La incomodidad de que nos importen las cosas

En Pie de Paz

Por Gabriela Hernández Ruiz* / @gabshdzruiz (IG) 

Vivimos en tiempos donde violencias extremas son transmitidas en tiempo real y con altos niveles de exposición: guerras con cifras de muertos que leemos como estadísticas, masacres normalizadas en los noticieros, discursos de odio que se viralizan y construyen el performance cotidiano tanto de figuras públicas como de aspirantes a influencers en redes sociales. El capitalismo gore, descrito por Sayak Valencia, ha convertido el dolor en espectáculo y la crueldad en mercancía; la banalidad del mal, explicada por Hanna Arendt, da cuenta de la lealtad absoluta a sistemas dogmáticos que amenaza con devorar el mundo. 

La indiferencia ante las violencias no es un fenómeno meramente cultural, sino un proceso psicosocial con bases neurobiológicas y cognitivas ampliamente estudiadas, que además ha sido eficientemente instrumentalizado por grupos de poder: podemos hablar de los estudios que reconocen la fatiga por empatía; del efecto espectador que diluye la responsabilidad porque asumimos que otras personas intervendrán; también están los efectos de la desconexión moral señalados por Bandura que habla del uso del lenguaje para racionalizar y justificar actos de crueldad mediante la deshumanización del otro, la atribución del daño o la distorsión de las consecuencias; o las investigaciones sobre el procesamiento cerebral ante escalas masivas de sufrimiento y cómo la sobrecarga de estímulos violentos puede genera un efecto desensibilizador e incidir en un menor grado de empatía. 

Tenemos un desafío enorme: ¿cómo mantener la empatía en un sistema que nos empuja a la indiferencia? ¿cómo equilibrar la lucha contra las injusticias sin perdernos en el horror durante el intento? ¿es posible contactar con la rabia y la indignación al mismo tiempo que recurrir a la compasión, la ternura y el amor? Es fundamental reconocer lo incómodo que es habitar el dolor ajeno, sentir la frustración cuando parece que nada cambia; aceptar que nos confronta profundamente la crudeza del sufrimiento mientras se revela la propia impotencia frente a maquinarias de opresión que parecen inamovibles. La incomodidad surge precisamente de la tensión que se presenta al saber que la indiferencia es cómplice y, por otro lado, experimentar un profundo abatimiento al ver cómo la crueldad se recicla en múltiples formas. Sin embargo, en ese espacio habitan también las resistencias. 

Resulta muy conveniente para quienes mantienen los sistemas de opresión, que en la desesperanza sucumbamos por la indiferencia y demeritemos el poder de la resistencia civil pacífica, la cual ha mostrado en estudios como el de Erica Chenoweth y Maria Stephan, tener grandes impactos para deslegitimar la violencia del opresor y exponer con crudeza su abuso de poder; también es importante señalar que estos movimientos llegan a implicar a un mayor número de personas, quienes no se sumarían a protestas violentas, pero sí a acciones creativas y organizadas; por último no olvidar que estos movimientos han impulsado significativos cambios culturales mediante el uso del arte, el humor y la solidaridad para romper los discursos de miedo.

La paz se sostiene en una elección constante: decidir no mirar hacia otro lado cuando el sufrimiento ajeno nos interpela, en habitar nuestra incomodidad y darle un lugar mediante procesos de cuidado y acciones de resistencia colectiva, no violentas pero estratégicas y sostenidas; generando espacios de sanación colectiva para no reproducir las heridas que queremos cerrar y cuidar de nuestra humanidad compartida; construyendo una ética del cuidado que no sacrifique a las personas en nombre de la causa y ponga en evidencia que otras lógicas son posibles. 

Ante un mundo que se presenta caótico, despiadado y perdido, no dudemos en usar la ternura y el amor como herramientas políticas para construir otros mundos, como nos invita bell hooks, quien reconocía el poder transformador del amor como la base de todo cambio social significativo: “cuando todo lo demás se ha ido, el amor sostiene”. 

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Diseñadora de experiencias para conectar con nuestra humanidad compartida y generar entornos de paz.  

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En pie de paz
"Es una columna que busca colocar en el debate público la relevancia de la cultura y la educación para la paz. Esta columna es escrita en colaboración con las y los integrantes del Centro de Estudios para la Paz (Cepaz) del Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco”.

1 COMENTARIO

  1. “lo que dice el artículo es verdad. Para enfrentarse a la violencia es importante no ignorarla como si no existiera, y luego tomar partido activo pero sin violencia, con acciones creativas y solidarias que contribuyan a generar conciencia en la gente”

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