“Día mundial de la paz: por qué la dignidad no puede esperar a que acaben las guerras”

En Pie de Paz

Por Giovana Patricia Ríos Godínez/ @GiovanaPRG *

El día en el que escribo este artículo de opinión es el día de la paz, y me preguntó qué significado tiene este día cuando a nuestro alrededor observamos horrores que nos sobrecogen. Las violencias a las que nos enfrentamos de muchas maneras tienen tal fuerza política que nos hacen pensar que el ser humano es violento por naturaleza y, por tanto, no hay nada que hacer. 

Si bien es un pensamiento que cruza por la mente de muchas personas, no es del todo cierto. El ser humano no es violento por naturaleza; sin embargo, si es agresivo como parte de una reacción biológica que nos determina ante la sensación de peligro o la necesidad de protección. La violencia es una construcción, un aprendizaje que determina la manera en la que reaccionamos, como lo indica Fromm (1973).

Las personas hemos aprendido a ser violentos, pero también tenemos la misma capacidad de aprender a actuar pacíficamente. La paz como acción también es una construcción que se desarrolla a partir de la ejecución de habilidades y cuestionamientos de la realidad política, social y personal que forman parte de nuestro sistema de creencias de vida. 

Es notorio que la historia nos ha mostrado a la paz como lo antagónico a la guerra, la paz como respuesta de las violencias; empero, si no hay guerra tampoco se habla de la paz, sencillamente se da por hecho. La paz entonces se diluye, sólo es un tiempo sin violencia en lo que llega nuevamente. ¿Qué es la paz? ¿Podemos hablar de ella como objeto de estudio? ¿la paz es algo más que un horizonte, una meta lejana?

Durante la mitad del siglo XX la paz ha sido estudiada tanto como ausencia de violencia, pero también como objetivo y acción. Es las últimas décadas, los estudios de paz positiva (Galtung, 1964) han profundizado diversas formas de abordar las paces, generando una epistemología de la paz como objeto e incidencia ante los retos sociales que impactan nuestra capacidad de desarrollo humano. La paz, por tanto, se convierte en realidad y no en utopía en la medida que se gestiona e incide en la capacidad de poder y agencia de las personas de manera individual como colectiva.

Los estudios de la paz nos permiten reconocer que las problemáticas de nuestro tiempo (genocidios, guerras híbridas, crisis climática, crimen organizado, pandemias, ciberataques, uso no ético de la IA, riesgos en la salud mental, violencias en razón de género, etc.) no pueden analizarse y encontrar alternativas sólo desde una disciplina como lo afirma Avruche (2013): “los estudios de paz requieren un enfoque transdisciplinario que integre saberes locales, derechos humanos, ecología y tecnología”. La construcción de paz es necesariamente interdisciplinar y transdisciplinar, donde no sólo dialoguen diferentes dimensiones del conocimiento, sino que se permita escuchar a aquellas voces que han estado excluidas y que son las más vulnerables a las problemáticas antes mencionadas. En este sentido, “la paz se construye desde abajo, a través de la transformación de relaciones y la participación comunitaria” (Lederach, 2003). 

Las voces de los vulnerables son de quienes sistemáticamente no han sido reconocidos y se merma su dignidad; ejemplo de ello, son las poblaciones enteras que actualmente viven un exterminio como sucede en la Franja de Gaza, pero también lo no humano y de lo cual somos completamente interdependientes, por ejemplo, los ríos, lagos y manantiales, las montañas, los humedales, los océanos. Butler (2004) señala lo siguiente: “Reconocer la vulnerabilidad del otro es el primer paso para una ética de la no violencia y la justicia”.

¿Cómo hacer valer la voz de quienes se les ha negado su reconocimiento? ¿Cuáles son las vías para sostener la vida y la dignidad?  Si bien podemos hablar de políticas públicas, generación de normativas internacionales, nacionales y locales, cambios legislativos, etc., considero que comenzar con lo más básico generaría un cambio radical en la manera de relacionarnos. La escucha es entonces un dispositivo de paz que nos permitirá abrir puertas para entender lo diferente, lo ajeno y lo distante. ¿Qué tienen que decirnos los mares y ríos contaminados? ¿qué nos dice quien profesa una fe diferente a la mía? ¿cómo reconocerme en el otro y generar caminos de empatía si no soy capaz de escuchar? La paz necesita ejercitar la escucha y no la imposición de ideas; no obstante, debe ser una escucha crítica que permita un análisis del mensaje y reconocimiento de los valores que conlleva el mismo. No todos los mensajes buscan la dignidad y el desarrollo, muchos pueden ser mensajes de destrucción y odio que son impulsados por plataformas mediáticas.

Por tanto, la escucha, el mensaje y la voz son fundamentales para comprender que la paz tiene sentido en un mundo sordo y sin voz. Este día nos permite comprender que la paz no puede ni debe ser una imposición, no hay una sola verdad ni sólo un cese al fuego, la paz implica apertura, entendimiento, comprensión, compasión, sanación y reconstrucción. Por ello pensemos ¿paz para quién? ¿paz de qué manera? ¿paz a qué costo?

La paz es frágil, se construye y se materializa a través de la comunidad, la escucha, el análisis crítico y el respeto a la diversidad.

Referencias:
  • Galtung, J. (1964). An editorial. Journal of Peace Research, 1(1), 1–4. https://doi.org/10.1177/002234336400100101
  • Fromm, E. (1973). The anatomy of human destructiveness. Holt, Rinehart and Winston.
  • Lederach, J. P. (2003). The little book of conflict transformation: Clear articulation of the guiding principles by a pioneer in the field. Good Books.
  • Avruch, K. (2013). Culture and conflict resolution. United States Institute of Peace Press.
  • Butler, J. (2004). Precarious life: The powers of mourning and violence. Verso.

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Coordinadora de la Maestría en Derechos Humanos y Paz ITESO, integrante del Centro de Estudios para la Paz (CEPAZ) y Secretaria de la Red Nacional de Paz ANUIES. giovanarios@iteso.mx

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"Es una columna que busca colocar en el debate público la relevancia de la cultura y la educación para la paz. Esta columna es escrita en colaboración con las y los integrantes del Centro de Estudios para la Paz (Cepaz) del Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco”.

1 COMENTARIO

  1. Comparto sus reflexiones, en estos momentos de tantos movimientos sociales violentos, en cada rincón del planeta, pareciera que no existe una salida, sin embargo, considero que lo mínimo que debemos hacer mantenerlo visible y evitar normalizarlo.
    El conflicto es natural a las personas, sin embargo, es potestativo la forma de abordarlo: en generar mas violencia o en la búsqueda de la resolución del los mismos.
    Como usted atinadamente concluye: “escuchando”.

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