La desgracia de la Martinica: “Si no te alcanza, no vivas”

refleXiones 

Por Eduardo García Jaime / @lalo.garciaja (IG) / @lalogarciaj (X)

Este fue el terrible saldo que dejó la lluvia en la colonia de La Martinica y Lomas de Tabachines en Zapopan: una bebé de tres meses muerta, ciento cuarenta y cuatro viviendas afectadas, autos arrastrados más de un kilómetro y volteados, niveles de agua que alcanzaron diez metros de altura y un gran número de familias que lo perdieron todo.

Al ver los lamentables videos de las inundaciones, no pude dejar pasar los comentarios en redes sociales. Estos culpaban a las víctimas de su desgracia, se preguntaban la razón por la cual viven en zonas de riesgo —en donde hay o había cauces—, de forma irregular, y por dejar basura en las calles como la razón del desbordamiento.

Y aunque no parezca, esto tiene mucha relación con la marcha antigentrificación que se dio en la Ciudad de México. Y es que parte de la respuesta a la marcha, por sus críticos, fue un simplista “Si no les alcanza, váyanse a vivir a donde les alcance”, “No existe un derecho a vivir en la Roma o la Condesa”, etcétera.

Pues esta desgracia es resultado directo de ese pensamiento, de una política pública en la vivienda y el ordenamiento urbano de “Vivan donde les alcanza, y si no les alcanza, no es nuestro problema”. Es decir, si hubiera una política de vivienda social, rentas dignas y accesibles para los que menos ganan, no habría habido razón para los asentamientos irregulares y, por consiguiente, se hubiera evitado el funesto suceso de ayer. Estos asentamientos irregulares en zonas de riesgo son el claro síntoma de lo inaccesible de las rentas y la vivienda; si las personas de menos ingresos pudieran rentar en un lugar digno y seguro, no se hubieran asentado ahí en primer término.

Estas zonas de inundación, como lo fue también Miramar en el 2022, son zonas marginadas, con servicios deficientes, que han crecido, se han desarrollado y urbanizado a medida que la vivienda ha subido de precio y se ha hecho más difícil vivir.

A esto puede haber quien afirme su culpa porque, en vez de invadir un predio en zona de riesgo en Zapopan, pudieron haber rentado en Tlajomulco o El Salto. No obstante, volvemos a la discusión de la marcha antigentrificación: quienes defienden el “Si no te alcanza, vete a donde te alcance” ignoran que una persona no busca solamente una “casa”; si fuera así, no habría 77,000 viviendas abandonadas en Tlajomulco.

Una casa no solo implica un lugar donde dormir: es un lugar que te permite socializar, convivir en comunidad, satisfacer tus necesidades recreativas, con parques, escuelas y áreas verdes, servicios públicos, comercios, oportunidades laborales cercanas y seguridad.

Como en México todo esto no es algo dado, sino un privilegio, los espacios que los tienen —como la Roma o la Condesa en Ciudad de México; Chapalita o La Americana en Guadalajara— se revalorizan y se comercian a un precio de premio.

La satisfacción del derecho a una vivienda digna para todos —no interpretado como exclusivamente un techo donde dormir, sino una con características indispensables para el ser humano— evitaría tragedias como la que sucedió ayer.

¿Seguiremos culpando a los inundados o exigiremos que nadie deba arriesgar su vida para tener un techo en la ciudad?

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Eduardo Garcia
Eduardo Garcia
Reflexiones es una columna de Eduardo García, Licenciado en Finanzas por la UdeG, con estancia académica en Texas A&M; Maestro en Administración Pública por la London School of Economics. Eduardo es un apasionado por los datos y la filosofía.

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