Ataques en el espacio público: el patrón de la violencia de género que acecha a las mujeres en Jalisco

Los ataques directos en contra de mujeres en espacios públicos de Jalisco no son hechos aislados, sino parte de un patrón de violencia feminicida y machista que pone en evidencia la vulnerabilidad cotidiana que experimenta esta población al habitar la ciudad. En medio de este escenario, la entidad se posiciona como una de las cinco primeras con más casos registrados de violencia de género. 

Este reportaje parte de la historia de Sonia*, una de las mujeres agredidas brutalmente en los alrededores de la universidad ITESO por José de Jesús “N”, hombre ahora detenido e imputado por el delito de feminicidio en grado de tentativa. 

Exploramos los impactos psicológicos y sociales de la violencia de género que acontece dentro de los espacios públicos y que impacta la vida de las mujeres, las comunidades que las rodean, entre ellas las de jóvenes estudiantes que habitan los entornos donde sucedieron estos ataques, así como lo que hay después para las sobrevivientes y sus familias. 

*Sonia es un nombre ficticio, utilizado para resguardar su identidad.

Por: Alexa Terrazas Niño / @alexaterrazs, Fausto Sahid Zamora Lagunes / @dracdark117003, Génesis Gutiérrez  y Juan Carrillo Michel 

Fotografías por Dalia Souza / @DaliaSouzal

Caminar sola de noche por la calle ha sido una apuesta contra el miedo. A inicios de julio de 2025, ese temor colectivo se hizo realidad cuando Sonia, una joven trabajadora de 28 años que transitaba en las zonas aledañas a la universidad ITESO en el municipio de Tlaquepaque, Jalisco, fue atacada por la espalda con un martillo por un hombre. Ella caminaba para volver a casa.

El impactó fue tan grave que fracturó su cráneo y la dejó inconsciente en el asfalto. Pero la agresión no sólo marcó su cuerpo: abrió una herida compartida por miles de mujeres en Guadalajara que entienden que transitar solas por las calles es, muchas veces, el temor de no regresar a casa.

El ataque que destapó un patrón

La Fiscalía de Jalisco registró al menos cinco denuncias similares en esta zona. El mismo modus operandi: un hombre de entre 25 y 30 años sorprendía a mujeres en un radio de dos kilómetros alrededor de la zona del Periférico y Camino al ITESO en el municipio de Tlaquepaque, armado con martillos o cuchillos. El objetivo nunca era robar, sino lastimar.

Un familiar de Sonia lo relata con crudeza:

“Sí, ya lo agarraron, fue el fin de semana pasado a declarar a la fiscalía y ahí pues se tuvo que reconocer al señor… Ella (Sonia) fue a reconocerlo en los videos, porque fue por la espalda, y ya. Entonces, después de eso lo agarraron.”

El atacante fue detenido. Pero para Sonia, el daño ya estaba hecho.

De acuerdo con un boletín de la Fiscalía de Jalisco, el presunto “agresor de mujeres” fue imputado por su probable responsabilidad en el delito de tentativa de feminicidio, “luego de ser detenido mediante operativos de inteligencia en el Municipio de Tlajomulco de Zúñiga”.

 Identificado como José de Jesús “N”, la Fiscalía informó que podría estar involucrado en al menos cinco carpetas de investigación relacionadas con agresiones cometidas contra mujeres entre el 13 de junio y el 29 de julio de 2025. Además, la autoridad reveló que los ataques sucedieron durante el “horario nocturno” e informó que:

“El señalado habría atacado a mujeres que transitaban solas, utilizando vestimenta oscura, un chaleco azul con reflejantes y botas con casquillo, mismas prendas que portaba al momento de su captura” . 

Consecuencias irreversibles

El ataque dejó secuelas devastadoras: pérdida de una parte del cráneo, fractura de dientes, nariz lesionada, pómulo dañado, rodillas y codos golpeados. A ello se suman la pérdida de memoria y la dificultad para realizar sus actividades básicas.

Su familiar lo describe con dolor:

“A ella le dio un martillazo en la cabeza y cayó inconsciente al piso… se le rompió el cráneo, ahorita no tiene pedazo de cráneo en esa parte, le van a poner una placa. También perdió unos dientes, se fracturó la nariz, se raspó rodillas, codos, y parte del pómulo.”

Hoy, Sonia enfrenta un proceso de rehabilitación lento. Practica sumas, restas, ejercicios de escritura y mandalas para entrenar nuevamente su cerebro.

“Le dieron su celular para hacer una transferencia y no sabía cómo hacerla… no puede escribir bien con la mano izquierda”, cuenta su familia.

