Janeth Wirth ha esperado 6 años para que CJM llame a audiencia a su agresor

Janeth denunció en 2016 al padre de sus tres hijas y exesposo por violencia intrafamiliar. Este jueves 15 de junio, luego de casi siete años de espera el Centro de Justicia para las Mujeres en Jalisco convocó a la primera audiencia de revisión del caso; sin embargo, fue aplazada a petición de la defensa de su agresor. 

La obstrucción y negación de su acceso a la justicia, denuncia, ha provocado que sea víctima de otras violencias, entre ellas, la vicaria, pues le han arrebatado su derecho a maternar y a sus tres hijas “el derecho a tener una madre” durante este mismo periodo de tiempo.

Por esta razón afirma que se ha ejercido en su contra violencia institucional, no sólo de parte de las autoridades ministeriales sino, además, de las judiciales. Entre ellas, señala al juez Ernesto González Maragued, del Primer Juzgado de lo Familiar del Poder Judicial del Estado, a quien la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria ya había denunciado por obstaculizar los procesos de restitución de sus hijos e hijas, quienes les fueron arrebatados por sus agresores vicarios.

Por Dalia Souza / @DaliaSouzal

“El daño es irreparable, ustedes me han quitado, por su no hacer su trabajo, mi derecho a maternar, el derecho de mis hijas a tener una madre y han permitido que un agresor esté a su cuidado. Él sigue ejerciendo la violencia familiar y vicaria desde ese momento y nadie ha hecho nada para cesarlo” manifiesta Janeth Velázquez Wirth, quien reconoce que el Estado le ha fallado.

Janeth es integrante de la colectiva Madre Yo sí te creo y de la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria en Jalisco, su propia historia la convirtió en activista y defensora.

Luego de seis años y siete meses de andar, Janeth mantiene abiertos dos procesos judiciales de forma paralela: el primero una denuncia en contra de su exesposo por violencia intrafamiliar y el segundo una demanda civil para luchar por la custodia de sus tres hijas, quienes fueron sustraídas por su exesposo en 2017.

En ambos lo único busca es vivir finalmente una vida libre de violencia al lado de sus niñas, pues esto es “lo que estamos buscando en todos estos procesos de violencia vicaria” afirma.

Sin embargo, ella cree que su caso es un ejemplo de todo lo que ha hecho mal Estado con una persona”. Y pese a que no se impresiona, sabe que las autoridades le han vulnerado y le han puesto en un riesgo de magnitudes irreparables.

Este jueves 15 de junio, después de casi siete años de haber interpuesto una denuncia por violencia familiar en contra de su ahora exesposo, se llevaría a cabo la primera audiencia de imputación, puesto que, el Centro de Justicia para las Mujeres (CJM) y la Unidad para la Investigación de Delitos en contra de las Mujeres y en Razón de Género de la Fiscalía del Estado de Jalisco actuaron de manera omisa y negligente para garantizar su seguridad como víctima y sancionar a su agresor.

No obstante, la audiencia fue postergada hasta el mes de octubre a petición de la defensa de su agresor, quien aseguró “no tener conocimiento de los últimos actos de la carpeta”. Janeth considera que la justificación del abogado sólo busca “dilatar más el proceso”.

“Yo digo, ¿el Estado qué está haciendo para mí?” se cuestiona Janeth y narra que ella misma entregó a la autoridad ministerial las direcciones y las vías de comunicación para contactar y encontrar a su agresor, sin embargo, ningún funcionario de la dependencia fue capaz de localizarlo “durante todo este tiempo la respuesta que fiscalía me daba sobre por qué no lo podían notificar era que era ilocalizable”.

Hace dos meses, su exesposo acudió por cuenta propia al CJM aludiendo que “sabía” que estaba siendo buscado y proporcionó como datos de referencia y localización los mismos que Janeth dio a la autoridad casi siete años atrás: “esos mismos son los que yo di en 2016. Los dos domicilios y el teléfono” asegura.

La nueva fecha de la audiencia de imputación está programada para el próximo 25 de octubre, seis años y once meses después de haber pedido ayuda a la autoridad. Janeth, sólo busca por fin ser escuchada por la Jueza Karina Dolores Rivas Gutiérrez, encargada del caso, quiere que sea ella, desde una perspectiva centrada en los derechos de las mujeres y las infancias, quien resarza lo que le ha sido negado. 

