Niñas, adolescentes y mujeres en situación de discapacidad

Maroma

Por Elizabeth Patricia Pérez / Activista y consultora en materia de discapacidad / Escritora invitada en Maroma 

En la actualidad, se habla y se posiciona una perspectiva de género en los diferentes ámbitos de la vida: social, académico, laboral, deportivo, etc. A pesar de los avances que se han logrado para promover la igualdad entre hombres y mujeres, estos siguen siendo  el horizonte a alcanzar para reducir estigmas y prejuicios hacia las mujeres porque hay situaciones que nos siguen colocando en profundas desventajas., Como, por ejemplo, la idea de que las mujeres en su esencia representan el (son sinónimos)  género con referentes que lo destaquen por su fragilidad o donde las mujeres debe abstener su sexualidad sólo al ámbito privado. Estas ideas nos han situado en posiciones que, en ocasiones, limitan nuestras participaciones y sentipensares para quienes pertenecemos a la categoría “mujer”. 

Diversas organizaciones, colectivas, diferentes movimientos del feminismo, buscan resignificar y hacer exigibles los derechos que poseemos siendo mujeres, Pese a estos esfuerzos, existe una población que hemos sido olvidadas, se olvidan de nombrarnos, del reconocimiento de TODAS las existencias de mujeres con corporalidades y sensorialidades diversas, con formas y ritmos de procesar los aprendizajes de vida de manera diversa. Somos mujeres con discapacidades no siempre visibilizadas porque cuando se habla de los derechos de las niñas, adolescentes y mujeres no se consideran a las niñas, adolescentes y mujeres en situación de discapacidad (NAMSD). Somos las mujeres con algún tipo de discapacidad las que carecemos de una perspectiva en género y discapacidad en las políticas gubernamentales y de género.

Escribo para manifestar conciencia social de la diversidades que marcan a las mujeres con discapacidades porque somos nosotras quienes no contamos en las estadísticas, quienes quedamos excluidas de los espacios de participación en la vida política, económica, educativa y social, somos quienes todavía no hemos llegado a  avances significativos en cuanto a una perspectiva de género donde se proclame igualdades para TODAS. 

Las mujeres con alguna discapacidad somos, de alguna manera, “invisibles” y buscamos que se reconozcan nuestras condiciones diversas en las estadísticas oficiales, en las investigaciones académicas. Buscamos el reconocimiento de las exclusiones de la población y el seguimiento a los constantes casos de violación a los Derechos Humanos (DH) sobre todo en el plano de acceso a salud y situaciones de impartición de justicia. 

Si bien, México suscribió en 2008 la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, estableciendo la protección y aseguramiento de los Derechos de la población. Y, en 2011, se reformó la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad con el propósito de garantizar el acceso a la justicia, la igualdad de género y el reconocimiento de los sistemas de comunicación alternativo como el sistema Braille y Lengua de Señas Mexicana LSM, entre otras. Estas formas de comunicación no siempre son usadas y eso reduce sus accesos a formas de comunicación, de impartición de justicia, de educación y de derechos. 

De acuerdo con datos del INEGI 2020, en México, las mujeres en situación de discapacidad representan un poco más del 53% de la población. Y considero que pueden ser más porque no existen datos específicos sobre las formas de violencias que padecen las mujeres con discapacidades: hay un universo que no está demostrado en los datos.   

Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2019 (ENVIPE), la incidencia en delitos sexuales de las mujeres que viven en condiciones que promueven mayor vulneración porque se contabilizan 11 delitos sexuales cometidos más a las mujeres a diferencia de los hombres. Y considerando las desventajas de las mujeres con discapacidades que dos de cada tres mujeres viven violencia sexual. Para estas situaciones no existen protocolos de acompañamiento e intervención por parte de los representantes de las instituciones: en casi todos los sitios del país no hay seguimientos, incidencias puntuales y capacitaciones para los funcionarios que se encargan de atención a las diversidades, específicamente hacia las Mujeres Con Discapacidad (MCD).  

Los datos e información obtenidos sobre estas poblaciones son los resultados de las investigaciones e incidencias de las propias organizaciones que trabajan con mujeres en esta condición. Pese a que no existen políticas públicas que respondan a las necesidades que enfrentan las niñas, adolescentes y mujeres en situación de discapacidad. Y menos de aquellas que tienen una condición de etnicidad: mujeres indígenas con algún tipo de discapacidad donde el problema se agudiza, por la falta de infraestructura, por los usos y costumbres que están impregnados en las comunidades en las que radican, por un prevalente “machismo” y por las actitudes negativas que se tiene en torno a la discapacidad como imaginarios de desventajas.

No es lo mismo hablar de una mujer indígena con discapacidad proveniente de los Altos de Chiapas que hablar de una mujer en situación discapacidad de la CDMX. Aunque podamos encontrar similitudes en los diagnósticos debemos considerar que los contextos sociales, familiares, económicos, culturales están marcando peculiaridades en la situación 

Con estas líneas no pretendo revictimizar a las mujeres en situación de discapacidad, sino por lo contrario, mi único deseo es reflejar los retos y desafíos que implica hablar de discapacidad, de igualdad y de mencionar que es importante visibilizarnos quienes vivimos una discapacidad, no desde una romantización de la condición sino de asumir a la discapacidad como una postura política, porque lo personal es político y la discapacidad también es político. 

Quien plasma estas ideas, mujer indígena en situación de discapacidad, coordinadora de Amor Sin Fronteras A.C., operamos desde los Altos de Chiapas, especialista en género y sexualidad con su intersección en discapacidad.

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Maroma es un observatorio de la niñez y la juventud. Somos un grupo interdisciplinario de personas involucradas en los sectores académicos, comunitarios, públicos y privados con fines de gestión y bienestar para la niñez y juventud que busca incidir en políticas públicas y movimientos sociales con un enfoque de innovación social.

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