Fraudes Ponzi: un caso que busca alertar y prevenir sobre este delito (Parte 1)

Los esquemas Ponzi que prometen altos rendimientos y se sostienen con el dinero de nuevos inversionistas, siguen afectando a miles de personas en México. El testimonio de Nardi Silva Martínez revela cómo una amiga cercana la convenció de invertir en un negocio ficticio de importaciones, el cual  operó durante años gracias a la confianza y a recomendaciones entre conocidos.

Tras retrasos en los pagos, excusas para no dar información, pero sobre todo tras notar  un estilo de vida sospechoso de quienes les invitaron, Nardi y otras víctimas descubrieron que habían perdido millones de pesos, lo que trajo no sólo graves consecuencias económicas sino también emocionales.  Ahora en conjunto buscan justicia y advierten a otros para evitar que más personas caigan en fraudes similares.

Esta es la primera parte de esta historia.

Por Farah Medina /@_dtfarahm_

En 1920, Carlos Ponzi, estafó a más de 10 mil personas en Nueva Inglaterra en Estados Unidos, su negocio se basaba en la inversión de un negocio ofreciendo a cambio un alto rendimiento, era una oferta bastante tentadora para quienes eran inversores o invitados a hacerlo. Pero en el fondo, todo era un fraude.

Este tipo de oportunidad de inversión se basaba en el esquema piramidal, en el que una persona invita a dos más a invertir y,  así sucesivamente, lo que hace “sostenible” el negocio durante algún tiempo. Hasta que el dinero se acaba y la persona que convocó se esfuma. 

Este tipo de negocios  atrae a las personas al ofrecer rendimientos extremadamente altos en activos como dólares o criptomonedas, pero sólo las personas al principio de esta pirámide son quienes se benefician realmente, dejando a las personas de abajo y a los que se unen sin poco o nada de retribución, y cuando logran identificar actividad sospechosa, resulta en la pérdida total de su dinero.

En México, este tipo de esquemas son cada vez más frecuentes, haciendo a miles de personas perder sus ahorros, según datos de INEGI, en 2024, “el delito más frecuente fue fraude, con una tasa de 7,574 por cada 100 mil habitantes”.

La CONDUSEF ha advertido recientemente sobre estas prácticas con un mensaje contundente: “No pongas en riesgo tu dinero, ahorra en mecanismos formales.” Y aunque parece un consejo sencillo, la realidad muestra que miles de personas continúan cayendo en mecanismos informales por confianza, necesidad o falta de información.

Un terrible caso de fraude

En este marco, un grupo de personas que fueron víctimas de un esquema Ponzi decidió compartir con ZonaDocs su experiencia para evitar que otras vivan lo mismo. 

Uno de los testimonios más detallados es el de Nardi Silva Martínez, quien cuenta que nunca imaginó que una amiga cercana, alguien con quien estudió en el Instituto Politécnico Nacional, pudiera estar involucrada en un fraude financiero. Y lo dice con claridad: “Yo conozco a Ivonne en la carrera ahí en el Instituto Politécnico Nacional (…) realmente llevábamos una amistad, pues, muy, muy cercana.”

La historia comenzó en 2013, cuando Nardi renunció a un trabajo y recibió un dinero que quería invertir en una cafetería. Fue entonces cuando su amiga le habló de un supuesto negocio de importación de mercancía desde China. “Inversionistas”, les llamaba. “Me dice, oye, es que estoy ahorita aquí trabajando en la aduana por eso es que buscamos inversionistas”, cuenta Nardi. El trato parecía bastante redituable: “Era al principio, era el 10%  mensual.”

Como suele ocurrir en estos esquemas, durante mucho tiempo, los pagos llegaban puntualmente. Esa puntualidad reforzó la confianza, y la confianza permitió que más personas se involucraran, familiares, amigos, y colegas que confiaron en esta persona porque otros ya la hacían. La dinámica se extendió rápidamente entre conocidos cuando ella ofrecía nuevas “promociones” para atraer más dinero. “Oye, no tienes más inversionistas, ahorita tengo una promoción, una oferta.”

