En Pie de Paz
Por Silvia Patricia López González *
Conocemos que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas representan un consenso mundial en pro del bienestar social en el planeta, es a través de 17 Objetivos y 169 metas como se articulan acciones que deberán llevar a cabo todos los países para lograr un mundo mejor, el llamado que se hace es a “No dejar a nadie atrás”.
Es precisamente el objetivo 16: Paz, Justicia e Instituciones sólidas el que muestra una lógica que entrelaza estos conceptos hacia el desarrollo sostenible. No puede haber instituciones sólidas sin paz; pero tampoco puede lograrse la paz sin justicia; solo con instituciones sólidas y justicia se puede alcanzar la paz, son pues diferentes hilos de un mismo tejido.
Sabemos que al hablar de desarrollo implica un cambio, crecimiento o transformación, así podemos diferenciar un desarrollo individual que se refiere a la expansión del ser humano aumentando sus capacidades, o también podemos referirnos a un desarrollo social, en donde a partir de la coexistencia de personas se brindan mejores oportunidades para todos.
Sea individual o colectivo, el desarrollo es una tarea que se debe propiciar por parte del Estado a través de sus instituciones: para respetar el disfrute de los derechos de las personas, proteger, esto es, impedir que otras personas obstaculicen los derechos, y realizar, lo cual requiere que se lleven a cabo acciones apropiadas para la plena efectividad de los derechos. Así pues, es el Estado quien debe fortalecer sus instituciones y garantizar la justicia social para que florezca la paz, tal como lo sostiene el Premio Novel de la Paz, Amartya Sen, la justicia social y la igualdad son los pilares para la construcción de paz.
El respeto a los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) es lo que puede dar paso a una justicia social. Respetar los derechos de los trabajadores; el derecho a la seguridad social y a la protección social; la protección de la familia; el derecho a un nivel de vida adecuado; derecho a la alimentación; a la vivienda adecuada: al agua; al vestido; a la salud; a la educación; a los derechos culturales y a los derechos ambientales se constituye como la fórmula fiable para alcanzar la paz.
Sabemos que el desarrollo sostenible es el modelo de crecimiento que satisface las necesidades presentes sin comprometer las capacidades de las futuras generaciones para satisfacer las suyas, implica el ámbito económico, social, cultural y político, es decir, el desarrollo sostenible se ve reflejado en todos los ámbitos de la sociedad para todas las personas, asegurando incluso el crecimiento de las generaciones venideras.
Fue en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, Sudáfrica celebrada en septiembre del año 2002, en donde se determinó que la Comunidad Internacional tiene como objetivos a vencer: La pobreza, la degradación ambiental y el desarrollo insostenible y asume como responsabilidad colectiva promover y fortalecer en los planos local, nacional, regional y mundial el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección ambiental que son considerados pilares interdependientes y sinérgicos de la conservación de la humanidad.
Podemos considerar que el Desarrollo, es un proceso multidimensional que implica cambios en las conductas que impactan en las estructuras institucionales cuya finalidad es el crecimiento económico y el desarrollo social mediante la reducción de la desigualdad y la pobreza (1)
En efecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU en el año 2001 declaró que la pobreza es:
“una condición humana que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, de capacidades, de opciones, de seguridad y del poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida adecuado, además de limitar los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales” (2).
En México según las cifras oficiales, la pobreza se encuentra presente en las casas de 97.6 millones de mexicanos, lo que equivale al 78.1% de la población. Esto es sin duda alguna, un grave problema de cohesión social que la mayoría de las veces conyeva a la falta de legitimidad de las instituciones y lastimosamente, a la ingobernabilidad (3).
Por todo lo cual podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que para alcanzar la paz se requiere el pleno respeto de la dignidad humana que conyeva el desarrollo sostenible, sin éste no hay paz que valga.
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(2) E/C.12/2001/10 (párr. 8)
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Doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, España, Profesora Investigadora Titular C, Universidad de Guadalajara, México, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I


