Cientos de personas caminaron desde el Parque Morelos hasta la Rotonda de Palestina Libre para exigir su derecho a la vivienda y denunciar desalojos, la especulación inmobiliaria y la privatización de espacios públicos en la zona metropolitana de Guadalajara. Con el compromiso de seguir en la lucha por una vivienda digna, presentaron un pliego petitorio con 13 demandas.
Por Aletse Torres Flores / @aletse1799
Fotos por Leslie Zepeda / @lesszep2
La tarde del sábado 20 de septiembre, Guadalajara fue escenario de la primera movilización contra la gentrificación y el despojo urbano. Bajo el lema “No más gente sin vivienda, ni vivienda sin gente”, cientos de personas caminaron desde el Parque Morelos hasta la Rotonda de Palestina Libre, denunciando la existencia de un modelo de ciudad que encarece la vida, desplaza comunidades y blanquea los barrios.
La convocatoria nació de un hartazgo compartido: las rentas que aumentan sin aviso, los parques públicos privatizados, los edificios de lujo que crecen donde antes había vida comunitaria y las inundaciones que año con año traen consigo pérdidas patrimoniales y vidas, producto de un urbanismo pensado para la especulación y no para la dignidad.
“Si ya no puedes mirar al cielo sin ver una grúa, si te subieron la renta de un día para otro, si el agua de lluvia arrastró a un ser querido… pues quéjate”, decía el llamado que reunió a habitantes, colectivos y organizaciones sociales.
La marcha inició a las 4:30 de la tarde en el corazón del Parque Morelos. Ahí, las primeras consignas llenaron el aire: “El barrio no se vende, se ama y se defiende”, “No más un territorio sin nosotres”.
Con pancartas en mano y pasos firmes, avanzaron por la Calzada Independencia hasta la altura de avenida Vallarta, donde las paredes y el asfalto se convirtieron en lienzos de resistencia: frases contra la gentrificación, denuncias sobre la crisis de desapariciones y reclamos por el derecho a la ciudad.

Los datos sostienen la urgencia. En el Área metropolitana de Guadalajara, el Índice de Precios de Vivienda registró un incremento anual de 9.81% al primer trimestre de 2025. En algunas colonias de la ciudad, las rentas han subido hasta un 50 % en los últimos cinco años.
En julio de 2024, los rangos promedio y máximos de renta evidenciaban el abismo: en Zapopan entre 29 mil 296 y 100 mil 000 pesos mensuales, en Guadalajara entre 26 mil 845 y 100 mil 000, en Tlajomulco hasta 95 mil 000, mientras que, Tonalá alcanzaban 16 mil 500 pesos. En contraste, en 2020, Jalisco registró 451 mil 590 viviendas particulares desocupadas, un aumento de casi 26% en una década.
Solo en el área metropolitana se han contabilizado 258 mil 416 casas vacías, de las cuales 77 mil 700 están en Tlajomulco; 53 mil 505 en Zapopan y 44 mil 990 en el municipio de Guadalajara. Mientras tanto, el precio promedio de las viviendas en el estado se duplicó entre 2013 y 2022, pero el ingreso laboral apenas creció un 52%. Es decir: las casas existen, pero no son costeables para quienes las necesitan.



Durante el recorrido, se alzaron voces diversas que vincularon el derecho a la vivienda con otras luchas. También, intervinieron las calles para recordar que el mismo modelo que construye torres de lujo es el que desaparece cuerpos y comunidades. “La ciudad se diseña para expulsarnos, pero también para callarnos”, decía una de las pintas que acompañó la caminata.
Al llegar a la Rambla, tomaron el micrófono las personas activistas presentes. Antonio, integrante del Frente Unido por la Vivienda Digna y el Territorio, explicó que el movimiento se inspiró en experiencias de la Ciudad de México, pero que responde a realidades concretas de Guadalajara:
“Decidimos abrirnos a todas aquellas que sienten que algo no anda bien con las rentas, con la vivienda, el transporte público, el saqueo de recursos y el uso indiscriminado del agua. Queríamos juntarnos para confirmar si sufríamos lo mismo. Y sí, lo sufrimos todas”, expresó, antes de leer un pliego con diez demandas urgentes.
Las 10 demandas centrales fueron:
- Regulación inmediata de las plataformas de hospedaje como Airbnb.
Paralización de desalojos forzosos y acompañamiento a las familias afectadas. - Creación de vivienda social a través de la expropiación de predios en manos de grandes especuladores.
- Reducción de tasas de interés hipotecarias y acceso a crédito digno.
- Implementación de esquemas de renta social con topes legales a los incrementos.
- Acceso a servicios públicos básicos (agua, luz, transporte) garantizado para todas las colonias.
- Protección de espacios públicos y prohibición de privatización de áreas verdes.
- Reconocimiento del derecho a la ciudad en la legislación estatal.
- Políticas urbanas con participación vinculante de habitantes y no sólo de constructoras.
- Transparencia en los planes de desarrollo urbano y rendición de cuentas de las autoridades.

Además, se sumaron tres exigencias adicionales que emergieron desde las voces de las personas que participaron de la marcha:
- Regular los contratos de arrendamiento para impedir incrementos abusivos.
- Garantizar hipotecas sociales que permitan acceder a vivienda a familias trabajadoras.
- Establecer mecanismos de protección al patrimonio natural, con énfasis en la defensa del agua y el territorio.

Desde el núcleo de solicitantes de vivienda de la Zona Metropolitana, una activista puntualizó:
“No pedimos favores, reclamamos derechos. Queremos que el Instituto Jalisciense de Vivienda atienda este pliego petitorio y se comprometa a implementar esquemas de hipoteca social y renta regulada. Mientras existan casas vacías, no puede haber familias sin techo”.
Las juventudes también hicieron sus llamados. Un integrante de la Juventud Comunista de México colocó la lucha contra la gentrificación dentro de un marco más amplio:
“En un mundo donde todo se compra y se vende, un cachito que no se vende es mucho. La lucha contra la gentrificación es también antiimperialista y anticapitalista. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Desde la Ribera de Chapala, una vecina relató cómo el fenómeno está expulsando familias enteras de Ajijic, mientras megaproyectos hídricos amenazan el lago:
“El aumento de rentas y el tercer acueducto nos dejan sin agua limpia y sin comunidad. Defender el lago es defender la vida y nuestro derecho a seguir viviendo aquí”, sostuvo.
La tarde fue también espacio para recordar que la lucha por la vivienda está entrelazada con la búsqueda de personas desaparecidas, con la defensa del agua, con la protección del territorio y con la construcción de ciudades habitables.

Laisha, quien cerró la jornada, apeló a la ternura como resistencia:
“La esperanza son los barrios que se organizan y resisten, son las madres que buscan, son las infancias que sueñan. Defender el territorio es defender la vida, la memoria y la posibilidad de otros mundos”.
A las 7 de la noche la marcha llegó a su fin; sin embargo, quienes convocaron subrayaron que no se trataba de un adiós, sino de una pausa en el camino.
“Esta no es una despedida, es una lucha constante. Nos volveremos a reunir en noviembre, porque el derecho a la vivienda y a la ciudad se defiende en las calles, con organización y esperanza”, concluyeron.
***
Aquí la lectura íntegra del pliego petitorio:
Ver esta publicación en Instagram