“Que sea vinculado y que la reparación del daño sea que me regresen a mis hijas” manifiesta esta madre, quien reprobó el “plazo excesivo” que se ordenó para la nueva audiencia. Y es que, advierte que esto sólo permite que su agresor le siga violentado con la anuencia indirecta del Estado.

Janeth tiene un nombre para esto que las autoridades la han obligado a vivir y que se suma a las otras violencias que de por sí experimentaba de parte de su agresor. Se trata de “violencia institucional”, indica y asegura que esta es la evidencia más clara de por qué debe recibir justicia:

“Mi mayor prueba ahora es que porque ellos no hicieron su trabajo en 2016, yo no tengo a mis hijas. Hay elementos claros de que el señor me ha violentado física, económica y emocionalmente directamente y por medio de mis hijas, sí hay elementos claros que lo hagan vincular a proceso” señala.

Violencias institucionales y sistemáticas

En noviembre de 2016, Janeth decidió separarse de su esposo y padre de sus tres hijas, producto de la violencia familiar que vivía a su lado. Interpuso una denuncia ante el Centro de Justicia para las Mujeres en Jalisco y huyó a casa de su hermana con sus tres niñas de 3, 5 y 6 años.

Contrario a lo que pensaba y aunque se emitió una orden de restricción en contra de su exesposo, las violencias no se detuvieron “empieza a ejercer violencia patrimonial y económica en contra de mí” narra Janeth. Cambió las chapas del negocio de vestidos en el que trabajaba y con el que se sostenía, dice, “para que yo regresara con él”.  También siguió violentándola emocional y psicológicamente.

Pero esta no fue la única manera de ejercer control y hacerle daño a Janeth.

El 6 de junio de 2017, ocho meses después ,su exesposo entró a su casa a la fuerza y se llevó a dos de las tres niñas -las que pudo llevarse en brazos-. Janeth llamó a la policía, pero como lo han documentado en la Alianza de Madres Protectoras y en la colectiva Madre Yo sí te creo, existe un patrón de complicidad entre agresores vicarios y autoridades que favorece las sustracciones:

“Llamo a la policía porque él tenía órdenes de restricción para acercarse a mí, habló yo a la policía, pero él conocía a un regidor de Zapopan y con todo y orden de restricción, los policías dejan que se vaya con dos de mis hijas, la policía me decía “quiere acompañarnos” yo les dije que sí, pero les mencioné que antes tenía que ir por mi otra hija, que dejé encerrada para que no se la llevara y para salir corriendo por las otras dos.

Me contestaron: “si se quiere ir es ahorita, porque el señor se tiene que ir y él es papá de las niñas y no tenemos por qué detenerlo”. Lo dejan llevarse a mis dos niñas y desde ese momento comienza la violencia vicaria”, recuerda.

Esta madre confiesa que durante los ocho meses que permaneció al cuidado de sus hijas, tras huir de la violencia de su agresor, nunca le negó a éste su derecho a verlas, como él sí lo ha hecho hasta ahora. “Las veía durante el fin de semana, aunque no había un acuerdo ni nada, pero yo se las prestaba porque pensaba “el problema es conmigo, no con ellas”.

Con el paso del tiempo, analiza que lo que hizo su exesposo fue una venganza porque ella había iniciado una relación de amistad con una persona de manera virtual “se entera y se pone como loco” recuerda. A esto se sumó que Janeth había obtenido la custodia provisional de las tres niñas y que él estaba siendo obligado a darle una pensión. “Se le juntó todo” asegura.

Si bien, Janeth se quedó con una de las tres niñas, tuvo “cero contacto” con las otras dos. “Me impide desde ahí verlas, hablar por teléfono con ellas”. Dos meses después, en agosto de 2017, en un esfuerzo porque las tres niñas pudieran reencontrarse, decidió hablar con su exesposo para decirle que había inscrito a las tres niñas en la misma escuela. Aunque así pasó, pudieron encontrarse de nuevo, el primer día de clases este hombre finalmente sustrajo a las tres:

“El primer día de clases arma él todo un complot para llevarse a la tercera” señala.