 

 

 

 

La violencia también llega a los hospitales

En los pasillos de urgencias, médicos y enfermeras son testigos del rostro más crudo de la violencia de género. Claudia, enfermera que por varios años ha trabajado en el  Instituto Mexicano del Seguro Social y quien conoció el caso de Sonia de cerca, comparte lo difícil que resulta atender a mujeres que llegan heridas a los hospitales, luego de haber sido atacadas por sus agresores:

“Muchas llegan justificándose, diciendo que fue su culpa… otras reconocen que no es la primera vez. Lo más difícil es atenderlas sin que te impacte emocionalmente, pero darles atención inmediata es vital para que el daño físico y psicológico sea llevadero.”

Sin embargo, la enfermera es consciente de que el sistema de salud presenta fallas: citas psicológicas tardías, falta de protocolos ágiles y, en algunos casos, ausencia de notificación al Ministerio Público. La violencia de género se topa con instituciones que, en vez de ser refugio, terminan siendo otra barrera.

Más que “un caso aislado” y “un asesino serial”

El ataque contra Sonia no es un hecho aislado. Forma parte de un patrón de agresiones contra mujeres jóvenes en espacios públicos.

En lo que va de 2025, en Jalisco se han denunciado al menos 15 feminicidios, lo que equivale a más de dos mujeres asesinadas por ser mujeres cada mes, según datos de la Secretaría de Igualdad Sustantiva en Mujeres y Hombres del Estado. Estos datos contrastan con lo que reporta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, quien informó que del 1 de enero al 31 de mayo, en el estado se abrieron 10 carpetas de investigación por el delito de feminicidios. Estas cifras ubican a la entidad en el noveno lugar nacional.

Su familiar lo resume en una frase lapidaria:

“No hay robo, no fue para robarle… el señor está, digamos, pues no está bien de la cabeza, pero de que está loco, está loco. Porque ¿quién hace eso? Nada más que atacar por atacar.”

La violencia no sólo la golpeó a ella. También a su familia:

“Al principio estábamos muy mal, porque la encontraron tirada en un charco de sangre… no se despegó del hospital, ni comía, ni nada. Pero ya ahorita las cosas mejoraron, están esperando a que se recupere.”

Una herida abierta en Jalisco

El caso de Sonia se suma a la estadística de agresiones contra mujeres en el estado, donde el feminicidio y la violencia extrema siguen en aumento. Pero más allá de las cifras, su historia se ha convertido en símbolo de una realidad que afecta cada día a las mujeres: la violencia de género no es una excepción, sino una constante. Y mientras las mujeres tengan que sobrevivir en lugar de vivir una vida libre de violencia dentro de todos los espacios que transitan o habitan, la deuda de justicia seguirá creciendo.

Revisamos al menos 30 noticias relacionadas con hechos violentos, ataques o agresiones a mujeres en el espacio público dentro del Área Metropolitana de Guadalajara de los años 2024 y 2025. El análisis sobre la cobertura que realizan los medios de comunicación locales, así como las notas que publican, revela que estos eventos no son casos aislados, que entre sí guardan coincidencias e, incluso, que el manejo de los mismos no apuesta por una lógica de “no repetición” o llamado a la justicia, sino de morbo y espectacularidad. 

Cuando un caso de agresión en contra de la mujer se hace público siempre se comparten las condolencias hacia la mujer victimizada y sus familiares cercanos, se menciona al agresor, el cual en la gran mayoría de casos es un hombre, y también se menciona cómo es que ahora se encuentra vinculado a proceso para recibir una sentencia de acuerdo a sus acciones, -en los casos donde es identificado y detenido-. 

Los casos

No son pocos los casos que ocurren al año, Jalisco es uno de los cinco estados con más victimización de mujeres en México, y así lo ha sido desde el año 2020, según el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG). 

Con un promedio de 400 casos de victimización de mujeres al mes durante el año 2020, Jalisco aumentó esa cifra de maneras preocupantes a través de los años, convirtiendo el promedio mensual de casos en el 2025 a 530 al mes. La cifra más alta se registró en el mes de abril, donde se contabilizaron 652 casos. 

Aún con éstas cifras tan altas y teniendo en cuenta que Jalisco se encuentra dentro del top cinco de estados con más victimización de mujeres, prevalece una cifra negra. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reportó en 2022 que al menos un 35% de las mujeres que sufren violencia no lo denuncian.  

Haciendo una comparativa entre las cifras existentes de casos ocurridos al año en Jalisco y la cantidad de casos que los medios cubren hay una disparidad enorme entre ambos. No solo es que se ignoraran la gran mayoría de casos, el problema viene directamente hacia cuáles son los casos que se cubren.

La cobertura

De un total de 500 casos de violencia a la mujer mensuales en Jalisco, la cobertura de casos importantes se reducía a 8 o 10 casos “importantes”. La gran mayoría de las notas publicadas tiene aspectos entre sus historias que coinciden: el morbo con el que son construidas -para atraer las visitas- y enfocadas casi completamente en la desgracia.  

