De la comodidad a la conciencia ambiental: Repensando el uso de las toallas desechables

En México, se genera -en promedio- 34.20 millones de kilogramos de basura en productos menstruales: ¿Qué están haciendo las empresas para disminuir su impacto ecológico?

 Por Rebecca Frías, estudiante del Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro.

Tiene 11 años, corre al baño porque siente una humedad extraña en su ropa interior. Piensa que fue un poco de orina, por lo que va sin preocupación. Se baja los calzones y de ahí sale un hedor a metal combinado un poco con un sutil olor a pescado. Su corazón se vuelca. No puede ser eso. Mira al techo y comienza a rezar para que no sea lo que piensa que es. Inhala profundo, mira abajo. Sangre.  

Es así como millones de personas iniciamos esta etapa de nuestras vidas, con una especie de vergüenza para que nadie se entere. Un secreto a voces para que el sexo opuesto se mantenga en la ignorancia. En consecuencia, utilizamos diferentes productos para ocultar los fluidos que salen de nuestro interior, en donde las que nos suelen introducir a este mundo son las toallas sanitarias. 

Si bien a lo largo de la historia, la mujer ha usado diversas formas de protección, como telas, cinturones, pieles o, incluso, el método del flujo instintivo, no fue hasta la década de 1970 que las compresas adhesivas desechables aparecieron, revolucionando los productos de captación menstrual. 

Toallas Saba Nocturna

De proceso fisiológico a un macronegocio 

Las primeras toallas sanitarias fueron creadas por las corporaciones Hartmann y Johnson & Johnson, la última siendo una de las macroempresas más reconocidas a nivel mundial, Sin embargo, hoy en día, compañías como Grupo Familia con la marca Saba y Kimberly-Clark con Kotex dominan el mercado nacional e internacional, generando ganancias millonarias, a base de un proceso fisiológico femenino, con la creación de productos que un año atrás el gobierno ni siquiera consideraba artículos de primera necesidad.  

Para obtener una mayor perspectiva sobre la parte financiera, veámoslo a escala: en México, el 51% de la población es conformada por el sector femenino, las cuales menstrúan por aproximadamente 40 años con un ciclo de en promedio 28 días y una duración de cinco días, en donde de acuerdo con la ginecóloga María Teresa Cibrián “la toalla, por cuestiones de higiene, se debe cambiar máximo cuatro horas”.   

Tomando esto en cuenta, la mujer en promedio utiliza, al mes, 30 toallas. Lo que nos da que, en un solo año, usa 360 y a lo largo de sus años menstruantes empleará 13 mil 320 toallas, menciona un estudio realizado por la PROFECO (Procuraduría Federal del Consumidor).  

Con ayuda de Lisa al Mar, maestra en psicología y experta en estudios sexuales, fundadora del proyecto IxQ’anil Mujer Semilla, realizamos el cálculo: “Ponle tú que cada almohadilla cuesta en promedio $2, si llegaramos a usar unas 13,000 toallas a lo largo de nuestra vida, nos da un total de $26,000” 

 Esto contrasta fuertemente en el consumo de las toallas de tela con las cuales un paquete promedio de cinco piezas cuesta $350, con una duración de 3 a 5 años. Tomando en cuenta el mínimo promedio de duración, la inversión total es de $4,900 en el mismo periodo de tiempo. 

Lamentablemente el alto costo de estos productos pone en desventaja a casi la mitad de las mujeres que viven en México, puesto que el 42% de ellas se encuentra en situación de pobreza, ocasionando que más del 50% de la población no tenga acceso a una menstruación digna, esto sin mencionar la alta vulnerabilidad económica y social a la que constantemente se enfrentan, debido a que sus gastos se incrementan más del doble que las personas no menstruantes, menciona la Organización de las Naciones Unidas 

Lamentablemente el alto costo de estos productos, y  sumando por el hecho que de acuerdo con la, en México el 42% de las mujeres viven en situación de pobreza, lo que ha llevado a que más del 50% de la población no tenga acceso a una menstruación digna, además de las pone en una alta situación de vulnerabilidad económica y social, debido a que llegan a gastar 2.5 veces más que las personas no menstruantes. 

El sueño verde: Estrategia de marketing y Greenwashing  

Precio de toallas sanitarias en el supermercado.

Como menciona Lisa al Mar:

“Considerando que una toalla tiene una media de 5 gramos, una mujer puede llegar a generar hasta 6,660 kilogramos de residuos menstruales a lo largo de su vida, esto sin contar los envases y empaquetados”.  

A pesar de la creciente preocupación ambiental, estas compañías siguen produciendo toneladas de manufactura que tardan entre 500 a 800 años en degradarse, debido a su alto contenido de plástico, y su uso excesivo de agua, utilizando aproximadamente tres litros en un producto en el que:

“su ciclo de vida no es más de un día, los cuales terminan en ríos, mares y tierras que al no poder introducirse de forma natural, generando un desequilibrio ambiental en el que todos nos vemos afectados”, explica Lisa. 

En un intento de acaparar a más clientes en el mercado, estas macroeconomías dedicadas a los productos de salud menstrual han empezado a comercializar productos como la copa o el calzón menstrual en un intento de limpiar su imagen. Este proceso puede ser catalogado como greenwashing, el cual refiere a las empresas que orientan su imagen hacia un posicionamiento ecológico, mientras que el resto de sus acciones van en contra del ambiente.  

