Familiares de personas desaparecidas se reunieron en la UACM para denunciar la inoperancia del Estado y compartir sus estrategias de búsqueda, construidas desde la resiliencia y la autogestión ante el abandono institucional.
Por: Ángel Izquierdo / @Somoselmedio
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) fue sede este martes 18 de noviembre de un emotivo coloquio donde madres, familiares, estudiantes y académicos alzaron la voz para visibilizar la crisis de desapariciones en el país y evidenciar la inoperancia de las instituciones encargadas de la búsqueda.
El evento, titulado “Trayectorias de búsqueda de personas desaparecidas”, sirvió como un espacio para compartir historias marcadas por el dolor y la resiliencia, pero también para denunciar el “abismal abandono del Estado” en esta crisis.
“El Estado que no ha salido a buscar a nuestras hijas, a nuestros hijos y ahora hasta a nuestra niñez; el Estado que ha hecho puras ciertas de mentiras para no encontrarnos”, expresó una de las participantes.
En el coloquio convergieron voces emblemáticas de esta lucha. Diana Iris, de FUUNDEC y FUUNDEC-M, relató los orígenes de su colectivo en 2009 y recordó el legado de Blanca Martínez, recientemente fallecida, quien insistía en que“hay que nombrar a las desapariciones por su nombre”, refiriéndose a los “levantones” como una clara violación al derecho de libre tránsito.
“Ella nos dejó las cerraduras fuertes y suficientes para seguir adelante. Sembró semilla y hay que cosecharlo”, afirmó.
Por su parte, María Herrera, “Doña Mari”, fundadora de Hasta Encontrarles Ciudad de México, narró cómo la desaparición de su hija Pamela Gallardo en 2017 la llevó a tomar acciones radicales, como cerrar vialidades para ser escuchada por las autoridades:
“Me dijeron: ‘Te vas a ir, vas a cerrar este eje y no te vas a parar de ahí hasta que baje una autoridad’… Y fui y cerré el Eje Uno”, compartió.
La perspectiva histórica la aportó Juan Carlos Herrera, hijo de un hombre desaparecido de manera forzada en 1981, quien rindió homenaje a las primeras buscadoras: “las doñas, sus madres y abuelas”. Asimismo, Guadalupe Pérez destacó la lucha por visibilizar a los desaparecidos de pueblos originarios, tras relatar que, 35 años después, lograron que se tomara su declaración y se estableciera la hipótesis de desaparición forzada de su padre, un campesino indígena totonaca.
El testimonio de Ana Enamorado, madre hondureña que busca a su hijo Oscar, desaparecido en Jalisco en 2010 cuando migraba hacia Estados Unidos, ejemplificó las barreras burocráticas.:
“Luché durante siete años hasta que logré obtener las huellas dactilares de mi hijo y contratar a un perito independiente. Y efectivamente, salió negativo”, declaró tras casi 16 años de búsqueda.
El encuentro dejó en claro que, ante la inacción estatal, los familiares han tenido que capacitarse y asumir roles que competen al gobierno. La búsqueda, explicaron, “se da por todos los medios que se tienen al alcance”, transformando el duelo en una lucha incansable donde la esperanza de encontrar a sus seres queridos sigue viva.


