La calle del Turco
Por Édgar Velasco / @Turcoviejo
Ya en alguna otra ocasión había consignado por aquí que el comediante Groucho Marx decía que la política “es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Estos días me he vuelto a acordar de esa genial definición porque como dice el lugar común, la frase de Marx —el divertido, no el barbón— parece chiste pero, en el caso de Jalisco, es anécdota: como en una muy mala película de terror, la propuesta de construir un segundo piso en López Mateos para solucionar el conflicto vial que aqueja a la zona sur de la ciudad ha salido de su tumba mucho antes del Halloween y ya comienza a balbucear.
De pronto, casi como de la nada, volvió a ponerse en la “discusión pública” la pertinencia de construir un segundo piso en la que debe ser una de las avenidas más conflictivas del área metropolitana. Pongo entre comillas “discusión pública” porque en realidad parece monólogo: casi todos los días sale un actor público —la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, el Colegio de Ingenieros, la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga, por supuesto que los alcaldes— y ya hasta el impresentable exgobernador Emilio González Márquez salió a respaldar la propuesta. Yo creo que el hecho de que González esté de acuerdo con el proyecto es una prueba irrefutable de que se trata de una pendejada monumental, pero yo que voasaber. Ya nomás falta que proponga que hagan una conexión directa con el mausoleo horrible que se construyó el cavernal Sandoval Íñiguez, para el que con tanto gusto cooperó a costillas del erario.
Vuelvo a la frase de Marx. Creo que uno de los grandes problemas de la gestión de la ciudad es que está sobrediagnosticada: hay una enorme cantidad de estudios para lo que se les ocurra pero, por una extraña casualidad, resulta que los gobiernos en turno siempre escogen el diagnóstico falso para después aplicar los remedios equivocados. Que López Mateos es un gran problema, sí que lo es, ni siquiera hay que buscarlo: ahí está a la vista todos, a toda hora. Que un segundo piso sea la gran solución que se necesita, ese ya es otro cantar, por más que nos quieran endilgar la idea de que así es. Es casi como decir que el carril a contraflujo ha servido de algo.
Desde hace mucho tiempo colectivos, asociaciones y académicos han demostrado, también con estudios y propuestas, que la solución no es construir más carriles, pues está comprobado que eso lo único que provoca es atraer más autos. La gran apuesta, han expuesto también, debe ser por el transporte público masivo y por impulsar medios no motorizados, como las bicicletas. Generar puntos de conexión para que las personas puedan pasar de una modalidad a otra y hacerlo de forma segura y digna. Pero eso no le interesa a quienes toman las decisiones: están urgidos de construir el segundo piso y la “discusión pública” más bien parece decisión tomada de antemano.
Dicen que “es urgente” resolver el problema de movilidad en López Mateos y me pregunto cuánto se imaginan que va a tardar la construcción de un segundo piso de ese tamaño. La línea 3 del Tren Ligero empezó a construirse en 2014 y se inauguró en 2020. Seis años me parece mucho plazo para una solución que se presume urgente: para cuando lo terminen, va a haber todavía más autos (aquí me van a objetar que la Línea 3 fue muy tardada porque había que cavar un túnel: esa labor se llevó dos años, tiempo durante el cual la obra general no se detuvo, así que yo creo que no aplica la objeción, objetes).
Por otro lado, ¿de dónde a dónde se imaginan ese segundo piso? ¿Qué van a hacer con los cuellos de botella en subidas y bajadas. Quizá de Periférico a San Gaspar hay espacio para construir ingresos y salidas pero, ¿y de Périferico a glorieta Colón? ¿En esa dirección no urge?
Y ya entrados en esas especulaciones, porque especulero soy, ¿va a ser gratis su uso? Tengo la impresión de que cada vez que dicen “segundo piso” sus impulsores piensan en el segundo piso del Periférico en Ciudad de México. Pero se les olvida decir que tiene costo: en 2025 los vehículos pagan, números redondos, entre 8 y 135 pesos por usar la vialidad. ¿Para quién están construyendo entonces? ¿A quién le van a concesionar la administración, y las ganancias, como hicieron con la verificación vehicular? ¿Será que eso es lo que urge, sacar dividendos, y no tanto resolver un problema que afecta diariamente a miles de personas?
Hay otra frase de Groucho Marx que es muy famosa. Decía: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. También me he venido acordando de ella ahora que pienso en cuántos opositores del proyecto de la Vía Exprés —¿se acuerdan de la Vía Exprés, cierto?— ocupan ahora un cargo de gobierno y van a tener que defender la idea del segundo piso. Spoiler: hay varios.
Se vienen días en los que se va a invertir mucha saliva, tinta y terabites para la “discusión pública” de la que, insisto, parece más bien una decisión tomada. Por eso, me cobijo en una tercera y última frase de Groucho: “No puedo decir que no estoy en desacuerdo”.
¡Qué sabio eras, Marx!


