La Casa de los Pueblos y las Comunidades Originarias resiste a la violencia de Estado

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En la madrugada de este lunes 16 de octubre del 2023, la Casa de los Pueblos y las Comunidades Indígenas “Samir Flores Soberanes”, se llenó de cientos de granaderos que buscaban romper el bloqueo vial de la avenida México Coyoacán e irrumpir dentro del edificio del INPI (tomado por la comunidad Otomí en protesta a una vivienda digna) para desalojar a sus habitantes. La comunidad Otomí resistió y repelió la agresión evitando ser expulsados de las inmediaciones.

Texto y fotografías de José Meza / @josemz49

Eran casi la una de la madrugada cuando José terminaba de cenar. Desde el primer piso, donde él estaba, escuchó las consignas que sus compañeros gritaban en las calles. Cuando bajó y se asomó por la puerta (que estaba entreabierta) pudo ver a decenas de granaderos formándose y preparándose para intentar penetrar dentro del edificio del Instituto Nacional de lo Pueblos Indígenas (INPI) mismo que las comunidades Otomíes, ocuparon después de ser desalojadas de los terrenos en la colonia Juárez que habían recuperado y restaurado para vivir en ellos.

La toma del INPI se realizó el 12 de octubre del 2020 con el motivo de protestar por una vivienda digna y segura al igual que para servir como refugio de pobladores originarios en la Ciudad de México sin hogar. El edificio fue renombrado como “La Casa de los Pueblos y las Comunidades Indígenas Samir Flores Soberanes”  está ubicado en la avenida México Coyoacán número 343, Xoco, dentro de la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México.

José subió de nuevo las escaleras y, al encontrarse con sus dos familiares que residen también ahí, les dijo: “prepárense, que acaban de llegar los granaderos” “junten sus cosas, lo más importante y vámonos”. Uno de los familiares de José está incapacitado y anda en silla de ruedas, lo que complicó su descenso.

José se encontró a su compañero Phill, quien le dijo que tomara tablas, sillas o lo que pudiese para evitar que los granaderos entrasen a el edificio. Ahí fue cuando cayó en cuenta de que venían con intenciones de meterse para desalojarlos.

José comenta que las agresiones se dieron casi al instante, a las que ellos respondieron para defenderse y no permitir que tomaran su edificio. Niñas y niños, mujeres embarazadas y recién nacidos, adultos de la tercera edad y personas con capacidades diferentes, salieron a defender con todas sus fuerzas lo que, con justas razones, es suyo.

Las agresiones duraron aproximadamente una hora. En ese tiempo, con palos, tablas y rocas, la comunidad otomí de la casa de los pueblos y las comunidades indígenas, defendieron su patrimonio y sus diligencias por las que pelean, de la represión, las macanas, los cascos y los escudos de las centenas de granaderos que intentaban contenerlos. José comenta que una de sus compañeras, tomó un extintor y con él, logró alejar unos cuantos metros a el cuerpo de granaderos: “¡Zapata vive!” retumbaba en la voz de todos y de todas “¡la lucha sigue!”, y la noche era fría: “¡zapata vive y vive! ¡la lucha sigue y sigue!” resonaba por la avenida México Coyoacán.

La madrugada estaba en su totalidad, las personas dormían y los medios de comunicación estaban lejos en aquel momento del ataque; razón por la que, las hermanas Otomíes, comenzaron a transmitir en vivo los sucesos en la página de Facebook “Otomíes en Resistencia y Rebeldía”. 

En dichos videos, se puede ver a los granaderos escudados y protegidos por sus macanas, intentando hacer retroceder a los habitantes del INPI, pero, estos, más cansados de injusticias y de malos tratos, lograron alejarlos, aunque, comenta José que, a tres de sus compañeros y a dos de sus compañeras, los y las lograron retener para después golpearlos y golpearlas: “Gracias a Dios estamos completos” dice José, aunque la sangre, los golpes y la represión, quedaron grabados dentro de dichos videos.

El pasado 12 de octubre del presente año, la casa de los pueblos y las comunidades indígenas, celebró el tercer aniversario de la toma de las inmediaciones del INPI, por lo que cerraron la avenida con propósito de “exigir al gobierno, pudiera voltear a ver a la comunidad indígena otomí y pudiera atender sus demandas”, comenta Diego García Bautista, miembro de la comunidad y testigo de las agresiones. Dice que en principio se pensaba que los granaderos querían levantar el bloqueo de la avenida, hasta que se dieron cuenta que su propósito era entrar en el edificio para desalojarlos.

A las tres de la mañana, sujetos encapuchados y a bordo de una motocicleta, dispararon un arma de fuego en las barricadas del bloqueo. “El gato”, artista plástico y miembro de la Casa de los Pueblos y las Culturas Indígenas, estuvo presente al momento de los disparos. Atestigua que primero llegaron los sujetos a pie, intentando provocar a la resistencia y después, regresaron armados y con intenciones de intimidar disparando.

“El gato” dice que el responsable de este ataque, parece ser Martí Batres, jefe de gobierno de la Ciudad de México, quien, hasta el momento, no ha dado ninguna opinión sobre lo sucedido, al igual que el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, y la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Foto de la página de Facebook de la Red de Apoyo Iztapalapa Sexta.
Foto de la página de Facebook de la Red de Apoyo Iztapalapa Sexta.

Son las nueve de la mañana. José desayuna huevo con salsa verde que una señora preparó para todos. Las brasas de las barricadas, que por la noche fueron incendiadas para evitar el paso de los granaderos, llenan las calles con aroma a madera calcinada. La comunidad Otomí resiste.

Hasta ahorita, los granaderos no se han vuelto a presentar, pero las personas en sus coches y motocicletas intentan pasar por el bloqueo de la avenida y, al ser frustrados, insultan y amedrentan a los habitantes de la casa de los Pueblos y las Comunidades indígenas, mismos que, amablemente, les piden comprensión y respeto.

Las comunidades Otomíes resisten, el INPI seguirá siendo suyo mientras que la rebeldía, el valor y la injusticia, les siga dando razones para seguir luchando por una vida digna.

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