“Resistencia universitaria frente a la FEU”

#ZonaDeOpinión

Por Emiliano Mendoza Aranda / @_mr.emichan (IG)

¿Fue sólo un acto de represión contra estudiantes? Lo ocurrido el 10 de septiembre en la rectoría general de la Universidad de Guadalajara sugiere lo contrario. La participación de jóvenes de diversos centros universitarios de la Red, revela un problema más profundo: la disputa de poder entre la institución y la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que, actuando más como partido político que como representación estudiantil, ha puesto en riesgo la estabilidad de la universidad.

La Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), creada en 1991, en un contexto de crisis de la representación estudiantil, tras la caída de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) por acusaciones de corrupción y violencia. Esta nueva corriente política buscaba democratizar y establecer una representación más real y transparente, enfocada en los derechos e intereses de los universitarios. Desde sus inicios, contó con un lema claro: “Por una verdadera cultura política estudiantil”.

Sin embargo, esta corriente universitaria ha experimentado una transformación notable, pasando de ser la voz de estudiantes a un actor político con intereses propios y una influencia que trasciende los campus. Su estructura y operación se han profesionalizado, permitiéndole forjar alianzas, negociar con actores políticos tradicionales y en muchos casos, sus líderes han logrado insertarse en la vida pública. ¿Han olvidado el camino de dónde vienen, del contexto de corrupción y violencia de la FEG que su misma fundación buscaba erradicar?

Todas estas causas han detonado un nuevo movimiento estudiantil que ya no se limita a un solo centro, sino que refleja el hartazgo de distintos planteles ante la incompetencia de sus rectores. La manifestación en rectoría general que terminó en agresión, no fue un acto de rebeldía sin causa, sino la respuesta directa de una comunidad estudiantil que al sentirse abandonada, decidió tomar el control de su propio destino y alzar la voz por el abandono de sus instalaciones, la falta de cupos en materias, la seguridad de los alrededores de los campus y la ausencia de una verdadera representación para los alumnos y alumnas por parte de la FEU.

Este hecho no fue impulsado por unos cuantos, sino que reunió a estudiantes de una diversidad de centros universitarios de la Red.  Desde el CUCSH (Ciencias Sociales y Humanidades) y el CUCEI (Ciencias Exactas e Ingenierías) hasta el CUCBA (Ciencias Biológicas y Agropecuarias), CUAAD (Arte, Arquitectura y Diseño), CUCS (Ciencias de la Salud) e incluso el recién fundado CUGDL (Guadalajara). 

Tras la manifestación, se instaló una mesa de diálogo con autoridades y representantes estudiantiles, donde se exigió cancelar las elecciones del Consejo General Universitario; la Universidad respondió que esto era jurídicamente inviable, pero los estudiantes decidieron mantener su plantón pacífico dentro del edificio. Más tarde, la institución emitió un comunicado en el que aseguró que los encapuchados no eran alumnos, aunque ellos mismos se habían identificado como estudiantes desde un principio, y condenó la violencia sin mencionar a los maestros, conserjes, perfectos y sindicalizados que agredieron a los jóvenes. Hasta ahora la rectora Karla Planter no se ha pronunciado, pese a que previamente se había acordado que la protesta transcurrió de manera tranquila, lo que deja un vacío de respuesta frente a la comunidad.

Ese vacío explica por qué el reclamo va más allá de simples mejoras inmediatas: no se trata sólo de aulas, cupos o seguridad, sino de transformar la raíz del problema, la Ley Orgánica de la Universidad. Los estudiantes entienden que la falta de espacios y la deficiente representación son el resultado directo de un marco legal viejo y obsoleto, diseñado para que una élite gobierne sin la participación de la comunidad estudiantil. Este modelo de gobierno vigente desde 1994, tiene sus raíces en una ley de 1952, que no ha logrado adaptarse a las necesidades de la comunidad, incluso con las reformas de 2002 y 2021. Por ello, la protesta es un acto de dignidad, una exigencia para que la universidad se adapte a las nuevas demandas democráticas del siglo XXI.

Pero, en toda esta indignación, vale la pena detenerse a mirar de cerca nuestra propia conducta. ¿No hemos caído nosotros mismos en lo que tanto criticamos? A veces, como estudiantes, nos volvemos parte del juego político: defendemos una pancarta con más corazón que a un compañero universitario agredido.

¿Nos hemos olvidado del caso de Susana Soriano, quien siendo integrante de un partido universitario, fue agredida en medio de tensiones electorales, solo para después enfocarnos en quién tiene la razón o quién se burla mejor del otro en los grupos de WhatsApp?

De la mano recordemos lo que sucedió en CUCEI, cuando el nuevo movimiento estudiantil de este centro quitó las pancartas políticas para visibilizar sus demandas, pero los líderes de partido llegaron a defender su publicidad antes que los derechos universitarios. La violencia no es solo física; la difamación, la burla y la indiferencia son también actos que minimizan las necesidades exigidas. Y es que al final, ¿nos importan más las aspiraciones de un líder político o la dignidad de nuestro derecho a la educación?

Por ello, es fundamental dejar un mensaje a todos aquellos que forman parte de un partido o expresión política estudiantil. Las nuevas corrientes no están aquí para decirles que lo dejen. Al contrario, es valioso que existan grupos organizados que hagan contrapeso a las rectorías, que defiendan causas y que impulsen la participación del alumnado.

Sin embargo, se les pide algo importante: no se cieguen del partido. La lealtad ciega puede ser tan peligrosa como la indiferencia. Cuestionen a sus representantes, pongan en duda las decisiones de sus líderes y no teman levantar la voz si algo no les parece justo. No se trata de quedar bien, se trata de ser congruentes con los ideales que juran defender. Atrévanse a cuestionarlo todo, incluso sus propias ideologías.

Y a los estudiantes que han decidido dar un paso al frente para formar un nuevo movimiento, se les dice:

¡No se limiten a ser la voz, sean la resistencia que venga con el cambio!

Comparte

ZonaDocs
ZonaDocs
Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer