Eddington

El Ojo y la Nube

Por Adrián González Camargo / @adriangonzalezcamargo (IG)

Al director estadounidense Ari Aster lo habíamos conocido por dos primeras, muy buenas películas. La primera, Hereditary de 2018, es un filme de terror que habla sobre la pérdida de seres queridos y el lento desmantelamiento de la familia. La segunda, Midsommar, habla sobre la comunidad como un sistema de defensa y resguardo, pero también de engullimiento y alienación.

Ambos filmes, aunque con una marcada visión personal y un sentido de la autoría en el cine de género, buscaron entremezclar elementos de crueldad y belleza, lográndolo destacadamente. Sin embargo, al salir de ese primer encasillamiento que él y los espectadores nos hicimos, pensando que Ari Aster sería un autor de cine de terror, él mismo decidió dar un giro y hacer una tercera película que lo llevaba, aún manteniendo elementos de terror, a experimentar otro(s) género(s): Beau tiene miedo. En este filme, la historia que va entre lo real y no real, entre la metáfora, la farsa, lo absurdo y lo surrealista.

Su cuarta película, Eddington, vuelve a salirse del terror/horror, tal vez por completo. Situada en el pueblo ficticio de Eddington, Nuevo México, Eddington toca grandes y pequeños temas como si fuera un dedo adolescente revisando su celular antes de dormir. En ocasiones se detiene, en otras no mucho. En ocasiones critica, en otras solo comenta. Sin embargo, la pelea y el ejercicio del poder en un pequeño pueblo es una constante. El pretexto narrativo, que es el aislamiento, contribuye a lo que pudo ser un buen relato... que solo pudo ser.

La construcción de un posible humor negro deriva en un largo y somnoliento paneo sobre problemas reales, problemas falsos y el destape de una cloaca social que la presión derivada de la pandemia COVID-19 del 2020 provocó. La historia local, que al mismo tiempo se quiere presumir glocal, busca convertir al pueblo casi vacío donde el escenario ficticio es el mejor espacio para criticar los enemigos invisibles: jóvenes woke cuyo discurso se contradice y eso los hace enojar más y promover la toma de las calles; la gigante empresa tecnológica que amenaza con instalarse en el pueblo, el machismo, el desborde entre las relaciones interpersonales, el abuso infantil, las fronteras, la defensa de la tierra de los pueblos nativos, los líderes de culto, el racismo sistémico y otros problemas que cada uno por sí mismo merecería una película.

En Eddington, dos aparentes polos opuestos se enfrentan: el sheriff Joe Cross, que desafía las restricciones sanitarias, y el alcalde Ted Garcia, quien representa el poder progresista y tecnológico.

Si en Hereditary habíamos atestiguado el derrumbe de la familia, si en Midsommar habíamos presenciado la implosión de la comunidad endogámica, si en Beau tiene miedo habíamos asistido a la aventura mental sin límites, ahora en Eddington nos encontramos con una crisis política que se entremezcla con una crisis comunitaria, una crisis de pareja, una crisis sanitaria y un elemento de suspenso (fallido) que va a desembocar en una nueva y bizarra forma familiar. Aster va más allá del retrato de las familias disfuncionales: Aster la rechaza por completo.

Y si el director había pasado de encontrarse en relatos donde relacionaba íntimamente la abyección con la familiaridad (y la familia); ahora se ha trasladado a un plano político social que su visión cinematográfica tal vez no alcanza a cubrir del todo como merecería cada tema. La necesidad de abyección narrativa de Ari Aster parece llevar un tren narrativo inductivo en su relación con observar el mundo: inició con la familia, luego una comunidad, luego el seguimiento a un individuo que va de la soledad de su departamento a un viaje paranoico por el mundo, y ahora un pequeño pueblo en un estado fronterizo. Tal vez su siguiente filme cuente las tribulaciones de una nación. Inspiración no le faltará.

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El ojo y la nube
El ojo y la nube
Adrián González Camargo es cineasta, escritor y académico. Estudió el Doctorado en Arte y Cultura por la UMSNH y una maestría en guionismo con la beca Fulbright-García Robles en CSUN. Se ha dedicado a la gestión cultural, producción radiofónica y al análisis de textos artísticos. Es profesor de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec de Monterrey, Campus Guadalajara.

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