El caso de María del Carmen Morales, fue una de las noticias sobre ataques ocurridos en contra de mujeres en el espacio público más sonadas durante éste 2025. María era una madre buscadora y activista que fue amenazada en varias ocasiones y que una vez que abandonó el activismo fue asesinada por tres hombres misteriosos que montaban una motocicleta y portaban armas de fuego. 

De un total de diez casos cubiertos por las noticias este 2025,  en cinco de ellos un arma de fuego había sido utilizada en el ataque, la misma situación ocurría con los casos cubiertos en 2024.

La revisión de notas mostró que la otra gran mayoría de casos cubiertos eran aquellos en los que un arma blanca se había visto involucrada, y el resto de casos el tipo de arma no había sido especificada en la noticia, aunque de éste último eran muy pocos los casos. 

En las notas, si bien se menciona con espectacularidad que la mujer fue asesinada o brutalmente violentada de alguna manera u otra, en varios de éstos casos no había nombre ni situación presentada acerca del agresor. En muy pocas coberturas el nombre del agresor era proporcionado, por alguna razón u otra éste se suele omitir en las coberturas.

En 2024 y 2025 un patrón se repitió: al menos un agresor en particular había causado más de un ataque y no fue capturado hasta después de cometer varios. Por ejemplo: José de Jesús “N” fue detenido hasta cometer presuntamente cinco atentados contra mujeres.  

Sobre este caso, en las noticias analizadas, se identificó que los periódicos no hicieron una cobertura extensa ni amplia del caso, de hecho no hay tantas noticias que uno pueda encontrar relacionadas con la situación, más allá del reporte oficial.

La cobertura de éste caso fue muy escasa a comparación del resto que se reportaron en 2025.  Al analizar las diferencias que tiene con el resto; en primer lugar la situación de las víctimas no había terminado en algún asesinato, tampoco se había hecho uso de algún arma de fuego, la identidad del hombre era conocida y absolutamente todas las mujeres afectadas se habían mantenido en el anonimato, finalmente, el agresor no tenía ninguna relación directa con alguna de las víctimas. 

Las resoluciones de los casos

Uno de los principales problemas con la cobertura que hacen los medios acerca de los casos es que terminan por centrarse demasiado en lo que ocurrió y no lo que sucedió después. La falta de información suma a la percepción de impunidad que rodea a las mujeres que son víctimas o sobrevivientes de violencia de género en Jalisco. 

En un estudio realizado por la Universidad de Guadalajara se demostró que de una cifra aproximada de 2 mil 776 casos judicializados sobre violencia de género en Jalisco, únicamente 60 de estas terminaron siendo sentenciadas

Contexto de violencia en las calles: cuando el miedo limita la vida

La violencia en los espacios públicos, aunque muchas veces se normaliza, tiene consecuencias profundas en la salud mental de las mujeres. El cuerpo reacciona como si estuviera en peligro constante. La psicoterapeuta Adriana Calzadias explica que este mecanismo genera “un estado de hipervigilancia permanente que lleva a ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático (TEPT) y al síndrome de la mujer violentada”.

El TEPT, detalla, no es lo mismo que la ansiedad generalizada: “se centra en una experiencia traumática específica, causando flashbacks y reviviendo el evento repetidamente”. Para atender estas secuelas, el enfoque más eficaz es la terapia cognitivo-conductual, que permite “reestructurar pensamientos y creencias, creando cambios en el estilo de vida y la red de apoyo”.

Sin embargo, el acceso a tratamiento suele ser tardío. “Las mujeres rara vez buscan ayuda por iniciativa propia”, advierte Calzadias. A menudo lo hacen por presión de familiares o incluso por un embarazo derivado de la violencia.

En el caso de la violencia en los espacios públicos, muchas mujeres solo buscan apoyo cuando han sufrido un abuso sexual o un intento de abuso. Calzadias señala que los agresores que atacan en la calle pareciera que actúan “de forma impulsiva” -favorecidos por el contexto de vulnerabilidad-, mientras que quienes ejercen violencia en relaciones íntimas recurren a dinámicas de control: “utilizan el love bombing para manipular a la víctima, aislarla de su red de apoyo y controlarla”.

La especialista asegura que la violencia no es lineal, y que no necesariamente comienza con un piropo o una mirada, sino que puede escalar rápidamente a agresiones físicas graves, como en el caso del ITESO.  

Los agresores pueden buscar víctimas en horarios y lugares específicos con poca iluminación o gente, buscando una “presa fácil”.  Si bien, no hay un perfil único del agresor, pudiendo ser cualquier persona que crea que puede ejercer su fuerza sobre una mujer. Frente a ello, la sociedad muchas veces busca culpar a la víctima por el sitio, hora o vestimenta que usaba o donde se encontraba, en lugar de responsabilizar al sistema que permite que ocurra la violencia.  

