no tienen voz”. No puedo con tan paternalista pretensión. Que una persona dedicada al oficio se la crea, y que además conciba su labor como “un apostolado”, puede sacarme de mis casillas. Todas las personas tienen voz, todas las historias tienen su propio sonido, y quienes nos dedicamos a esto bien haríamos en callarnos más seguido y ponernos a escuchar.

Estas ideas se me vinieron como avalancha a la cabeza con el anuncio del lanzamiento de Porque los amamos, un pódcast en audio y video que, producido por ZonaDocs y Esto No Es Radio, abrirá sus micrófonos para contar la historia de los colectivos de familias que buscan a sus seres queridos que están desaparecidos. En la primera temporada, anunció ayer Darwin Franco, se podrá conocer la historia de Familias Unidos por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej), Por Amor a Ellxs, Entre Cielo y Tierra, Luz de Esperanza y Madres Buscadoras de Jalisco. El primer episodio tiene como protagonista a Guadalupe Aguilar, fundadora de Fundej, el primer colectivo de búsqueda del estado.

Hace años, cuando Darwin me invitó a tener una colaboración semanal en este espacio, escribí que la invitación me emocionaba, entre otras razones, por tener la oportunidad de sumarme a un proyecto que admiraba en ese entonces por ser hecho por jóvenes que hacen el periodismo que me gusta, en el que creo: un periodismo callejero y comprometido con sus causas. Admiraba el proyecto entonces y lo sigo admirando ahora precisamente porque, además de hacerse a pie de calle y gastando la suela de los tenis, también sabe cuándo guardar silencio para que las personas hagan uso de su voz y de su agencia para contar su historia. Como ahora.

En su discurso aquel, Gabriel García Márquez decía que las y los jóvenes recién salidos de las escuelas de periodismo parecían desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales. Las y los jóvenes que dan vida a este espacio, así como las voluntades que convocan alrededor de sus proyectos, son un ejemplo de un periodismo honesto, que se posiciona y comparte abiertamente el lugar desde donde se ejerce, y que además está comprometido con las realidades que vivimos en estos tiempos, así como con la búsqueda de caminos para transformar esas realidades usando las herramientas del periodismo para intentarlo. 

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Aquí podrán ver y/o escuchar el pódcast #PorqueLosAmamos

Youtube:
https://youtu.be/J22CF7ElzH0?si=ySI8K-G_u1wkRBoY

Ivoox:
https://go.ivoox.com/rf/150550462

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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