Esta madre explica que tardó un año para conseguir los espacios de convivencia supervisados con sus hijas y otro más para que su exesposo las llevara -aunque esporádicamente- “tenía que llevarlas los domingos, pero las llevaba un domingo sí y dos no, uno sí y dos no, pero había la convivencia”.

“Estuvo dos años siendo totalmente omiso a la autoridad sin recibir ninguna multa u orden de apremio por incumplir” denuncia.

Para cuando las niñas finalmente volvieron a ver su madre y su madre ellas, “ya estaban muy manipuladas”. Esta dinámica permaneció así durante 2019, pero cuando llegó la pandemia de COVID-19 las convivencias se suspendieron. “Las niñas desaparecieron de mi vida totalmente. Este hombre no me permitía por ninguna forma verlas”.

Con dolor, cuenta que luego de que las restricciones sanitarias disminuyeron y las convivencias se reactivaron, su agresor vicario todavía demoró ocho meses para permitirle ver a sus hijas. Sin embargo, cuando lo consiguió “mis hijas ya no tienen ningún vínculo conmigo, dicen que me odian”.

La manipulación que su exesposo ha construido alrededor de las ideas que las niñas tienen sobre su madre, afirma Janeth, es una forma de violencia que ninguna autoridad ha decidió observar y sancionar. Sobre todo, que tiene como fin fracturar su vínculo filial materno para seguirle causando daño, “dicen que yo las abandoné, aprovechó todo ese tiempo a su favor para desvincularme de ellas y dañarlas psicológicamente haciéndoles creer que su mamá las abandonó, y lo peor que las abandonó por otro hombre”.

El daño es tan grave, asegura esta madre, que sus hijas se niegan a verla. “Mis hijas se niegan a la convivencia y no ha habido forma de crear nuevamente el vínculo”.

Juez cómplice de la violencia vicaria

En la búsqueda de justicia para recuperar a sus hijas y vivir segura y libremente, la autoridad judicial ha sido ineficiente en garantizar sus derechos.

Luego de haber presentado una demanda civil ante el Juzgado Sexto de lo Familiar en el Poder Judicial del Estado de Jalisco en 2016 por la custodia compartida de sus hijas y ganarla, su exesposo la demandó en ese mismo año ahora en el Juzgado Primero de lo Familiar, donde hasta el día de hoy ha sido favorecido impunemente por una autoridad que ha obviado juzgar con perspectiva de género y centrada en los derechos de la niñez, señala Janeth.

“Yo sabía que finalmente ellas tenían su derecho de estar con papá y con mamá, pero él no, él lo que busca es seguirme violentando por medio de las niñas”.

En noviembre de 2022 obtuvo finalmente una sentencia del Juez Ernesto González Maragued del Juzgado Primero de lo Familiar. Su resolución fue otorgarle la custodia completa a su exesposo y subir el monto de la pensión que Janeth ha pagado durante todo este tiempo.

“Después de todo lo que hizo, que él se las llevó, las ocultó por tantos años, me negó verlas en el mismo tiempo, incumplió con sus obligaciones de llevarlas a las convivencias, que las tiene manipuladas, que las daña psicológica y emocionalmente. Yo que pago pensión, siempre asisto a las convivencias, que no tengo ninguna denuncia de nada, nada tengo en mi contra, a pesar de todo esto, el juez le da la custodia completa y a mí me sube la pensión” manifiesta con impotencia Janeth.

Esta sentencia sólo obstaculiza el camino de Janeth hacia recuperar a sus hijas, precisa esta madre y deja de manifiesto el dolo y el ensañamiento con la que los juzgadores y su agresor -en una complicidad patriarcal- siguen buscando hacerle daño. La prueba más clara para Janeth es que, aunque no se le ha negado su derecho a la convivencia con sus hijas, se han minado las condiciones para que éstas puedan ser libres y mucho más frecuentes.

De cuerdo con la sentencia del juez, ahora Janeth sólo podrá ver a las niñas una vez cada quince días -y no dos veces a la semana como lo dictaba la resolución previa- y continuará bajo convivencias supervisadas en el Centro de Convivencia Familiar del DIF de Guadalajara.

