Han pasado cinco años desde que Carlos Maximiliano Romero Meza fue desaparecido el 22 de octubre de 2020 en la colonia La Tuzania, en Zapopan, Jalisco. Aunque el caso de Max fue reconocido como el primer caso de desaparición forzada en Jalisco, su familia sigue sin saber de él. El amparo que lo acredita como tal lleva más de un año detenido por las autoridades, mientras su madre continúa la búsqueda sin descanso.
En su memoria, familiares, amistades y compañerxs realizaron una ceremonia religiosa, reafirmando que Max no ha sido olvidado y que su búsqueda continúa hasta encontrarlo.
Por Aletse Torres Flores / @aletse1799
Carlos Maximiliano Romero Meza, “Max”, para sus seres cercanos, fue desaparecido el 22 de octubre de 2020 en la colonia La Tuzania, en Zapopan, Jalisco. Desde entonces, su madre, Liliana Meza, ha sostenido una búsqueda incansable que, a cinco años de distancia, sigue sin respuestas.
En la tarde del 22 de octubre, familiares, amistades y compañerxs del colectivo Luz de Esperanza se reunieron para recordarlo con una ceremonia religiosa en su memoria. Al pie del altar del templo, se encontraba su rostro en la pancarta que su madre colocó.
A su lado estaban su abuela Marta, su hermano Seth y su hermana Valentina, acompañadxs también por buscadoras y buscadores que han caminado con Lili durante estos años de ausencia.
Al terminar, se dirigieron hacia la Glorieta de las y los Desaparecidos, donde encendieron velas sobre la loseta de Max, cada llama pareció reclamar su regreso, iluminando su rostro y su memoria. En medio del silencio, Lili agradeció a quienes la acompañan en este camino: “Gracias por estar, por no soltar, por ayudarme a sostener esta lucha”, dijo con la voz temblorosa pero firme.
Héctor Flores, padre buscador e integrante del mismo colectivo, tomó la palabra para recordarle que no está sola. Habló del impacto que el caso de Max ha tenido en la lucha de las familias en Jalisco, y de cómo su búsqueda ha abierto puertas para que otras madres logren avanzar.
“Nuestros hijos son nuestros maestros, es una frase que me ha repetido Lili y he comprendido con el tiempo porque nos enseñan que el amor incondicional no se trata de protegerlos, sino de transformarnos en mejores personas”.
Otras madres también se acercaron a abrazarla, a recordarle que en este camino nadie camina sola y a su par, agradecerle porque detrás de todo el dolor, ha podido acompañarlas también a buscar a sus tesoros.
Y para Lili, cinco años después, no sólo ha sostenido su búsqueda de Max y de otras personas, también ha tejido redes que hoy la arropan.
“Este año fue diferente”, cuenta. “Vinieron más familiares, mi mamá, los tíos de Max, mis hermanos, personas que lo conocieron… y eso me da fuerza. Siento más apoyo, más cobijo. Hemos aprendido que lo último que necesitamos es que se alejen. Lo que más necesitamos es esa mano que diga: ‘no estás sola’”.
Esa red también se ha extendido entre las y los buscadores. Como presidenta del Colectivo Luz de Esperanza, Lili ha encontrado una familia elegida, una que la abraza en los días más oscuros y celebra con ella los pequeños pasos.
“Para ella entre todas y todos han aprendido a sostenerse, a convertir el cansancio en compañía, el llanto en abrazo y el dolor en amor. Y en medio de todo, también han aprendido a reír, porque la risa”, comentó la madre buscadora, es otra forma de seguir buscando sin quebrarse, de seguir caminando con el corazón en pie.

El camino legal por la justicia
Como parte del camino por la búsqueda y la justicia de Max, Liliana interpuso en 2021 un amparo ante el Juzgado Séptimo de Distrito en Puente Grande, buscando que su hijo fuera reconocido como víctima de desaparición forzada.
Este proceso, repleto de obstáculos, requirió de su perseverancia y de un profundo trabajo de investigación. No fue sino hasta el 17 de abril de 2024 que la madre buscadora recibió una sentencia que no sólo confirma a Max, de 22 años, como víctima de desaparición forzada, sino que también señala la participación o aquiescencia de agentes del Estado en su caso.
El Colectivo Luz de Esperanza celebró la resolución, destacando que el juzgado se apegó a los estándares internacionales de derechos humanos y a la valoración adecuada de pruebas en delitos de lesa humanidad.
Lili explicó la importancia de esa sentencia: no sólo por el derecho a la verdad que tienen las familias, sino porque evidencia que en Jalisco el Estado está involucrado en las desapariciones —ya sea de manera directa o por omisión, al no investigar ni buscar adecuadamente.
Sin embargo, la celebración duró poco. Dos meses después, la Fiscalía General de la República interpuso un recurso de revisión para desechar la sentencia, argumentando una serie de agravios por parte del Ministerio Público. La FGR busca regresar la carpeta de investigación al fuero común, pues al eliminar el tipo penal de desaparición forzada, el delito dejaría de ser federal.

Aunque el amparo en el que se reconoce la desaparición forzada de Max es histórico y un precedente para el resto de familias buscadoras de Jalisco, el Ministerio Público sostiene que el tribunal no cuenta con los elementos suficientes para tratarlo bajo esa figura.
Las autoridades planean presentar una objeción, pese a que el expediente 271/2022 contiene indicios que establecen la posible participación del crimen organizado.
Ha pasado un año y aunque el amparo continúa detenido, el juez ha exigido a la Fiscalía que rinda cuentas sobre las acciones que realiza para localizarlo, también la autoridad legal señaló que el Estado debería ofrecer una disculpa pública a la familia.
“Ya no sabemos a dónde más acudir, Max puede ser el primer caso en todo, pero no sirve de nada si no logramos saber de él. Pero no pierdo la esperanza y aunque su regreso no detendría esta lucha, porque ya no se trata solo de él, sino de todas las familias que confían y creen en nosotros”.
Actualmente, el caso de Max, junto con el de Daniel Flores, quien fue desaparecido el 18 de mayo de 2021 en Guadalajara, se encuentra en estudio por la Universidad de Oxford, con la intención de ser llevado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El amor que no se apaga: el grito por Max
Cuando se le pregunta qué le diría hoy a su hijo, Lili guarda silencio unos segundos antes de responder:
“Desde aquel día no hemos parado de buscarte. Seguimos esperándote como el primer día, creyendo que vas a regresar. Tus hermanos te siguen extrañando y mantenemos la fe de que algún día volveremos a estar juntos, los cuatro, sin barreras ni distancias. Te amamos con toda el alma, Max. Desde el primer instante en que supe que ibas a venir a este mundo, te amamos así. Y seguimos haciéndolo, cada día que pasa sin ti”.
Las velas se fueron apagando sobre la loseta, pero la luz quedó encendida en los rostros que lo siguen esperando. Y como cada vez que se encuentran, levantaron la voz al unísono, en ese grito que se resiste a apagarse:
“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”




A seguir con pasión tu lucha sin desfallecer.
Fuerte abrazo.