Nadie nos preguntó
Por Verónica Ortega y Eva Mariana Martínez * / EDUFEM / @edufemgdl (IG)
Para Miguel Ángel y Arturo
Yo siempre hablo del Papá que tuve. Un hombre apacible, creativo, ocurrente, lleno de anécdotas y que, a pesar de tener un trabajo pesado y complicado por los viajes que realizaba, ocupó mucho de su tiempo en demostrarme su amor. Me enseñó el gusto por el cine, la música, la lectura, por los crucigramas y el timbiriche, los palitos chinos y el backgammon. Fue, en la medida de sus posibilidades, un buen proveedor, tanto económico como de amor.
Cuando murió, alguien me dijo: “Ahora sólo hay que esperar a que lleguen ‘los otros hijos’ a querer reclamar lo que les toca”. Diez años después de su muerte, nadie ha tocado a la puerta: ninguna persona ha reclamado derechos ni obligaciones no entregadas.
Cuando se habla de ser padre se refiere a la relación directa que hay entre un hombre y sus hijos e hijas, considerando esa relación desde dos aristas básicas y fundamentales: el amor y la relación legal, que en conjunto son una mezcla de cuidados, atención, sustento, manutención y compromiso afectivo, social y educativo. A través de la historia —la más machista y heteronormada— se nos ha contado que el rol del padre era el de proveedor, un impositor de reglas y disciplina, el que trabajaba y estaba dispuesto a todo para llevar a sus hijos e hijas el pan directo a la boca, el que mantenía la casa y daba vestido y sustento.
En México, en el año 2000, el Inegi estimó que había 21.2 millones de hombres mayores de 15 años que se identificaron como padres, es decir un 47% del total de ese año. Si bien la cifra es importante, lo es todavía más saber cuántos y de qué manera ejercen su condición, desde las nuevas figuras de paternidad que han venido desmoronando modelos y patrones que mostraban y perpetuaron la imagen de padres distantes, autoritarios y exclusivamente proveedores económicos. En el presente, las paternidades se han convertido en espacios en los que la presencia, la colaboración y el amor son herramientas fundamentales para la crianza de los y las niñas. Cada vez hay más padres presentes, afectivos y corresponsables que, sin temer a las tareas de la casa, se involucran también en la crianza emocional de sus hijos e hijas.
El abordaje sobre las nuevas masculinidades ha sido parte del avance y del “éxito” para las nuevas paternidades, ya que son clave para transformar la visión tradicional de la paternidad, promoviendo que los hombres se liberen de los estereotipos machistas que los encasillaban a ser proveedores “económicos” y cuidadores de la familia.
A pesar de estas nuevas formas de ver y vivir la paternidad, durante mucho tiempo niñas, niños y adolescentes han sido afectados por la irresponsabilidad de padres que, en pareja o separados de ellas, abandonan sus deberes legales y morales de garantizar el bienestar de los hijos procreados en conjunto. Por eso, en marzo del 2023, el Senado de la República aprobó la creación del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias, que tiene como objetivo principal generar de manera pública un listado de deudores alimentarios, realizando con ello modificaciones y cambios a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Este registro busca visibilizar y sancionar a quienes incumplen con el pago de la pensión alimenticia, haciendo hincapié en que la paternidad no sólo se basa en la convivencia, buscando proteger los derechos de las infancias.
Eva Mariana es feminista y siempre habla de la bonita relación que tiene con su papá. Hace unos días, platicando sobre el Día del Padre le pedí, que me contara sobre ellos juntos, y me dijo esto:
“Mi papá no siempre fue el hombre que, en el Día del Padre, recibe feliz una playera rosa porque “los géneros no tienen colores”, o que apoya sin reservas el derecho de la comunidad LGBTIQ+ a tomar las calles cada junio. No. Él también dijo, alguna vez, ‘yo no tengo que ayudar en la casa porque soy el que trae el dinero’, como si ser proveedor lo eximiera de cualquier otra responsabilidad, y se sentaba en la sala mientras mi mamá recogía la ropa que él dejaba tirada por toda la casa. Lo aprendió, como tantos hombres de su generación, entre los silencios de madres cansadas, padres ausentes y estereotipos incuestionables.
Pero algo cambió. No de manera repentina, sino constante y conscientemente. Quizá fue aquel día en que su padre —mi abuelo, autoridad absoluta— se puso un vestido un sábado por la tarde, porque yo, con apenas seis años, había dicho: ‘Si él no tiene que ir de vestido a la fiesta, yo tampoco’. Y esa fue su manera de ceder. Tal vez fue verme a mí, su única hija, cuestionarlo todo desde siempre. O tal vez fue el tiempo, las conversaciones incómodas en la sobremesa, o las incontables veces que me sostuvo los guantes de fútbol. El caso es que hoy mi papá no sólo escucha: también intenta desaprender y revisa sus privilegios como hombre cis heterosexual, sabiendo que eso no le resta ni dignidad ni hombría.
No es perfecto. Todavía dice cosas que lo hacen merecedor de una mirada fulminante de mi parte, pero después se disculpa o pregunta: ‘¿Qué estuvo mal?’. Y ahí está el verdadero cambio: en no querer tener siempre la razón, sino en buscar una relación más justa conmigo y, por extensión, con nosotras.
Mi papá es un papá moderno. No porque sea chavorruco, use Converse o mande reels por Instagram. Lo es porque eligió crecer. Y porque se ha transformado en el padre que siempre quiso tener… y en el que su hija necesitaba para sentirse segura de simplemente ser”.
Desde 1950, cada tercer domingo de junio se celebra en México el Día del Padre y esta celebración pone al frente la reflexión sobre el papel de los hombres como padres en la vida social y familiar, presentando a esta figura tan crucial e importante como la maternidad misma.
En los últimos años ha surgido un cambio importante en la forma de entender la paternidad, dejando un poco de lado el modelo tradicional del padre distante y autoritario, convirtiéndolo en el padre amoroso y comprometido con los cuidados. Los hombres (muchos) están reconociendo la importancia de una crianza positiva, basada en el respeto, el diálogo y el acompañamiento emocional de los hijos e hijas, instalando en el centro la corresponsabilidad de la participación activa y equitativa en todas las tareas relacionadas con el desarrollo y bienestar de la familia o de los hijos e hijas que la conforman o que fueron parte alguna vez.
Esta transformación en el pensamiento también ha cambiado la manera en que se celebra el Día del Padre. Ya no se trata sólo de agradecer al proveedor económico —cuando lo es—, sino también de valorar y visibilizar a los padres que, confrontando un sistema patriarcal y machista, hacen cambios diarios en sus cotidianidades para cuidar, educar, acompañar y estar presentes desde el amor y la igualdad.
Hoy tengo que decirte, Papá, que ser padre en estos días implica más que cumplir con un rol impuesto tradicionalmente y a través de la historia muchas veces mal contada, hoy es atreverse a romper con los mandatos del machismo, a criar con ternura y sin miedo al respeto. La paternidad no es poder, es presencia; no es control: es cuidado.
Feliz Día del Padre.
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Verónica Ortega es Maestra, educadora y comunicóloga con perspectiva de género que trabaja en torno a la cultura de paz y la educación feminista.
Eva Mariana Martinez es Psicóloga, feminista, maestra y viajera.


