El LATU y nosotras: consejos de resistencia inquilina para Guadalajara

#ZonaDeOpinión
Por José Antonio García Casal / Vocero de OkupAgdl / @OkupaGDL

Nosotras somos OkupAgdl, un colectivo de inquilinas en Guadalajara que ha comenzado a nombrarse Sindicato de Inquilinas de Guadalajara. No porque tengamos ya el tamaño o la trayectoria de un sindicato consolidado, sino porque creemos en la fuerza de esa palabra: sindicato como unión, como defensa de lo común, como herramienta contra el despojo y la especulación inmobiliaria.

En días recientes, tuvimos la oportunidad de reunirnos con más de diez organizadores de Los Angeles Tenants Union (LATU), un movimiento que desde 2015 ha resistido la gentrificación, los desalojos y la discriminación, incluso frente a la maquinaria represiva del ICE y de corporaciones inmobiliarias que ven los barrios como minas de oro.

Ellas nos recibieron con generosidad, compartieron experiencias y se hermanaron con nosotras, no desde la superioridad, sino desde la voluntad de comunidad. Esa apertura, esa empatía, esas ganas de conectar, nos confirma que el movimiento inquilinario no es un discurso, es una práctica concreta.

¿Por qué el LATU es ejemplo de resistencia? ¿Qué nos inspira de sus luchas?

David, organizador del Sur Centro, nos dijo algo clave: 

“Durante tres años la tarea fue sencilla pero constante: tocar puertas, preguntar muchas veces a los vecinos cuáles eran sus problemas. Así empezó todo.”

Esa paciencia y esa insistencia son la base de un sindicato vivo.

Rose, desde Koreatown, explicó que cada sección funciona diferente porque cada barrio enfrenta problemas distintos. Algunas reuniones son abiertas, otras cerradas; algunas se enfocan en formar asociaciones de inquilinos, otras en desarrollar liderazgos. El punto es siempre el mismo: enseñar a más gente a luchar.

Ines, de Sur Central, fue directa:

 “Nuestro poder popular no rinde cuentas a nadie más que a nuestra propia gente. Conviene más mantenernos así, informales, trabajando en nuestros propios problemas.” 

La desconfianza hacia las estructuras legales no es gratuita: es un modo de proteger la autonomía del movimiento.

Kenia Alcocer, del Este, habló de la importancia de romper la vergüenza y el estigma: 

“Da pena decir que tu casa está en malas condiciones, da pena reconocer que no alcanza para la renta. Pero cuando rompemos esa vergüenza y creamos confianza, el barrio se organiza.”

Y cuando la organización alcanza músculo, no se limita a lo legal. Ines lo recordó con rabia y orgullo: 

“Nos desalojaron por los proyectos del mundial y del estadio. Compraron toda una cuadra. La gente terminó en la calle. Pero nosotras protestamos en las oficinas, en la mansión del dueño. No nos dejamos convencer, peleamos hasta el final. Cada batalla ganada es una piedrita sólida para edificar la defensa.”

En el LATU, las cuotas no son solo dinero. Julia y Celeste explicaron que los fondos se discuten en comité y se usan para lo básico: imprimir volantes, hacer convivencias, sostener la vida social del vecindario. Como dijo David: “No es el dinero lo que importa, sino cómo se gasta: es autogestión, es cultura, es poder popular.”

Estas prácticas, esa lógica de la resistencia, nos recuerda que la organización no nace de la formalidad jurídica, sino de la insistencia, de la vida cotidiana y de la politización de cada queja.

¿Qué significa todo esto para Guadalajara?

Significa que no estamos solas en esta lucha. Que mientras aquí enfrentamos desalojos, especulación y turistificación disfrazada de modernización urbana, allá han enfrentado dueños corporativos con cientos de unidades, leyes adversas y represión. Y aun así, resisten.

Sus recomendaciones son claras para nosotras:

  • Empezar tocando puertas, preguntando una y otra vez qué quieren cambiar de su comunidad.
  • Organizarnos por secciones locales, con autonomía, porque cada barrio vive una realidad distinta.
  • Retrasar la formalización legal, hasta que haya base social real.
  • Escalar la lucha poco a poco, desde cartas hasta protestas públicas.
  • Hacer de las cuotas un ejercicio comunitario, ligado a la vida social del barrio.
  • Politizar lo cotidiano, convertir cada problema en aprendizaje y en acción colectiva.

Las diferencias son evidentes: en Los Ángeles hay instituciones que apoyan a las inquilinas en saneamiento y seguridad, pero también leyes específicas para el despojo como la Ellis Act; en Guadalajara enfrentamos fondos extranjeros, corrupción judicial y un marco legal que favorece la especulación. Pero las coincidencias pesan más: la renta que no alcanza, la precariedad, la vergüenza que hay que romper.

El contacto con el LATU no es un episodio aislado. Es el inicio de una alianza internacional de inquilinas que se reconocen en la misma lucha. Como dijo Ines, “es una lucha por la supervivencia, pero también por la libertad”.

Siguiendo el consejo de Fer del UVA, preguntamos: si tuvieras una varita mágica ¿qué cambiarías? ¿Qué debe cambiar en tu comunidad?

Al encuentro también nos acompañó Fernando Irineo, compañero y aliado en esta causa, quien ayudó a contextualizar a las y los integrantes del LATU sobre la situación que vivimos en Guadalajara. Su aporte fue clave para tender puentes entre las experiencias de Los Ángeles y las nuestras, mostrando que la lucha inquilina, aunque en territorios distintos, comparte dolores, esperanzas y estrategias que hoy nos hermanan.

En Guadalajara tomamos estos mensajes como compromiso: pensar a fondo, pelear hasta el final, edificar una base sólida, recordar la revolución.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

1 COMENTARIO

  1. Estoy orgullosa de pertenecer a mi comité: UVA.🍇
    Y al sindicato de lo Ángeles. Y me queda bien claro que: la unión hace la fuerza mientras todos estamos unidos jamás seremos vencidos.
    Viva UVA y todos los comités y sindicatos que luchamos por una vivienda mejor.

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