De acuerdo con los hechos presentados por Nardi en nombre de varias de las personas afectadas, las aportaciones podían ir desde los 10 mil pesos hasta montos mucho más altos. “Algunos conocidos invirtieron montos mayores, desde 300 mil pesos hasta 2 millones de pesos aproximadamente.” Esa expansión sostenida por recomendaciones personales es parte del mecanismo central de los esquemas Ponzi, donde la realidad es que el negocio no existe, pero la confianza sí.

Parte de lo que llevó a Nardi y al resto de personas a identificar lo que realmente estaba pasando con su dinero,  llegó después de la pandemia. Nardi recuerda que fue un documental el que encendió las alertas: “Vemos un documental en Netflix que se llama el monstruo de Wall Street y en cuanto lo vemos… mi esposo me dice: es que eso es lo que hace Ivonne.”

Y entonces, los retrasos comenzaron, con ello las excusas también. “Y empezó a ya no a pagarle a nadie, y empezó con esto de  “falleció mi papá” otro después que había fallecido el abuelito… después que tenía problemas de salud.” Lo que dió paso a más excusas y faltas de pagos. 

El estilo de vida de esta persona, sin embargo, comenzó a alarmarles aún más, “La veían ya en camionetas muy grandes como tipo blindadas…”, dice Nardi. También notaron que evitaba cualquier registro fotográfico y comenzó a buscar tener un perfil bajo incluso en redes sociales. 

Otro elemento clave de este esquema era el manejo del dinero y el respaldo por parte de una empresa importadora llamada SIRPAB, aunque esto era así, los depósitos en realidad no iban a una cuenta empresarial, estos eran depositados a la cuenta de la pareja sentimental de Ivonne.

Con el paso del tiempo y el retraso de los pagos, esto afectó a muchas de las personas que eran inversionistas, entre ellos, el padre de Nardi, “Mi papá metió 800 mil pesos”, narra Nardi. “Otro amigo casi como 6 millones ”. En total, estiman que “el monto total aportado entre familiares, amigos y conocidos podría superar los 10 millones de pesos.”

Las consecuencias fueron más allá del dinero. El golpe emocional y físico ha sido profundo en el caso del padre de Nardi, “Mi papá vive completamente estresado, enojado ya no duerme y tiene diabetes.” Y a ello se suma el sentimiento de traición por quien creía era su amiga: “Era mi  amiga y de esta manera ahora nos está defraudando a todos es abuso de confianza.”

Esto ha llevado a Nardi y al resto de afectados a buscar que se haga justicia, actualmente ya existen procesos legales en curso, al iniciar estos procesos se dieron cuenta que no era la primera vez que esta persona enfrentaba un proceso por fraude en Naucalpan; sin embargo, ha logrado evitar el citatorio debido a no acudir al llamado.  

Nardi cuenta, que también buscan alertar al padrón de importadores para que se tomen medidas que impidan que la empresa continúe operando como fachada. “Queremos que se le quite su licencia (…) que no siga utilizando la empresa para seguir haciendo las estafas.”, ya que según han investigado, Ivonne sigue atrayendo personas a su “negocio”.

Pero también admite que quizá el obstáculo más grande para denunciar y visibilizar el problema sea la vergüenza. A pesar de ellos Nardi, cuenta que por eso decidieron romper el silencio, para que otras personas no pierdan sus ahorros de toda una vida.  “Muchos de mis amigos no quieren decirlo por vergüenza cuando en realidad la vergüenza debería de ser para esta persona que está defraudando.” 

Continuará…

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Farah Medina
Farah Medina
Llegué al periodismo por accidente e impulsada por el ‘olfato periodístico’, las narrativas con una perspectiva de derechos humanos y la necesidad de seguir creando espacios para las voces, plumas y visión de las mujeres periodistas, me quedé.

2 COMENTARIOS

  1. Me cuesta mucho trabajo creer como alguien puede ser tan malintencionado y hacer este tipo de cosas con el esfuerzo y el patrimonio de la vida de las personas. Y lo peor de todo es que se defrauda la confianza y eso es lo más valioso que podemos darle a otro ser humano.
    De todo corazón deseo que IVONNE SORIANO REGALADO Y ALEJANDRO PLASCENCIA BARRERA tengan consecuencias legales y la ley caiga sobre ellos.

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