¿ Privacidad es poder?: Charla con la filósofa Carissa Véliz

En Casa ITESO Clavijero se realizó una nueva edición del Café Scientifique del Centro de Promoción Cultural del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en vinculación con la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, y en el marco de Aniversario 21 de este espacio de divulgación científica. La invitada fue la filósofa y experta en temas de seguridad digital e inteligencia, Carissa Véliz, quien dictó la charla: “Privacidad es poder: datos, vigilancia y libertad en la era digital”, en la que desarrolló un planteamiento central: sin privacidad no hay ni libertad ni democracia.

Por: Alondra Angel Rodriguez /@AlondraAngelRo

El objetivo de Café Scientifique es hablar de ciencia desde la ciudadanía, como una parte de la cultura, hacer preguntas y dialogar para intentar responderlas, aunque se sepa o no del tema.

Tenemos la clara convicción de que la ciencia es parte de la cultura y así como otras manifestaciones y otras expresiones propias de la cultura, la ciencia también tiene que ser algo que esté a disposición de todos”, expresó Maya Viesca, coordinadora del Café Scientifique.

Por ello,  en esta ocasión se abordó el tema de datos, vigilancia y libertad dentro de la era digital. Carissa Véliz, de la Universidad de Oxford, fue la experta invitada y al iniciar su charla mencionó que su interés por el derecho a la privacidad surgió por una combinación entre lo personal y lo académico.

En primer lugar, contó que siempre ha valorado el espacio íntimo, pues el silencio y la lectura le permitieron reconocer la privacidad como un acto de libertad. Ese gusto personal, la llevó a reflexionar sobre cómo las tecnologías de manera silenciosa entran a la vida cotidiana y alteran la manera en que ejercemos la autonomía individual.

“Cada vez más me parece que leer es un acto de rebeldía que cosa más rebelde que comprarte un libro de papel en una librería y sentarte ignorando el teléfono, ignorando las pantallas y leer”, expresó la filósofa.

El segundo factor vino de su propia historia familiar, al investigar archivos descubrió de parte de la familia, específicamente su madre, había sido refugiada de la guerra civil española por lo que comenzó a preguntarse por los limites del derecho a saber y la difusión de la información. Además, mencionó el caso de Edward Snowden, donde sus revelaciones sobre la vigilancia masiva evidenciaron la magnitud de algo que ella estaba pensando: eso fue un escándalo de una semana y se nos olvidó, pero ¿y qué hacemos ahora? ¿en qué cambiamos y hasta qué punto eso tiene implicaciones políticas?”. 

Fue por ello que decidió enfocar su tesis doctoral en la ética y política de la privacidad, un tema que aseguró sigue siendo inagotable. Véliz expresó que el verdadero modelo de negocios de las grandes tecnológicas no se centra en los dispositivos que fabrican y venden, sino en la explotación de los datos personales de millones de personas.

Explicó que empresas como Google no dependen principalmente de las ventas de teléfonos o computadoras, sino de la comercialización de información y agregó que cada herramienta gratuita que ofrecen mapas o correo electrónico está. diseñadas para seguir recolectando datos de los usuarios y, con ello, seguir haciendo dinero.

“Google no se enriquece demasiado de los teléfonos que vende ni de los chromebooks, se enriquece de los datos, ese es su modelo de negocio”, denunció.

Destacó también que estas empresas no sólo han perfeccionado el arte de la vigilancia digital, sino que también el de las narrativas con las que legitiman dicha práctica. Entre los relatos creados se encuentra la idea de que compartir los datos personales es un acto voluntario o que es necesario entregar la información personal para disfrutar de servicios de calidad. Aclaró que ambos argumentos son falsos porque buscan normalizar la perdida de la privacidad como si fuera algo inevitable.

“El éxito fundamental de las grandes tecnológicas no son los artefactos que diseñan, sino las narrativas que nos venden. Son unos cuentacuentos espectaculares”, expresó Véliz.

Es así que la filósofa mencionó que lo más peligroso no son sólo las prácticas de vigilancia, sino el consenso social que estas empresas han logrado imponer mediante sus discursos. Al presentarse como indispensables para la vida moderna logran invisibilizar que el verdadero negocio consiste en convertir la información privada en mercancía.