La voz de la colectiva LaVanda: respuestas feministas frente a la violencia

Tres estudiantes de la Universidad ITESO que forman parte de la colectiva LaVanda supieron de los ataques a través de diferentes medios: una por sus compañeras de piso que notaron un aumento en la presencia policial y la preocupación vecinal; otra por su casera, quien les advirtió sobre la situación; y la tercera a través de grupos de Facebook de vecinos.  

Tras enterarse, la colectiva tuvo una reunión virtual donde discutieron el tema, preocupadas por su seguridad como estudiantes foráneas.  Como respuesta, planearon un taller de defensa personal, obteniendo la aprobación de las coordinaciones académica y deportiva.  Se contactaron con el domo deportivo para conseguir instructores, teniendo como opciones: una instructora de defensa personal, o buscar a alguien con experiencia previa. El taller será abierto a toda la comunidad ITESO.

Una de las integrantes de la colectiva menciona que, tras los ataques, sintió un “delirio de persecución” la primera semana, estando más alerta al caminar, especialmente por la noche, debido a la falta de iluminación y la ausencia de una caseta policial cercana a su residencia.  

La  inseguridad la llevó a considerar otras opciones de transporte como Uber o pedir aventón, aunque usualmente caminaba.  La universidad no ha proporcionado apoyo directo como silbatos o linternas, la iniciativa del taller de defensa personal surgió de las estudiantes.  Aunque la Unión de Sociedades de Alumnos del ITESO emitió un comunicado, la institución ITESO no lo hizo.  Las estudiantes consideran que la falta de respuesta institucional se debe a que los incidentes ocurrieron cerca, pero no dentro del campus.

Respuestas insuficientes e institucionalidad débil frente a la violencia de género

En Jalisco, la violencia contra las mujeres no solo se mide en las agresiones que ocurren a diario, sino también en la fragilidad de las instituciones que deberían protegerlas. A pesar de las denuncias, de las evidencias e, incluso, de la detención de estos agresores las autoridades suelen actuar de manera tardía y fragmentada. El caso de Sonia es ilustrativo: su atacante acumulaba múltiples denuncias y antecedentes, pero fue liberado en varias ocasiones hasta que un intento de feminicidio lo colocó frente a la fiscalía.

Expertas como la psicoterapeuta Adriana Calzadias y la co-coordinadora del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), Lorena Díaz, coinciden en que los mecanismos oficiales resultan insuficientes. Programas como Punto Violeta o Pulso de Vida no han logrado incidir de forma real porque carecen de articulación estructural y se limitan a ser respuestas reactivas. La percepción de las víctimas y de los colectivos es clara: las instituciones no acompañan, revictimizan y delegan la responsabilidad a las propias mujeres.

Propuestas y acciones necesarias para combatir la violencia de género en espacios públicos

Frente a la indiferencia institucional, la sociedad civil y los colectivos han tomado la iniciativa para diseñar respuestas concretas. La colectiva estudiantil LaVanda del ITESO ha sido ejemplo de organización comunitaria: impulsaron talleres de defensa personal, mesas de diálogo y redes de acompañamiento que buscan fortalecer la seguridad y el bienestar emocional de las mujeres universitarias. Estas acciones, nacidas desde la urgencia y la solidaridad, muestran que el cuidado colectivo puede ser un muro de contención ante la violencia.

Las propuestas de especialistas también apuntan a un cambio profundo. Desde la salud, la enfermera Claudia subraya la necesidad de protocolos hospitalarios ágiles y sensibles, que garanticen atención psicológica inmediata y eviten la revictimización. En el plano social, la psicoterapeuta Adriana resalta la importancia de la educación con perspectiva de género en escuelas, así como del fortalecimiento de redes de apoyo que impidan el aislamiento de las víctimas.

A nivel estructural, organizaciones como CLADEM señalan que es urgente articular políticas públicas transversales que dejen de ser medidas mediáticas y se conviertan en mecanismos eficaces de prevención y protección. Mayor iluminación en las calles, patrullajes efectivos, capacitación a policías, botones de pánico funcionales y procesos de denuncia accesibles son solo el inicio.

La deuda de justicia en Jalisco no se resolverá únicamente con sanciones, sino con un replanteamiento integral de la seguridad y el reconocimiento de que las mujeres tienen derecho a habitar los espacios públicos sin miedo. Recuperar las calles es un acto político y vital: implica transformar un entorno hostil en un territorio de vida y dignidad para todas.

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Este reportaje fue realizado en el marco del Bloque de Producción periodística convergente del Tec de Monterrey Campus Guadalajara, del cual ZonaDocs fungió como Socio Formador.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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