#25N
De acuerdo a datos de prensa basados en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), las denuncias por acoso sexual aumentaron de aproximadamente 1,109 en 2015 a 11,648 en 2024, un incremento cercano al 950%. Además, cada día, más de 10 mujeres son víctimas de feminicidio en el país. Estos datos revelan un panorama donde la violencia contra las mujeres no solo es cotidiana, sino estructural.
La Campaña 25N: Nombrar la violencia, impulsada por Mujeres Vivas, Mujeres Libres, señala que este desplazamiento de la responsabilidad es parte de un patrón nacional donde la violencia contra las mujeres —incluyendo la criminalización del aborto— se normaliza, se minimiza y muchas veces, se coloca sobre ellas mismas.
Por Elizabeth Vázquez / @maeliz_v (IG)
El panorama de violencia estructural que se vive en México volvió a evidenciarse recientemente tras la difusión de un video en el que un hombre sujetó sin consentimiento a la presidenta del país: la reacción pública no fue excepcional. Por el contrario, refleja un patrón profundamente arraigado.
En México, cuando una mujer denuncia o vive violencia, las preguntas casi siempre se dirigen hacia ella: estos cuestionamientos, lejos de proteger, castigan. Funcionan como mecanismos de control social que silencian y revictimizan:
“Todas son formas de violencia que nos culpan, nos silencian y nos revictimizan por ejercer nuestros derechos”, señala el documento propuesto por Mujeres Vivas, Mujeres Libres.
Finalmente, la violencia no proviene solo de agresores individuales; a veces, se trata de dinámicas institucionales. “La criminalización del aborto es también un tipo de violencia y este 25N llamamos a sacar el aborto del código penal federal”, señala Lizeth Mejorada, portavoz de la organización, considerando que a veces la violencia también emerge del propio Estado.
Pese a las resoluciones de la Suprema Corte, el aborto está legalizado en únicamente 24 de los 32 estados de la república, hasta un límite de gestación de 12 semanas. Para Angie Contreras, vocera de Mujeres Vivas, Mujeres Libres, esta problemática revela una desigualdad en el país:
“En México no solo enfrentamos la violencia que ocurre en las calles; también vivimos la violencia que ejerce el Estado cuando decide a quién protege y a quién castiga. Cuando una agresión se minimiza y una decisión se criminaliza, el mensaje es evidente: nuestros cuerpos son regulados antes que protegidos. Eso también es violencia, y es una que atraviesa la vida de las mujeres todos los días.”
La campaña sostiene que en una nación donde el 92% de los delitos no se castigan formalmente, la existencia de más investigaciones por aborto que por agresiones sexuales o feminicidios revela prioridades institucionales que vulneran a las mujeres y a las personas gestantes.
La criminalización del aborto, advierten, forma parte de estas violencias silenciosas que se normalizan bajo discursos legales o morales que buscan controlar la autonomía de las mujeres.
De cara al 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, la organización recordó que esta fecha no se limita a la violencia física, sino a todas las condiciones que permiten que las dinámicas de poder existan y se sostengan: las institucionales, las políticas, las sociales y las simbólicas.
Para Mujeres Vivas, Mujeres Libres, no puede existir una vida libre de violencia mientras decidir sobre el propio cuerpo siga siendo castigado. Despenalizar el aborto a nivel federal es un paso imprescindible para desmantelar esta forma de violencia estructural.
La campaña concluye con un llamado a hacer visible lo que el país intenta evitar:
“Desde Mujeres Vivas, Mujeres Libres lo decimos así de claro: la violencia no se minimiza: se nombra. Aún queda muchísimo por transformar. Por eso seguiremos hablando, nombrando e incomodando.”, afirma el manifiesto propuesto por la colectiva.
Nombrar lo que ocurre —en las calles, en los hogares, en los juzgados, en los cuerpos de las mujeres— es parte del camino para transformar un sistema que sigue fallando en protegerlas, porque lo que no se nombra, no se enfrenta. Y lo que no se enfrenta, continúa.