“Esto es absurdo, terrible, sino tengo el vínculo jamás lo voy a recuperar de esa manera, si con dos veces a la semana no he podido, mucho menos así, ellas siguen diciendo que fui yo quien las abandoné”.

En marzo de 2023, la Alianza de Madres Protectoras y la colectiva Madre Yo sí te creo clausuraron simbólicamente el Juzgado Primero de lo Familiar y señalaron de manera puntual al Juez Ernesto González Maragued, encargado de la oficina.

“Este juez les arrebató a sus hijas e hijos para entregarlos a los agresores denunciados por distintas violencias”, reclamó a través de un pronunciamiento público la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria.

Manifestaron que a través de los testimonios de sus compañeras, mujeres y madres que luchan contra la violencia vicaria, han conseguido documentar que dentro de este juzgado se cometen actos de violencia institucional que obstaculizan los procesos de restitución de sus hijos e hijas, quienes les fueron arrebatados por sus agresores vicarios. Por estas razones decidieron clausurar simbólicamente este lugar “y romper el silencio sobre los graves atropellos a los derechos humanos que se cometen aquí” expresaron.

Madres contra la Violencia Vicaria en Jalisco clausuran simbólicamente el Primer Juzgado de lo familiar por cometer violencia institucional

Janeth es una de esas madres. Su opinión sobre González Maragued es que ha fallado en impartir una justicia real para quienes sí son víctimas y asegura que sus resoluciones sólo dejan entre ver su escasa -o nula- aplicación de una perspectiva de género y centrada en las infancias, además de su incapacidad para discernir entre su vida personal y sus obligaciones como juzgador:

“Alguna vez platiqué con él y me contó que su hermano vivía una situación similar a la mía, pero obviamente la maldita desgraciada era la esposa del hermano. Obviamente este juez ve reflejado el tema familiar en mí, yo soy esa maldita igual que su cuñada. Tiene un problema grave porque está trasladando su vida personal al trabajo, afectándome a mí y a mis hijas” denuncia.

Al mismo tiempo, no descarta que esto que nombra como un “ensañamiento”, sea también una represalia por las acciones que lleva a cabo junto a sus compañeras de las colectivas de madres contra la violencia vicaria en el estado:

“Soy integrante activa de Madre Yo sí te creo y de la Alianza de Madres Protectoras contra la Violencia Vicaria, también estuve en el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria, entonces, obviamente hemos hecho acciones públicas para evidenciar a este juez que no sólo me ha afectado a mí, sino a muchas otras compañeras de la colectiva. Obviamente él me identifica, identifica mi caso y esto que me está pasando es una represalia totalmente hacia lo que yo he manifestado de su conducta hacia conmigo y hacia otras víctimas de violencia vicaria”.

Para que estos hechos se investiguen, ha presentado una queja ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción del Estado, de forma puntual para revisar la dilación de los procesos en su caso, así como la obstrucción a sus apelaciones.

“¡No soy la única que está viviendo esto por parte de este juez!” insiste Janeth.

Y es que, denuncia que este actuar sólo triplica las violencias con las que inició su andar hacia la justicia, de tal forma que ahora, ya no sólo se enfrenta cotidianamente a las violencias familiar y vicaria, sino que, además, la institucional, que se recrudece entre autoridades ministeriales y judiciales que por acción u omisión han sido cómplices de su agresor.

En noviembre de 2022, Janeth nuevamente tuvo que apelar la apelación que su exesposo hizo al Juzgado Primero de lo Familiar, en la que, no conforme con la sentencia favorecedora del juez, este hombre solicita ahora el aumento de la pensión y reclama la patria potestad de las tres niñas sin ninguna justificación.

“Como si yo hubiera hecho algo a mis hijos, no sólo quiere la custodia, quiere la patria potestad y cambiarle los apellidos a mis hijas para que sólo lleven los de él”.

 

En el tendedero cuelgan los vestidos de las tres hijas de Janeth y el conteo de días que han transcurrido lejos de su lado. La instalación se colocó a las afueras del Centro de Justicia para las Mujeres en Jalisco. 

 

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Dalia Souza
Dalia Souza
Periodista apasionada de la radio, comprometida con quienes resisten en la exigencia de verdad, memoria y justicia. Creo que el periodismo es una herramienta para construir paz y cambio social.

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