Carissa Véliz explicó que la privacidad debe entenderse como un límite al poder político, ya que la acumulación excesiva de datos de parte de los gobiernos o empresas concentra un poder que inevitablemente se vuelve riesgoso para la ciudadanía, incluso, en las democracias consolidadas se entrega demasiada información al Estado o a empresas privadas, lo que abre la puerta a abusos que debilitan la libertad de las personas: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente y los datos dan poder”, afirmó.

Asimismo, la filósofa advirtió que la privacidad no es un asunto individual, sino colectivo que está estrechamente vinculado a la salud y a la democracia. Mencionó que este derecho es indispensable para sostener prácticas fundamentales como: el voto secreto, la confidencialidad en la justicia y el trabajo periodístico. Con ello, hizo hincapié en que defender la privacidad es en última instancia defender la democracia misma.

La privacidad es un deber cívico, no solamente es un derecho. Es un deber y es algo colectivo, porque si no trabajamos todos juntos en ello es como con la ecología, no la vamos a tener y por eso es tan importante tener este tipo de conversaciones (…) Una de las características de la democracia que la hacen muy atractiva, pero también muy frágil, se pueden erosionar sus cimientos sin darnos cuenta y el día que nos damos cuenta es porque se cae el edificio y es demasiado tarde”, expresó.

La filosofa mencionó que cada vez es más difícil dimensionar la perdida de esta privacidad, ya que cada vez es menos tangible; por ello, que cada vez es más difícil de percibir. A diferencia de la sensación física de ser observado la recolección de datos digitales ocurre de manera invisible y sin generar alarmas, lo cual genera la impresión de que no hay riesgo y contribuye a normalizar el despojo de la información personal.

“El que se recolecten tus datos no se siente nada, no te das cuenta. Tu experiencia es una página que es respetuosa con tus datos y otra que no lo es, es exactamente la misma”, mencionó Carissa.

La filósofa agregó, además, que otro obstáculo para valorar la privacidad es que existe un desfase entre el momento en que se pierden los datos y las consecuencias que ello genera. Este retraso que parece simple impide establecer una relación directa entre causa y efecto, lo que debilita la conciencia sobre los daños potenciales. Con ello, destacó que, aunque los efectos no se perciben de inmediato la vulnerabilidad es real y puede impactar seriamente la vida de las personas.

“Hay un retraso entre la perdida de la privacidad y las consecuencias. Tu pierdes esa privacidad y seis meses después cuando pides un trabajo esos datos ya están ahí y se te va a discriminar, pero nunca te enteras”, expresó.

Carissa mencionó que, si bien, el panorama parece complejo respecto a la privacidad y la vigilancia digital, ella mantiene la esperanza en las generaciones jóvenes, a quienes considera clave para trasformar la realidad. Mencionó que muchos estudiantes ya poseen una actitud crítica frente a las redes sociales y buscan alternativas para proteger su intimidad, lo que refleja una conciencia distinta a generaciones anteriores.

Para la experta, la juventud no puede esperar a tener más edad para involucrarse en el tema, pues la urgencia con los problemas actuales exige acción inmediata y puntualizó en que son ellas y ellos quienes heredarán el mundo marcado por los efectos de las decisiones presentes.

“Realmente espero que las generaciones jóvenes se den cuenta que hay que tomar el mando ya y que no hay que esperar, no hay que esperar a tener 30 o 4 años, porque aquí la situación es un poco urgente”, mencionó.

Agregó que la ética de la privacidad debe partir de comprender para qué sirve y por qué importa, más allá de tecnicismos legales. No se trata de resguardar datos, sino de limitar abusos de poder y proteger la autonomía de las personas. Desde su perspectiva,  la privacidad es inseparable de la justicia y la democracia, por lo que la defensa debe ser un compromiso ético colectivo.

“A mí me gusta partir de este principio fundamental de que la privacidad es cuestión de poder, es cuestión de poder político, es cuestión de autonomía, importa para minimizar los abusos de poder”, concluyó.

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Aquí el link la charla completa en Youtube:

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Alondra Angel
Alondra Angel
Soy estudiante de Comunicación Pública. Me gusta el color blanco, escuchar música y tomar café. Me encanta estar con mi familia. Creo que el periodismo es una manera de hacer algo frente a las problemáticas de hoy y las que tendrán un impacto en el futuro.

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