Que sirve de demostración sobre las incongruencias por parte de la industria, puesto que:

“la copa menstrual lleva existiendo desde finales del siglo XIX, pero fue ignorada y resguardada, puesto que no convenía ante un modelo capitalista, especialmente porque nos comenzaron a inculcar la cultura del asco, en donde vemos a la sangre como algo que da asco” señala la psicóloga. El que ahora estás empresas hayan lanzado estos productos, no solo sigue generando contaminación por el empaquetado, sino que también afecta “a las microempresas que llevan años creando este tipo de herramientas”, explica Lisa.  

De acuerdo con la ONU, “solo el 5% de los padres y madres hablan con sus hijas adolescentes de esto”, esto se ve reflejado en el sondeo realizado por SinEmbargo en donde la mayoría contestó que no conocía otros métodos de captación menstrual. Esto se debe a la falta de información y diálogo sobre el tema por la fuerte influencia que tiene el poder hegemónico en nuestra educación sexual.  

Porque, al fin y al cabo, la sociedad patriarcal trata de: “generar este sometimiento, esta disminución hacia las mujeres en donde para crear esta desconexión con el cuerpo y lógica del asco, requería pasar sobre el ciclo menstrual y hacerlo pasar como negativo”, comenta Lisa al Mar, a lo que agrega la Ginecóloga María Teresa Cibrian:

“lo que terminamos escondiendo, pasándonos las cosas a escondidas para que nadie se entere (…) pero debemos de entender que es un proceso completamente normal y en la que a la mayoría les pasa” y es necesario hablarlo para que esos susurros se conviertan en gritos. 

El precio de la salud 

Estudios recientes han encontrado que las toallas contienen químicos altamente tóxicos, como asbestos, rayón, pesticidas, tintes y dioxinas, los cuales han sido identificados  como Contaminantes Orgánicos Persistentes, señala un estudio realizado por de Latin American and Caribbean Consortium of Engineering Institutions, “las cuales al no ser algo natural terminan teniendo una degradación extremadamente lenta” complementa Lisa. 

Estas sustancias también afectan nuestros cuerpos, llegando a causar infecciones, hongos, irritaciones o enfermedades como el síndrome de shock tóxico. Sin embargo, la ginecóloga Cibran difiere con este argumento. Declara que estas infecciones son debido a la falta de higiene o al uso prolongado de estos productos, a lo que agrega “incluso es más probable que las toallas con aroma causen más infecciones o alergias, debido a que el componente químico para que tenga olor es más fuerte”.   

Sin embargo, hay que tener en cuenta que ante la ley, las empresas no están obligadas a mencionar todo lo que contiene sus toallas, como se puede ver en la página de Saba y sus etiquetas: 

Etiquetas de Saba, Kotex y Naturella

La información es mínima, por lo que es necesario exigir transparencia acerca de los químicos e ingredientes de estos artículos que van a tener un contacto directo con una de las partes más vulnerables de nuestro cuerpo, tanto para cuidar nuestra salud como para estar más informadas sobre lo que consumimos y de ahí basarnos para tomar una decisión de que es lo que mejor se adapta a nuestras necesidades sin causarnos algún tipo de daño secundario. 

Por otro lado, el problema con estos químicos, pero en especial con la dioxina. “La dioxina es un químico extremadamente tóxico, incluso cancerígeno” menciona la ginecóloga Cibran. Esta sustancia se libera al aire y genera una contaminación al ecosistema, afectando la flora y fauna y por lo tanto nuestra comida, comunica la empresa Lunacup. “Esto puede generar problemas como el acné, cáncer, irritaciones, entre otras cosas”, declara la experta en estudios sexuales. 

No todo está perdido 

Si bien, no se busca resaltar la presión individual para cambiar el ambiente, sí es momento para reflexionar sobre nuestra cultura de practicidad, en donde preferimos nuestra comodidad y la inmediatez antes de pensar que cada plástico “lo estamos cambiando por muerte” menciona Lisa. Pero no es nada más nuestra responsabilidad hacerlo, lo que tiene mayor peso es la industria y esto va mucho más allá de nosotros.  

Sin embargo, sí se pueden hacer algunas cosas, como empezar a hablar más sobre el tema, dejar de lado los tabúes y comenzar a informarnos. En Querétaro el proyecto IxQ’anil brinda conservatorios de educación sexual y la información del “Otro”, en donde hablan de toda esa información que nunca fue brindada por el sector educativo y familiar.  

También, en la actualidad existen diferentes métodos de captación menstrual que son mucho más amigables con el ambiente y con la economía. 

Como se puede observar, hay métodos que se pueden adaptar perfectamente a la vida de cada persona menstruante, en donde la opción óptima es que se compren estos productos a mercados locales, para apoyar a las personas que llevan creando y distribuyendo estas alternativas con anterioridad, en lugar de una empresa que lo considera una tendencia y un método para obtener más capital, carentes de un interés genuino por tu bienestar ni el del medio ambiente. 

Es complicado no sentirse en medio de estos esquemas de consumo, parte del capitalismo, pero es crucial mantener una reflexión constante sobre en qué temas existe una disposición a permanecer al margen y cuáles no. Considerando, ante todo, el resultado que favorezca a tu salud y a la del planeta.   

Lo más importante es, como humanidad, salir de las lógicas basadas en la practicidad y volver a los usos y costumbres que no se basaban en la sobreexplotación del plástico:

“Necesitamos más conciencia en que estamos consumiendo, que es lo que vamos muy gustosos a dar nuestro dinero, porque nuestro tiempo de vida, lo estamos intercambiando por muerte”, concluye Lisa al Mar. 

***

Este reportaje fue realizado en el marco del Bloque de Producción periodística convergente del Tec de Monterrey Campus Querétaro, del cual ZonaDocs fungió como socio formador.

Comparte

ZonaDocs
ZonaDocs
Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer